lunes 17 febrero
Opinión  |   |

Otro AVE nos cantaría

¿Recuerdas que no hace mucho estuvimos 1.000 días sin trenes? Parece que fuera en otra vida, una terrible pesadilla, pero tan solo han pasado siete años de aquellas fechas en las que salíamos a la calle (poca gente, la verdad) con pancartas de color amarillo sumando día a día todos los que estuvimos desconectados de la red ferroviaria nacional. Tres años desconectados. Parece un chiste, pero no lo es. Tres años sin posibilidad de movernos por tren porque alguien así lo decidió. Fue una decisión deliberada que estaba enmarcada dentro de una estrategia política liderada por el Gobierno de España de entonces, que decidió, sin ningún tipo de tapujo, actuar y aislar a nuestra provincia. Ninguna otra provincia hasta entonces había sufrido antes un golpe así. Es verdad que el tren en Granada nunca fue una panacea, pero nos ofrecía una posibilidad más para llegar a nuestra tierra o salir de ella, en especial para quienes no deseaban utilizar el coche. Rajoy, que fue el Presidente que nos aisló, no propuso alternativa alguna mientras duraban esos tres años. ¿Invirtió en el aeropuerto? ¿Propició la llegada de más vuelos? ¿Trabajó para dar alternativas a los granadinos? No busquéis en Google la respuesta ya os la adelanto yo: no, no hizo absolutamente nada. Simple y llanamente nos dejó sin trenes.

No recuerdo en aquel entonces a nadie del PP elevar la voz. Ni Carazo, ni Saavedra, ni Francis, ni Torres Hurtado… Tampoco busquéis por Google, no vais a encontrar nada. Fijaos bien en los hechos porque no se trataba de pedir más conexiones, ni viajar más rápido, ni de tener más frecuencias. Estábamos en un escenario completamente diferente: no había trenes. Uno iba a la estación de la Avenida de Andaluces y sólo se encontraba con esas bolas de hierbas secas que siempre cruzan la escena clave movidas por el viento cuando el bueno y el malo (a veces también el feo) se baten en el que será el duelo definitivo.

Algún bien pensado podría imaginar que esos tres años, que esos 1.000 días sin trenes en Granada bien podrían haber servido para aprovechar el tiempo y lograr que la conexión ferroviaria por alta velocidad de Granada -excusa usada para justificar el injustificable aislamiento- se construyera en las mejores condiciones posibles. Pero amigos y amigas que andáis por la procelosa senda de las buenas intenciones, el mismo que nos aisló pensó que Granada merecía una conexión ferroviaria de regional preferente y se olvidó de tramitar las obras de la variante de Loja, unos trabajos esenciales para que el tren granadino no se moviera a la velocidad de una máquina de vapor de los años 80… del siglo XIX. Un conocido me llegó a decir que cuando el AVE pasa por Loja va a una velocidad que es posible ver los cuadros del interior de las casas más cercanas a las vías del tren.

Está bien que pensemos en todo esto cada vez que usemos un tren que ahora sí tenemos, un tren manifiestamente mejorable, pero que es tangible, que es real. Un tren que pronto dejará de circular a velocidad de pato cuando las obras que ahora sí se están haciendo en la variante de Loja permitirán que pueda circular a una velocidad normal para ese tipo de infraestructuras. Un tren, al fin y al cabo, que trajo el mismo gobierno que ahora invierte una millonada en Loja y que ha puesto sobre la mesa el acuerdo para la integración ferroviaria en Granada en su llegada por Chana y Rosaleda. Conviene pensar en eso cuando una parada nos incomode, un paso por Loja nos sonroje o un retraso nos exalte. Porque quizás, sin el aislamiento de tres años y si Rajoy no se hubiese reído de Granada, otro AVE nos cantaría.

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Columnista
Juanjo Ibáñez

Concejal del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Granada

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