lunes 29 abril
Magazín  |   | Paula García-Ajofrín (EFE)

Manuel Liñán, el bailaor granadino que cuestiona el rol de género en el flamenco

Defiende que el flamenco como arte y tradición no es machista "per se", sino que es una "mochila" que existe en la memoria histórica y que, "por supuesto recae sobre el género"

Liñán mostrado sus proyectos y colaboraciones en festivales, galas y teatros de gran prestigio. Foto: Junta de Andalucía

Manuel Liñán y su elenco de bailaores desafían los roles de género con '¡Viva!', un espectáculo de flamenco "queer" y una oda a la libertad, que empezó a germinar en la cabeza del Premio Nacional de Danza cuando solo tenía seis años y con el que ahora se erige como protagonista e imagen del Festival de Flamenco de Bruselas.

Manuel Liñán nació en Granada hace 42 años, es coreógrafo y bailaor, Premio Nacional de Danza en 2017 y conocido por desafiar las convenciones estéticas y de género que rodean el universo del flamenco.

En una entrevista con EFE, Liñán reflexiona sobre el flamenco como arte, la lectura y mirada del espectador y sobre cómo '¡Viva!', sin alejarse de los cánones clásicos del flamenco, ha retado los estereotipos tradicionales de este arte.

Su primer recuerdo sobre el flamenco es el de la silueta de una mujer y de una falda. Con sólo cinco años, Liñán dio sus primeros pasos en este arte, al principio, como un juego, hasta que con el paso de los años tomó conciencia de lo que significaba la danza para él y decidió convertir el flamenco en su herramienta de expresión.

Este coreógrafo cuenta que, desde que era pequeño, tuvo miedo a las represalias sociales y artísticas de cuestionarse por qué, por el hecho de ser un hombre, tenía que bailar de una determinada manera y con una estética determinada.

"A lo largo de los años me ha costado muchísimo cuestionarme y me ha costado muchísimo quitarme esa piedra de encima, sobre todo porque he tenido siempre miedo a las represalias sociales y artísticas", revela.

'¡Viva!' centra su espectáculo en la actuación de seis hombres vestidos de bailaoras, incluso con trajes de cola, peinetas y coloridos mantones que rompen los roles de género y celebran la libertad de ser uno mismo.

Sin embargo, su creador asegura que es un espectáculo que llega tarde: "Para mí, '¡Viva!' nace cuando yo tenía seis años, cuando empezaba a ponerme vestidos, cuando quería ponerme pelucas, cuando quería bailar con una estética que me prohibían, de una manera que me prohibían", relata.

Pese a que estos impedimentos sociales no pusieron freno a la curiosidad de Liñán sobre el flamenco, sí que le obligaron, por miedo, a crear su identidad en un lugar privado.

Por eso, no duda en afirmar que este espectáculo es una forma de ponerse frente al público para mostrar su auténtico yo.

"'¡Viva!' lo que pretende es abrir esa puerta para compartirlo socialmente, para hacerlo público, para hacerlo honesto, para hacerlo formal, como creo que debería de haber sido siempre", afirma.

Desafío a la mirada del público

Liñán defiende que el flamenco como arte y tradición no es machista "per se", sino que es una "mochila" que existe en la memoria histórica y que, "por supuesto recae sobre el género".

Al reflexionar sobre la recepción del público, que en Bruselas anoche aplaudió y aclamó puesto en pie en la sala Bozar el espectáculo, este coreógrafo se plantea hasta qué punto la mirada del espectador no está condicionada por los roles de género tradicionales.

"¿Hasta qué punto tiene el espectador su mente abierta para no definir el cuerpo que está bailando?", cuestiona.

La respuesta del público ha sido, por lo general, muy positiva, en festivales como el de Nueva York. En la capital belga, '¡Viva!' vendió más de 1.300 entradas.

Liñán piensa en cómo, sin expectativas, '¡Viva!' ha ayudado a que muchos niños que empezaban a bailar lo hayan hecho sin las barreras del género.

Y es que el Premio Nacional de Danza repasa la evolución del flamenco y asegura ver un cambio también en escuelas y conservatorios institucionales donde ahora ya está permitido que los bailaores estudien con bata de cola.

Liñán medita sobre el futuro y asegura que tiene proyectos en mente para desarrollar "de una manera diferente", para darse la oportunidad, una vez más, de experimentar, probar y perderse.

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