domingo 5 mayo
Opinión  |   |

Y colorín, colorado: fin a la patente de corso

La situación que estamos viviendo en el Gobierno es cuanto menos extraña, por lo menos distinta, y para algunos de nosotros preocupante. Nunca, antes se conoció un Gobierno de la nación sometido a una pequeña minoría que quiere precisamente separarse la nación.

En España disfrutamos de un Estado Social y Democrático de Derecho. Cada una de estas palabras tiene un enorme significado. Y tras una transición que fue modélica, y una alternancia política enriquecedora y sana para nuestra democracia, vivimos y disfrutamos nuestros derechos y libertades, cumpliendo nuestras obligaciones. En paz, con respeto, con solidaridad, con seguridad. Una sociedad madura, que ha conseguido importantes avances en los distintos campos, y que ha sido ejemplar en muchos aspectos. Con infraestructuras modernas, con servicios públicos de calidad, que atienden las necesidades de la sociedad, de los diferentes colectivos. Con universidades de prestigio, publicas que permiten la formación de muchos jóvenes, (y mayores) en condiciones de igualdad. El equilibrio y la paz social, estaban presentes en nuestro estado de bienestar.

Pero llegó un presidente, que desde luego es diferente. Ha roto todos los principios y lealtades institucionales en aras no del país, sino de su ego personal y su necesidad de permanecer en el Gobierno. Cueste lo que cueste. Hasta el punto de que actualmente en España, tenemos un Gobierno secuestrado que acepta todo lo que le piden.
El partido independentista catalán de Junts ordena y Sánchez ejecuta. Son tantos los episodios que jamás pensábamos que podríamos ver y que se están produciendo, que es lamentable y preocupante. Una concesión a Junts, escandalosa, tapa a la anterior. Porque cada vez piden más, y Sánchez sigue cediendo. Cuando, vemos, como en sede parlamentaria, en entrevistas a televisión, radio, redes sociales o en cualquier medio tanto él, como sus ministros, no estaban dispuestos a pasar determinadas “líneas rojas” o ceder en determinadas “cuestiones” o competencias, por inconstitucionales y ahora dicen todo lo contrario, y ceden.

Una vez superado el sopor que le pudiera causar mentir a todos los españoles, la justificación de estas conductas contradictorias en “continuos cambios de opinión” le han dado patente de corso para seguir mintiendo y seguir cediendo todo lo que le piden, aunque antes era impensable e imposible.

Ayer era, el axioma de Sánchez era “la verdad está en la realidad” y pregunto ¿En qué realidad? ¿En la de un Gobierno débil que perdió las elecciones y que, para mantenerse en el poder, está dispuesto a ceder el traspaso de las competencias reservadas al Estado en inmigración, la condonación de deuda, la cesión de la gestión de los trenes (Rodalíes), la amnistía de los presos condenados por sentencia firme en el proccès? Y un sinfín de peticiones, algunas que ni siquiera conocemos o conocemos, pero su debate no ha saltado aun a la opinión pública, como es el caso de la cesión de las competencias al País Vasco, respecto de los funcionarios municipales con habilitación nacional: Interventores, Tesoreros y secretarios Municipales. Cesión que también se pudiera realizar a Cataluña.

Han pedido la publicación de las balanzas fiscales que esta misma ministra siempre ha considerado que ese dato es muy sensible, porque analizar lo que cada territorio aporta y recibe fuera de un marco de solidaridad entre comunidades autónomas y sostenimiento conjunto del país abre un debate de separación y conflicto entre españoles: El “España nos roba” o “Andalucía nos roba” tan vociferado por ciertos representantes públicos independentistas, lleva a justificar la situación de los males propios, echándole la culpa a otros, con burla, desprecio que llega a ser de odio. Incluso ascendiendo a xenofobia. Siguen potenciando las diferencias entre territorios y levantando piedra a piedra un muro entre españoles. Pero, lo que a Sánchez quizás no le cuentan, es que son muchas las personas que han confiado en su proyecto, y ahora se sienten, al igual que la mayoría mas o menos silenciosa en profundo desacuerdo con las continuas humillaciones y tensiones a las que está sometiendo al país.

Ya comienza a sonar la música de amnistía para los presos de ETA. Algo impensable para la mayoría de españoles, que nos preguntamos donde está el límite, para un Gobierno que ningunea a las víctimas del terrorismo, pero se echa en los brazos de los herederos políticos de sus verdugos.

Este lunes, el secretario General de la Junts, Jordi Turull, ha advertido al presidente del Gobierno: “Si el Estado se niega a un referéndum, colorín colorado”. Y confirma que en estos días de enero, tendrá lugar una nueva reunión “secreta” con el PSOE en el extranjero, con la supervisión del mediador salvadoreño. Para seguir definiendo la hoja de ruta del Gobierno, en el marco de las pretensiones de Puigdemont: La autodeterminación de Cataluña, llegada tras la cesión de todas las competencias estatales.

Tendría su gracia, seguir el cuento infantil, de colorín colorado, pero en realidad, tiene muy poca. Porque atónitos asistimos día a día a ver como se desdibujan las instituciones, y como se debilita el Estado de Derecho, cambiando el modelo que tan bien ha funcionado y nos ha llevado a los mejores años de prosperidad y convivencia social a… “otra cosa” absolutamente desconocida.

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Columnista
Inmaculada Hernández

Senadora del PP por Andalucía

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