¿Saber hacer, qué?
El miércoles asistí al X Foro de la Economía del Agua, que se celebró en Granada. Dicho Foro está presidido por el economista José Carlos Díez, profesor de la Universidad de Alcalá, tertuliano habitual en diversos medios de comunicación y en su día colaborador económico del PSOE.
El encuentro se titulaba “Agua y Sostenibilidad” y uno de los ejes centrales de las ponencias era la gestión de los recursos hídricos desde el punto de vista de la economía circular.
El nivel de las ponencias resultó interesante, con independencia de que se compartan o no algunas de sus tesis o de sus conclusiones. Por supuesto se hicieron referencias a las consecuencias del cambio climático, sus efectos sobre el agua como bien cada vez más escaso o los riesgos de desertificación que nos amenazan.
Pero también fue insistente la defensa del modelo de gestión que representa la empresa Emasagra. Como rezaba expresamente en el programa, el foro pretendía ilustrar la discusión poniendo como ejemplo a “la empresa mixta que gestiona los servicios de agua en Granada y en quince municipios de su área metropolitana”.
Resulta siempre curioso fijarse en quién patrocina cada tipo de evento. En el programa del foro aparecía como patrocinador Caixabank, que precisamente es accionista de Suez, la multinacional francesa de la que es filial Hidralia, socio privado de Emasagra. ¿Casualidad?. Puede ser. Pero las relaciones entre Caixabank y Suez vienen de lejos. Lo cierto es que en el foro se oyeron alabanzas sobre la gestión de Emasagra y también sobre Suez.
No seré yo quien cuestione las innovaciones o la pretensión de alcanzar la autosuficiencia energética por parte de Emasagra. Pero eso no significa que no pueda poner en duda el modelo de privatización que se esconde bajo el eufemismo de la denominada “colaboración público/privada”. Y no se trata de cuestionarlo por meros motivos ideológicos sino a partir de los datos objetivos.
Emasagra se constituyó en 1981 como Sociedad Anónima de capital íntegramente municipal. En 1997, siendo alcalde Gabriel Díaz Berbel (PP), se convocó un concurso para seleccionar un socio privado, por un periodo de 25 años. La propuesta incluía un precio de 1,3 millones de euros por el 49% de las acciones y el pago de un canon no inferior a 16,2 millones. El importe de este canon fue cobrado por el ayuntamiento y gastado discrecionalmente por el equipo de gobierno de la época. El adjudicatario de las acciones fue una UTE formada por tres empresas. Pero tras una serie de operaciones finalmente esas acciones quedaron en manos de Hidralia, filial de Aguas de Barcelona, propiedad de la multinacional francesa Suez.
En 2005, el Ayuntamiento de Granada, presidido por José Torres Hurtado (PP), concede a Hidralia la prórroga de su participación en Emasagra por otros 25 años, hasta el 27-agosto-2047. El contrato correspondiente fue firmado el 14-marzo-2006 por el entonces Teniente de Alcalde, Sebastián Pérez Ortiz, ahora candidato a la alcaldía de Granada (PP). A cambio Hidralia ingresó en las arcas municipales la cantidad de otros 28 millones de euros.
Hasta aquí la lluvia de millones que el ayuntamiento recibió, en 1997 y 2006. Dinero que fue gastado (¿dilapidado?) por los gobernantes de turno (PP) en la forma que entendieron conveniente. Pero como contraprestación el socio privado obtuvo una serie de prerrogativas, durante 50 años.
Hidralia se aseguró (art. 29) el nombramiento del Director-Gerente. Tiene garantizado, vía tarifas, el mantenimiento del equilibrio económico del servicio (arts. 40-41), eludiendo cualquier riesgo de pérdidas. También tiene asegurada la recuperación del importe pagado por las acciones, a través de un fondo de reversión (art. 47) que se dota anualmente y que percibirá al final de la concesión.
Por supuesto Hidralia recibe cada año la parte proporcional (49%) de los beneficios (después de impuestos) de Emasagra. En 2018 han ascendido a 2,18 millones de euros.
Pero lo que más llama la atención es el derecho de Hidralia a recibir cada año, en concepto de Know How (“Saber Hacer”) el 13% de la cifra de negocio. Esto supone que el año pasado, Hidralia percibió otros 6,08 millones. En total, en 2018, los beneficios de Hidralia (después de impuestos) alcanzaron la nada despreciable cuantía de 8,26 millones.
La verdad es que cuesta trabajo entender qué sea esto del “Saber Hacer”. Se supone que Emasagra ya sabía hacer y prestaba el servicio durante 16 años, antes de que apareciese Hidralia. Ésta designa a la dirección de la empresa, pero sus retribuciones se cargan en los gastos ordinarios de la empresa. ¿Dónde está entonces el “Know How”?. Suena mucho a cláusula leonina (abusiva) del contrato, que pagamos los granadinos, a toca teja, en cada recibo de agua.