¿Somos tod@s personajes de ficción?
Aquí estoy, redactando el primer artículo de mi columna de opinión, y no puedo evitar preguntarme: "¿No seré yo el Carrie Bradshaw granadino?". Joven y lozano, un tanto inseguro, con pasión por la moda y cientos de pares de zapatos en el vestidor, sin demasiada suerte en el amor… Y también camino dando saltitos por la ciudad al ritmo de la música, buah, es que soy yo literal, como reza el meme. Me faltaría lo de ver mi cara en los autobuses de la ciudad, pero solo es cuestión de tiempo mientras sigo alimentando mi estatus de estrella local.
Seamos realistas, ni yo soy Sarah Jessica Parker, ni mi piso en el Zaidín es el de ella en Nueva York (juraría que el mío es más amplio y luminoso), ni esto pretende ser una columna para hablar de dramas sentimentales… ¿Por qué entonces no puedo quitarme de la cabeza esa sensación de que soy como ella?
El mundo de la ficción ha conseguido en los últimos años un impacto brutal en la identificación personal y, por ende, en el desarrollo o escenificación de la personalidad de mucha gente. Pero no es algo nuevo. Ya lo explicaba el propio mito de la caverna de Platón, que planteaba que el ser humano siempre ha necesitado un "reflejo" para acercarse a la verdad. Como dice la premio Nobel de Literatura Doris Lessing: "No hay duda de que la ficción hace un mejor trabajo con la verdad".
Esta identificación con "la verdad bien trabajada" se ha maximizado por la eclosión de series y el poder de las redes sociales, por lo que no dejamos de verlo en nuestro día a día: Gay Twitter sigue viviendo dentro de `Heartstopper´, amigas romanticonas que piensan que son una integrante más de `Los Bridgerton´, vecinas que se comportan como si vivieran en `La que se avecina´, influencers vestidas y maquilladas como los personajes de `Euphoria´, madres cuyo concepto de galán sale directamente de `Café con aroma de mujer´...
Y esto no ocurre solo con gente de a pie, sino que también vemos ejemplos en muchos políticos. Pablo Iglesias decidió que era un gran agitador regalando a los reyes la serie `Juego de Tronos´, los de Vox no paran de intentar buscar semejanzas estéticas con los `Peaky Blinders´ e incluso Volodimir Zelenski se podría decir que está en su cargo porque, literalmente, protagonizó una serie donde se convertía casi por casualidad en presidente de Ucrania.
Si nos venimos a Granada y algunos de sus personajes, el juez Calatayud encajaría perfectamente como personaje de `Better Call Saul´, Rosa López podría ser una de las artistas representadas por `Paquita Salas´ y Paco Cuenca manejaría a la perfección la baraja en `House of Cards´.
Al fin y al cabo, muchas personas pueden verse tan bien representadas dentro de un mundo audiovisual ficticio creado para ilusionarnos que a veces les puede costar ver que la realidad es muy diferente. ¿No estaremos en estos momentos, nosotros mismos y casi sin darnos cuenta, ficcionando nuestra propia realidad para convertirla en un relato que consideramos mejor? ¿Hemos dejado de resultar interesantes si no tenemos un "personajazo" que representar?
Demasiadas dudas para ser la primera temporada de esta columna. ¿Cómo cerramos entonces el artículo? Ummm…. Lo llamaremos final abierto y fundimos a negro.