viernes 23 mayo
Opinión  |   |

Pisotear Granada tiene premio

Zaherir a Granada tiene premio. Llevo horas intentando asimilar la noticia que conocimos el pasado lunes. Decido reflexionar sobre ella a ver si, filtrando un poco cada uno de los sentimientos que me ha generado la información, decanto un puñado de palabras aprovechables para este artículo. Y por mucho que pienso en un comienzo que no sea duro solo me viene a la cabeza este: zaherir a Granada tiene premio.

La Diputación de Granada, gobernada por el PP desde el pasado mes de junio, ha hecho gala, como cada vez que tiene ocasión, de su concepción patrimonializada del poder y su inclinación natural a ocupar los espacios de decisión con una vocación colonialista. Solo así se entiende que su mayoría absoluta haya decidido, contraviniendo los reglamentos incluso, otorgar el título -prestigioso hasta la fecha- de Hijo Adoptivo de la Provincia al Presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. De ese modo, el servilismo del PP granadino asume gustoso el derecho de pernada que desde San Telmo impone el campechano recortador.

Desconozco la hoja de méritos que se acompañará al necesario expediente que justifique este acto administrativo, pero por si en la institución provincial tienen hueco para alguno más ruego se tengan en cuenta los siguientes.
El primero es que Moreno Bonilla, con la complicidad necesaria de Carazo, autorizó, auspició, conformó, confirmó y bendijo el pacto que todo el mundo en Granada conoció y reconoció como el de los Trapos Sucios. Como el tiempo devora feroz nuestra memoria, te recuerdo que dicho pacto se sustentaba en el ignominioso acuerdo de venta de Granada para que los populares no perdiesen los gobiernos de la Diputación de Málaga, la Comunidad de Madrid o la de Murcia, objetivos todos ellos mucho más preciados para la derecha azul que nuestra ciudad, que fue regalada a Ciudadanos. Todo eso pasó en 2019 y, fruto de ello, Granada vivió dos años de parálisis tan lamentables como frustrantes.
Este caso, que debería ocupar buena parte del citado expediente, siendo groso, no puede eclipsar otros que también engordan la increíble hoja de servicios de Moreno para ser nombrado Hijo Adoptivo de nuestra provincia.

Porque Moreno tendrá para siempre en su debe el nada despreciable hecho de haber saqueado en Granada aquellas instituciones que consolidan el prestigio mundial de nuestra tierra. El Parque de las Ciencias fue su primera víctima. La gestión del segundo espacio cultural más visitado fue secuestrada y llevada directamente a Sevilla hace unos cinco años. Desde ese mismo instante, el Parque ha dejado de ser lo que era. La pérdida de autonomía está suponiendo un lastre con el que resulta complicado avanzar. Resulta que, casi con toda probabilidad, Moreno recibirá su distinción inmerecida en el auditorio del mismo parque, y en el colmo del cinismo, alabará el papel de esa institución en el desarrollo de ese binomio que forman Granada y Ciencia, y que él, a través de su gestión tanto socava.

Tras el Parque, llegó la Alhambra, a la que descapitalizó en el año 2020, cumpliendo en primera persona y por primera vez, aquello del Sevilla nos roba. El dinero recaudado por el monumento fue llevado a hacer obras por toda Andalucía. A cambio nos brindó un plan, que ni si quiera fue una idea propia, del que también podríamos hablar y mucho. El postre alhambreño nos llegó hace poquito con el ninguneo exhibido públicamente en el caso del nombramiento de la dirección del Patronato, recaído sobre una persona sin experiencia en la gestión patrimonial tras más de 100 días de silla vacante.

Pongo el último ejemplo que estamos viendo precisamente estos días: la supresión de la Escuela Andaluza de Salud Pública. El camino fue iniciado con el Parque de las Ciencias. Lo único que Moreno ha hecho ha sido retomar la senda, pero con un agravante. El borrado de la Escuela coincide con la erradicación de la gestión pública sanitaria que se está llevando por delante la atención primaria y los centros de salud de nuestros barrios o la investigación pública, por poner solo tres ejemplos.

Sirva esta reflexión, bastante dura, lo reconozco, como la expresión de una indignación que, aunque pueda parecer que tiene su origen en un tema menor, parte de una premisa intolerante: la colonización de las instituciones que hace el PP tiene como fundamento una visión feudal de la gestión pública. Mi silencio no será cómplice y con él no se contará en la conversión de Granada en una sucursal del PP andaluz.

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Columnista
Juanjo Ibáñez

Concejal del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Granada

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