viernes 19 abril
Opinión  |   |

Si no eres de Madriz no pintas nada

Años llevamos escuchando como una parte de España se está despoblando, a lo que se le une la falta de comunicaciones, incluidas las ferroviarias en esa misma parte donde el descontento es generalizado, como se ha expresado en la huelga de los trabajadores de la industria siderometalúrgica en Cádiz. En todo ello hay un nexo: el convencimiento de abandono que tienen los ciudadanos de esas poblaciones, es más, la problemática que padecen ni por asomo forma parte del debate público o parlamentario. Su voz está apagada y si alguna vez suena algo es como consecuencia de que está ardiendo Troya y entonces hay reacción, antes nada. De eso sabemos mucho, por desgracia, en Granada, donde de manera sistemática se nos ha situado fuera del campo, sin que haya alcalde conocido que haya alzado la voz o, dicho basta. A Granada y por ende Andalucía solo se le presta atención cuando se mueve. Ya lo vimos con los asuntos de la Sanidad Pública, el Parque de las Ciencias y la Escuela Andaluza de Salud Pública, por poner unos ejemplos. Hay otros pendientes, como son la conexión ferroviaria – corredor del Mediterráneo, los cortes de luz en el Distrito Norte, la Vega granadina y el futuro del pequeño comercio.

El sentimiento es claro y que el que no lo vea, simplemente es ciego. La decepción, cuando no la frustración se está adueñando de la población y amenaza con desplegarse, dando lugar a una suerte de “Granada desbaratada” dada la profunda desigualdad social que se está implantando, donde las diferentes administraciones públicas son incapaces de coordinarse entre sí, mientras, la tasa desempleo no baja del 20%, la economía sumergida ronda el 30% del PIB y un tercio de la población granadina está situación de riesgo de exclusión social. Algo parecido pasa en Cádiz cuyas movilizaciones no son solo por un desacuerdo sobre el incremento salarial, sino que tiene mucho que ver con la desindustrialización y la falta de proyecto andaluz industrial alternativo, lo que nos puede llevar a una suerte de coma inducido, lo que conecta con lo que se conoce como la “España vaciada”, o lo que es lo mismo, ciudades, comarcas y pueblos que se les considera perdedores y como tales son olvidados y no existimos ni en el Congreso de los Diputados ni en el Senado, pero tampoco cuenta Andalucía, cuyo nivel de incidencia es inexistente.

Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que, si no estás o vives en Madriz no pintas nada, porque Madriz es España y fuera de ahí no estás. De hecho, se puede constatar con facilidad que los grandes medios de comunicación, incluida la televisión, todo su trabajo, incluido para saber la opinión de la gente suelen centrarse en la capital de España, los demás no constamos y esto indigna, más cuando se ven algunas imágenes como la reciente de la Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid, con un corderito en brazos, sin el más mínimo sentido del ridículo nos regala su especial visión como líder de la España vaciadora: “Nos enfangamos en mensajes de progres de ciudad que se olvidan de dónde viene lo que comen ellos y sus familias, y los sacrificios que les cuesta a otros españoles producirlos. Ayuda y seguridad para el campo y sus gentes”. Sí, es la misma persona que se niega radicalmente, como si fuera una grave afrenta, que descentralicen ni una sola institución de España fuera de la capital Madriz y habla de este como si fuese un estado dentro de otro y como si le importara los problemas de los trabajan en el campo, eso sí, para ella el único sentido de trabajar la tierra es para alimentar a los progres.

Aquél nexo al que antes hacíamos referencia conecta, así mismo, con un hecho político irrefutable, pues coincide que en todas esas ciudades, comarcas, provincias y comunidades autónomas vaciadas y silenciadas gobiernan, de toda la vida, los grandes partidos, que no saben qué responder, es un desnorte absoluto y como no se sale de Madriz no se ve más allá de la M40, cuyo resultado no es otro que la desigualdad, la despoblación humana, económica e industrial, en favor de la concentración máxima, cuando el futuro está en la vertebración y equilibrio de los territorios, en la cooperación institucional en todos los asuntos que forman parte y son del interés general.

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Columnista
Salvador Soler

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