viernes 3 mayo
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Cómo prevenir el golpe de calor en perros y gatos

Mantener a los animales en un ambiente fresco y donde puedan hidratarse es esencial

El golpe de calor, o termoplejía, es un trastorno que afecta a los seres humanos y a las mascotas cuando el organismo alcanza temperaturas tan elevadas que pueden ser perjudiciales para la salud. Por ello, MSD Animal Health recomienda tener especial precaución durante la época estival con nuestras mascotas para evitar los temidos golpes de calor.

El aumento de la temperatura corporal de perros y gatos hasta los 42 grados puede provocar una pérdida de líquidos corporales. Los perros, a diferencia de los humanos, no transpiran, y regulan su temperatura a través del jadeo. Esta pérdida de fluidos corporales provoca un espesamiento de la sangre, de manera que su circulación se vuelve más lenta. El enlentecimiento de la circulación dificulta la funcionalidad del sistema circulatorio, y acaba provocando una disminución progresiva del transporte de oxígeno a todo el organismo.

En verano, son múltiples las situaciones en las que los perros están expuesto a posibles golpes de calor. Por ejemplo, se debe evitar dejarles encerrados en vehículos o en terrazas acristaladas, tenerles atados en el exterior o realizar paseos con temperaturas muy elevadas, especialmente peligroso en perros adultos y ejemplares de razas braquicéfalas, como el bulldog o el bóxer.

Existen algunos síntomas que pueden indicar que la mascota está padeciendo un golpe de calor. El primero es un jadeo continuado e intenso con producción abundante de baba. A continuación, el animal puede mostrar serias dificultades para respirar y evidenciar signos de inquietud y nerviosismo.

Si se atiende a su boca, se podrá ver si sus encías presentan tonalidades azuladas a causa de la deficiente oxigenación orgánica. Otro de los síntomas es que se reduzca su capacidad para moverse con normalidad, lo que puede llevarle a perder el conocimiento, presentar temblores, alteraciones del equilibrio, espasmos o convulsiones.

Perros

Javier Godino es veterinario experto en animales de compañía en MSD Animal Health y recomienda "alejar a la mascota del entorno que le ha producido el golpe de calor. Si nos encontramos próximos a una clínica veterinaria, acudiremos a ella inmediatamente”.

“Si el perro está consciente, es conveniente desplazarlo a la sombra y ofrecerle agua fresca de forma controlada", explica, para acto seguido bajar la temperatura corporal del animal. Para ello es recomendable mojarle por todo su cuerpo, con agua fría y se aplicará sobre todo en zonas como cuello, axilas e ingles.

Gatos

Para regular su temperatura corporal, los gatos aprovechan la evaporación de la saliva que dejan sobre su pelaje durante sus sesiones de acicalamiento. Si se someten a altas temperaturas, los gatos, igual que las personas, pueden sufrir un golpe de calor.

Al igual que sucede con los perros, existen algunos síntomas que pueden indicar si está sufriendo un golpe de calor, como jadeo, dificultad al respirar, enrojecimiento intenso de las mucosas, fiebre o vómitos.

Entre los consejos para prevenirlos, los expertos recomiendan que lo primero es asegurar un ambiente fresco. A los gatos no les resulta tan fácil como a las personas regular su temperatura corporal. Los gatos sudan sobre todo por las almohadillas de las patas, pero también tienen glándulas sudoríparas en la barbilla, zona anal y labios.

La temperatura que ellos son capaces de soportar es bastante similar a la temperatura que toleran las personas. Por lo tanto, la temperatura ideal será la misma en verano y en invierno, por lo que es fundamental un ambiente lo más fresco posible. 

En las horas de máxima exposición solar, se debe procurar bajar las persianas, especialmente en los lugares en los que duerme durante esas horas. Es importante una buena ventilación en casa, y si se pasa mucho tiempo fuera de casa por trabajo u otras razones, asegurarse de que tiene acceso a una zona sombreada y con abundante agua fresca.

Si es complicado meter al gato en la bañera, es posible mojarle con una toalla húmeda o, simplemente, pasar nuestra mano mojada por su lomo y por su cabeza. Así, el agua ejercerá el mismo efecto que su saliva y le ayudará en la evaporación de su cuerpo.

Otra solución puede ser dejarle un barreño pequeño a modo de piscina disponible por si decide refrescarse con un chapuzón. Al menos con el agua suficiente para que pueda mojar sus patas y jugar con el agua.

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