Tristes culebrones
¿Recuerdan aquellos culebrones de los años 80 y 90, con cientos de capítulos, historias que parecían no tener fin? Seguro que sí, porque se trata de historias que marcaron a varias generaciones que aún tienen en su cabeza retumbando algunos los extravagantes nombres de sus protagonistas o las bandas sonoras que también copaban las emisoras de radio. Desde hace dos años, en Granada estamos viviendo uno de esos culebrones, un folletín por entregas de escaso gusto, con todos los ingredientes imprescindibles en esas producciones: traición, mentiras, deslealtades, puñaladas (políticas en este caso) por la espalda, venganzas, encerronas, lealtades mudables…
Así pasa la vida en Granada, mientras el PP (Ciudadanos ya no existe) sigue mareando la perdiz en este juego de sillones donde el interés general de una ciudad afectada por la peor crisis económica y social sufrida en 100 años ha sido relegado al ultimo lugar de un gobierno incapacitado.
Los problemas de las familias granadinas no pueden ser favorecido por quienes solo están pendientes de las declaraciones que hacen en el marco de ese juego de trileros que es el 2+2 o Pacto de los Trapos Sucios. Todo lo que suceda en un día puede quedar desmentido al día siguiente. El último ejemplo lo vivimos ayer mismo. Después de una semana en la que la dirección provincial del PP insinuaba, no con mucha gana todo sea dicho, que iban a luchar por recuperar la alcaldía en un mes haciendo valer un presunto pacto de investidura firmado en junio del 19, de repente aparece Bendodo en Sevilla afirmando que Salvador será el que acabe el mandato en la ciudad. Así es. Una vez más, fuera de Granada se decide el futuro de Granada, y no se cortan un pelo. Bendodo, desde Sevilla, le hace la cobra a los suyos en aquí que, una vez más, como sucedió en junio del 19, acatan y obedecen.
Así, el alcalde con menos votos de la historia de la ciudad, Luis el indeseado, se ve otra vez ungido por quienes ajenos a la voluntad expresada por miles de granadinas y granadinos en las urnas, han decidido que esta ciudad es la moneda de cambio para que se mantengan sus equilibrios en otros territorios. Es verdad que, en Sevilla, Bendodo, pensará que le ha salido muy barato no perder la Diputación de Málaga. Al fin y al cabo, Salvador ya no es nada y nunca fue nadie. Lo que no entiende Bendodo es que a Granada, su cambalache le va a salir muy caro por culpa del peor gobierno de la historia democrática de la ciudad. Para las familias de las colas del hambre, para los comerciantes y hosteleros que no han recibido ninguna ayuda del Ayuntamiento, para el sector cultural de la ciudad, completamente abandonado por el Consistorio, será muy difícil olvidar lo que el PP ha hecho con Granada vendiéndola.
Algunos ya se han cobrado el precio, como por ejemplo Manuel Olivares, el Toni Cantó granadino, quien se ha convertido en el verdadero hombre del PP en Granada gracias a su amo y señor, Fran Caballo de Troya Hervías. Ni César Díaz, el Bruto traidor de Sebastián, tiene ahora mismo tanta información de la calle Génova. Olivares, que ya ha cumplido la verdadera misión que perseguía como edil, la de dar el tiro de gracia político a su archienemigo reconocido Salvador, ya se puede retirar tranquilo, con la promesa de prebendas futuras en el partido de Casado que, dadas las circunstancias, no sé si alguien podrá cumplir cuando finalice un ciclo electoral que, mucho me temo va a dejar a mucha gente por el camino, algunos personajes muy importantes hoy día incluidos.
Como suele pasar, mientras el gobierno del PP en la ciudad de Granada, con Luis Salvador al frente, solo está en qué va a pasar con sus sillones, la vida pasa y arrasa a miles de personas que, en estos momentos solo tienen perfectamente claras dos ideas: que nada será como antes después de esta crisis y que, cuando más lo necesitaban, han sido abandonados por quienes rigen la Administración más cercana, protagonistas de un culebrón de serie B que nos tiene realmente tan hartos como aburridos.
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