domingo 5 mayo
Opinión  |   |

Todo por el campo... pero sin el campo

Pasadas las Navidades nos damos cuenta, como todos los años, que hemos ganado algún kilito. Cordero segureño, cochinillo al horno, pollo a la pepitoria, embutidos alpujarreños, quesos, mantecados y otras delicias del paladar han hecho de manera eficiente sus efectos. Todos, salvo los amantes exclusivos de lo verde, hemos padecido los efectos de estas delicias, sin reparar ni mucho ni poco de donde vienen estos manjares, ni los procesos que los han llevado a estar tan buenos, ni mucho menos en las personas del campo que “sacrifican” parte de sus vidas para que la familia y los “cuñaos” puedan disfrutar de las veladas de la Nochebuena, la Nochevieja o el Día de Reyes, eso sin contar las uvas (gordas y dulces) que daban la bienvenida al año nuevo, un año en el que seguramente escucharemos a muchos políticos, no pocos ecologistas así como los típicos iluminados de lo rural (aunque algunos de ellos tan solo han pisado el pueblo en plan dominguero) hablar largo y tendido de la despoblación de la España vacía, del reto demográfico, de las oportunidades que ofrecen los pueblos, e. Todos hablan menos los que realmente tienen que hablar, que no son otros que los que viven en los pueblos.

Pero oiga, porqué no le preguntamos a ellos que opinan del mundo rural, cuáles son sus necesidades y demandas, que cambiarían para mejorar sus vidas. Yo como sufridor y “disfrutador” de lo rural, me atrevería a decir que casi todos ellos dirían lo mismo, trabajo para poder vivir y criar a sus hijos, además de servicios públicos decentes, por lo menos los más básicos: sanidad, educación, transporte, servicios sociales, seguridad ciudadana… Pero hablemos de ese trabajo cuyos frutos da de comer a las grandes ciudades y áreas metropolitanas, y que muchos desprecian y tachan de contaminantes, de malgastadores de agua y de otros recursos naturales o de pintar y distorsionar el paisaje natural.

En estas pasadas Navidades mi buen amigo y exministro del Reino de España, don Manuel Pimentel, me regalaba su nuevo libro titulado “La Venganza del Campo” en cuya portada reza “El campo se vengará, al modo bíblico, con escasez y brutal encarecimiento de los alimentos, de la sociedad que lleva décadas despreciándolo”, y tengo que asegurar que estoy muy de acuerdo con estas previsiones “pimentelares”, y es que la sociedad española en su conjunto lleva años despreciando al campo y a sus pueblos, implantando una cultura antirural y despectiva de todo lo que huele a agricultura y ganadería. Cuantas veces hemos podido escuchar “Hijo sácate una carrera y vete a vivir a la ciudad, que aquí en el pueblo no hay nada”.

Frases como esta se han instalado en nuestro subconsciente haciendo sus efectos, acentuando y agravando las consecuencias de la grandes migraciones del pasado siglo de los pueblos a las ciudades dejando a estos sin gente, sin vida y sin futuro. Ahora nos damos cuenta y padecemos las consecuencias de la falta de productos alimentarios, nos lamentamos de por qué un litro de aceite vale 12 “pavos”, de por qué ha subido tanto el pan, la leche, el cordero o el pollo, pero aún no somos conscientes de que esto acaba de empezar, de que los alimentos cada vez serán más caros y escasos debido a que cada vez hay menos gente joven que quiere dedicar su vida a vivir en su pueblo, a luchar con sus vecinos, o a poder trabajar sin que le toquen mucho “las pelotas” con ecoregímenes, con normativas conservacionistas abusivas o con restricciones en el acceso a las ayudas de la PAC como ha hecho el gobierno sanchista recortando 500 millones de euros para nuestros agricultores y ganaderos.

Ante este desafío tengo la esperanza de que se produzca un cambio de tendencia en la sociedad, y que llegue más pronto que tarde, entre otras cosas porque la calidad de vida que ofrece vivir en un pueblo no te lo da una ciudad, porque el sector primario ya es una fuente de empleo estable que cada vez mejora más las condiciones laborales, porque aunque quede mucho por hacer las administraciones se conciencian cada vez más en mantener y mejorar los servicios públicos de los pueblos, y porque ejemplos como el proyecto “En tus genes” de mi antiguo alumno Alfonso “el de la Vidriera” y su familia son un modelo a imitar y seguir. Un proyecto que pone en valor la vida rural y la calidad de los alimentos que se producen en el campo. Un campo en el que cabe la vida de las personas, la conservación del medio ambiente y el futuro de nuestras venideras generaciones con la mentalidad de todo por el campo, pero eso sí, con el campo.

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Columnista
Mariano García

Parlamentario andaluz del PP por Granada

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