jueves 12 junio
Opinión  |   |

Una diva no pisa a nadie para brillar

Venía preparado para redactar un artículo completamente enfadado por lo que vivimos este fin de semana en Eurovisión. Lo vendemos como un festival de la canción, pero en realidad es como una cumbre de la OTAN con pelucas, brilli-brilli, láseres de colores y alguna balada que nunca emocionó a nadie. ¿Por qué, entonces, la rabia de este año en particular?

Tenemos que ser realistas y todos sabíamos que era imposible que la propuesta española ganara el certamen, o incluso que quedará en un top 10 de los países participantes, pero de eso a recibir unos míseros 37 puntos en total - jurado profesional + televoto- hay un claro desprecio. Sobre todo cuando se ha visto, y de forma bastante poco disimulada, un aprecio desmedido y bastante ilógico a una candidatura bastante molesta.

Que Israel, con su poderío económico y sus miles de muertos a las espaldas, haya conseguido ese montón de puntos del jurado y el televoto con un número bastante normalito no hace más que clarificar que, si de toda la vida ha habido politiqueo en Eurovisión, ahora lo que hay es una estrategia de blanqueamiento detrás. Y ver esto tan a las claras y de una forma tan burda por supuesto que le baja la moral a cualquiera.

El problema es que es bastante difícil no ilusionarse cuando vemos a una estrella del espectáculo, como Melody, totalmente entregada a su trabajo y con una ejecución impecable. Y después llegar al momento en el que nada de su esfuerzo se ve recompensado, no ya en votos, sino ni siquiera en justicia poética.

Una diva es valiente, poderosa. Su vida es un jardín lleno de espinas y rosas. Resurge bailando con más fuerza que un huracán. Una diva no pisa a nadie para brillar. ¿Sabéis quién no es una Diva? El estado genocida de Israel. Que ha boicoteado desde dentro, a golpe de talonario, el propio Festival de Eurovisión.

Es que nos venden Eurovisión como algo artístico, donde todos somos iguales, todos podemos crear y disfrutar juntos, pero en el fondo sabemos que tiene más de geopolítica que de acordes musicales. Que si votamos a los vecinos, que si le damos cero puntos al país que nos cae mal, que si el Reino Unido se lleva 'cero points' desde el Brexit.

Eurovisión ha llegado al punto en que da igual si llevas a Melody, o si lleváramos a Rosalía, a Montserrat Caballé resucitada o a Beyoncé con acento catalán: si tu país no está en el top de la agenda geopolítica, te vas con las manos vacías y un buen cabreo. Este año se ha visto más claro que nunca que en Eurovisión importa poquito lo que haces, si no de dónde vienes y “junto a quién te sientas en clase”.

Una vez teniendo claro que el certamen va más allá del lado musical y se basa en tener amigos, alguna trama conflictiva o amorosa, e incluso algunos favores que devolver, he pensado que nos debe dar igual entonces la posición de la sevillana en el ranking de países. Nos quedamos con el orgullo patrio del trabajo bien hecho, lleno de emoción y risas que la sevillana nos ha regalado estos meses y que ha conseguido arrastrar a miles de personas a este festival. En casa seguiremos mirando a nuestra Melody y diciendo: “tú no te merecías esto, hija. Pero tranquila, que aquí si te damos doce puntos”. Y al fin y al cabo, eso es lo que importa, que tenga la agenda llena de conciertos y que, como diría Belén Esteban, su currículum sea el cariño de toda esta gente.

©Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta noticia sin autorización expresa de la dirección de ahoraGranada
Columnista
Gafas Amarillas

Periodista y Creador de Contenido

DÍA A DÍA
Desarrollado por Neobrand
https://ahgr.es/?p=286479