Nos estafan… y dicen que llueve
La vieja Europa es aún la zona más igualitaria del mundo. Su modelo de Estado del Bienestar implantado a partir de la II Guerra Mundial y su grado de desarrollo han sido los artífices de esta situación.
Este modelo se basa sobre diversos derechos. Por un lado la garantía de prestaciones básicas, de carácter universal y pagadas vía impuestos (pensiones, sanidad, educación, ayudas a las familias…) que operan a modo de salarios diferidos. Y por otro a través del reconocimiento de determinados derechos sociales que contribuyen a mejorar los salarios directos (libertad sindical, negociación colectiva, huelga…).
En España este modelo se introdujo en la Constitución a través de su artículo 1, “España se constituye en un Estado social…”, de una forma genérica, y en otros artículos de forma más concreta. No obstante su desarrollo real no ha alcanzado, ni mucho menos, el nivel de aquellos países a los que muchos ciudadanos deseábamos emular.
Sin embargo en las últimas décadas, sobre todo con el auge ideológico y político del neoliberalismo, y especialmente en los últimos diez años, se percibe como este modelo comienza a desmantelarse con mayor o menor rapidez.
Pero esto no es casual sino más bien resultado de una decisión y planificación por parte de quienes verdaderamente mandan en la economía y, por ende, en la política.
¿Por qué debían renunciar a parte de la renta disponible, para mantener estas políticas, si podían quedarse con casi todo? debieron pensar los poderosos del planeta. Y se pusieron a ello con paso firme y promoviendo ideas y políticas que inexorablemente conducirían al empobrecimiento de las mayorías, la mayor acumulación de riqueza en la minoría y el aumento de la desigualdad.
Algo de esto intuían quienes en su día se rebelaban planteando un modelo alternativo de globalización o quienes en el 15-M coreaban aquello de “no es una crisis, es una estafa”.
Pero más allá de las intuiciones existen datos que demuestran de forma fehaciente que durante los últimos años se está produciendo un trasvase de renta desde la mayoría social (clases medias y bajas) hacia las clases altas. Y es evidente que este proceso viene amparado en las políticas (reformas laborales, privatizaciones, desregulaciones, recortes en servicios públicos…) que se vienen aplicando de manera bastante similar en los distintos países europeos.
España es el país de Europa donde más aumentó el número de millonarios en 2015, un 8,4%. Y un 52% desde 2008.
El patrimonio de las grandes fortunas españolas subió un 15% en 2015, mientras que el 99% restante cayó un 15%.
Los 20 españoles más ricos tienen tanto como el 30% más pobre. El 10% de la población acapara el 55,6% de la riqueza.
La Encuesta de Condiciones de Vida muestra que la renta media por hogar ha disminuido un 9,4% entre 2008 y 2015. Y han aumentado en más de tres puntos los hogares con problemas para llegar a fin de mes, hasta alcanzar el 33,7%. La población en riesgo de pobreza o exclusión subió desde el 23,8% al 28,6%.
El indicador S80/S20 (relación entre renta disponible del 20% de la población con ingresos más elevados y la del 20% con ingresos más bajos) creció entre 2008 y 2015 desde el 5,6 al 6,9. Y el índice Gini (escala entre 0, equidad perfecta, y 100, desigualdad perfecta) ascendió de 32,4 de 2008 hasta 34,6 en 2015.
Pero por más que se empeñen los ideólogos neoliberales, esta evolución no es producto de una especie de maldición o de una catástrofe natural sino fruto de la política económica que se está imponiendo y que se pretende hacer más digerible afirmando que es la única posible.
Miguel Martín Velázquez
Colaborador de Ahora Sí
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