sábado 11 mayo
Opinión  |   |

Del tirón

El concepto de escándalo se nos queda corto cuando hemos sabido que, mientras miles de españoles morían como causa de la pandemia, hay personas, que, con la ayuda de gestores públicos, han obtenido pingües beneficios a través de negocios realizados de aquella manera y sin el debido control de quienes están obligados a ello y, como parece que es norma, se trata de personas relacionadas, incluso familiarmente, con dirigentes del partido popular, que comparte un espacio con esa derecha bandida, corrupta por naturaleza.

Ahora, a la suculenta comisión obtenida por el hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, objeto de investigación por la Fiscalía Anticorrupción Europeo por malversación de fondos públicos europeos en la operación de la compraventa de mascarillas, se añaden las comisiones millonarias por la venta de material sanitario al Ayuntamiento de Madrid, donde un familiar implica al Alcalde, facilitando a los supuestos empresarios el contacto en el Consistorio para materializar un “negocio”; comprar yates, coches y relojes de lujo y pasar unas lindas vacaciones a razón de diez mil euros al día. El yate lleva el nombre de Feria, en honor al duque.

Ya son dos los asuntillos tenebrosos en los que se ve implicado el regidor municipal de Madrid, el que estamos comentando y el del espionaje a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Pues bien, la Fiscalía anticorrupción le está imputando a esos insignes españoles de bandera en el pecho nada menos que la presunta comisión de los delitos de estafa agravada, falsedad documental y blanqueo de capitales. Debo decir que los sujetos que se han enriquecido a costa del dolor y la muerte de españoles, para nada son empresarios. Un empresario, de los muchos que conozco, son gente decente, que se preocupan por su empresa y se esfuerzan por cumplir con sus obligaciones. Esos de esos “negocios”, por muy alta cuna que tengan, son, literalmente, unos sinvergüenzas salteadores de caminos, ese es su oficio y, lo triste es que comprometen la integridad de las instituciones afectadas, debilitando con ello, la confianza en la política, precisamente por encontrar políticos de su misma altura, exactamente igual que la del orador del fascista que ayer que comparaba al presidente del Gobierno de España con los mayores asesinos conocidos: los nazis, y todo con la pasividad de la Sra. Ana Pastor, de la que tengo la mejor opinión en cuanto la considero una persona demócrata, en su calidad de presidenta del Congreso no lo demostró. Debió retirar la palabra al orador y llamarlo al orden y llegado el momento expulsarlo.

Orador que si algo acreditó es que es un indocumentado con un discurso de odio y cuya finalidad no es otra que debilitar la democracia. Esa gente vive mejor sin democracia. La democracia debe reaccionar y combatir democráticamente a ese argumentario cavernícola, montaraz, derrotista y reaccionario. Pero también, para perseguir y castigar, con la Ley y la Constitución en la mano, la execrable corrupción de algunos, que manchan el nombre de España, que en nada se ve reflejada en esas conductas criminales de algunos.

La ciudadanía española, en una gran parte, quiere que la democracia sea fuerte, de calidad, desea fortalecer democráticamente las instituciones y eso solo es posible desarrollando políticas sociales cada vez más eficientes, preservando en la paz y el bienestar de los ciudadanos, pero también la capacidad productiva, la justicia, los servicios públicos esenciales como la sanidad y la educación, la convivencia, el respeto a la opinión discrepante sin criminalizarla, la calidad medio ambiental y la calidad democrática. Y, obviamente esos fanáticos como el barbudo de ayer, según parece experto en derecho canónico, no son los mejores aliados. Que tome nota el partido popular, que como siga blanqueando lo oscuro, se va a arrepentir.

El economista Vicente Salas Fumás, uno de los mejores académicos españoles, ha escrito en su Doctorado Honoris Causa: “Los estados no deben replegarse en su función de defensores del bien común; por el contrario, deben reforzarse en un contexto de mayor coordinación continental y planetaria”. A mi modo de ver, la democracia es potente y su reacción más, y debe actuar en proporción a los desafíos que se nos están planteando desde la crisis económica provocada por la especulación financiera, seguida de la pandemia y cuando no acabamos de salir de la primera, ni de la segunda, viene la tercera crisis, la provocada por la injusta e ilegal guerra de Putín. Ojo al dato. La democracia debe salir fortalecida. Ala, todo dicho del tirón.

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Columnista
Salvador Soler

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