jueves 28 marzo
Opinión  |   |

Ruína

Hace unos días fuimos testigos del drama de la falta de techo. Esta vez, se trataba de 20 niños menores de edad, algunos bebés había también, son niños ROMA, de raza gitana, cuyas familias, en un estado de necesidad, decidieron ocupar una vivienda del recinto que conocemos como “La Azucarera” para guarecerse de la lluvia y el frio. Las autoridades locales ocupadas en otras cosas miraron hacia otro lado, escurrieron el bulto y optaron por abandonar a esos niños a su suerte. Lo mismo hubiera ocurrido si se hubiera tratado de 20 niños granadinos, la respuesta habría sido la misma. El argumento que se ha utilizado es un informe técnico que aseguraba que el edificio está en ruinas y que había que desalojar por seguridad de las personas. Esos niños y bebés, en la lógica de la concejalía de “servicios sociales” y de la entidad bancaria están más seguros abandonados en la calle, decisión muy propia de cleptócratas. Y sí, es el mismo edificio en ruinas que forma parte del patrimonio BIC de la ciudad y del que nadie se ocupa. El propietario es un fondo de inversión o inmobiliaria relacionada con el Banco Santander que son quienes han activado la alarma y han situado al juzgado al pie de los caballos, sin opción, a lo que ha contribuido por omisión la concejalía de “servicios sociales” del Ayuntamiento de Granada cuya insensibilidad ha superado los límites conocidos por el abuso de derecho, ahora legitimado. Todos los esfuerzos de negociación hechos por Stop Desahucios y Médicos del Mundo fueron inútiles, aún cuando aportaron soluciones viables (alquileres sociales para cuatro familias en viviendas del parque público y/o privado bancario), en la finalidad de determinar una alternativa habitacional a unos niños que son ciudadanos de pleno derecho de la Unión Europea.

La ruina no está en el edificio en cuestión, de hecho el que escribe visitó in situ el espacio BIC y ninguna medida de seguridad pude ver, ni en el exterior cercano, ni en el interior del recinto, es más, ni se instaló medida colectiva alguna de seguridad para las personas tras el desalojo. Todo sigue igual. La verdadera ruina está, en lo que respecta a Granada, en las decisiones de las autoridades locales y autonómicas. Veamos.

Sin duda, una ruina es la decisión de rechazar la inversión en formación con fondos de la Unión Europea por valor de más de 9 millones de euros, convirtiendo así a Granada en una ciudad fracasada en la lucha contra el desempleo, que supera el 20%. Ruina es tardar más de un año en devolver la deuda a proveedores. Ruina es que no haya ayudas a la dependencia. Ruina es tener una deuda de 300 millones de euros y renunciar a una acción positiva para la ciudad que puede generar empleo.

Ruina es llevarse la gestión del presupuesto del Parque de las Ciencias de Granada a Sevilla (el edificio y su contenido, de momento, parece que se quedan), o lo que es lo mismo, se pasa del actual modelo de autogestión, cuyo funcionamiento ha sido siempre ejemplo de un buen servicio que ha beneficiado a la ciudad, a otro de intervención directa de la Consejería de Hacienda de la Junta de Andalucía que incluye la gestión de las nóminas, contratación, taquilla, actividades, relación con proveedores, alquileres, producción, así como, la compra y venta de exposiciones, por tanto, el dinero que el Parque de las Ciencias genera irá a Sevilla. En definitiva, Granada pierde la autonomía para reinvertir en aquello que se considere mejor para la ciudad, como se venía haciendo hasta ahora, haciendo imposible, así mismo, la toma de decisiones resolutivas y sencillas. Ruina es que tengamos unos gobernantes locales que se plieguen al centralismo sevillano cuando se han pasado la vida (estaban en la oposición) diciendo lo contrario, y algunos representantes granadinos en el parlamento Andaluz vinculados al nuevo gobierno andaluz que mantienen silencio cuando la riqueza de Granada se va a lugares desconocidos. Es evidente la patada al consenso que hizo posible el Estatuto de Autonomía de Andalucía (ya se intentó con el TSJA) cuyo futuro está en el equilibro interprovincial. Es la estrategia de los neofranquitos, destruir Andalucía como comunidad autónoma, lo que nos da una ruina superior, no solo económica, también política y todo, por mantener una Alcaldía. Más ruina.

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Columnista
Salvador Soler

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