lunes 6 mayo
La Cínica Interviú  |   | Francisco Barajas

“La corrupción no es solo española, ni política”

José Luis Serrano, catedrático y escritor: “En Granada nos quejamos hasta de tener cuatro poetas por metro cuadrado”

El catedrático José Luis Serrano. Foto: Álex Cámara

El catedrático José Luis Serrano. Foto: Álex Cámara

Este catedrático de Filosofía del Derecho de la UGR y escritor de tronío del olimpo de las novelas históricas, José Luis Serrano, es un hombre docto universitario, magnifico escritor, platicador empedernido de los gusta oír y persona humana que se ducha todos los días. Es como un espíritu santo en tres personas que se preguntan todos los días cuál de ellas es la ese día que ha amanecido, pero que al final de la ducha higiénica las tres personas se ponen a funcionar como una sola persona. Y para bien de sus alumnos, de sus amigos y personas afectivas y de sus lectores. José Luis Serrano es un hombre que, a simple vista y a simple palabra inteligente, se nota que también es tres cosas a la misma vez: un excelente profesor universitario, un magnífico escritor y un ser humano político que gusta de meter la uña y todo el dedo y la mano en la llaga del costado del mundo político que es progresista. Y porque ama la libertad. ¿Hay algo, además de los hijos, más bello que amar las libertades? Se pueden amar a las mujeres, más o menos tiempo, pero amar la libertad es lo que mueve al mundo y hace que éste progrese. Ha sido un placer, estimado y admirado entrevistado. Una vez, por eso de cambiar los roles, me gustaría que usted fuese el que me entrevista a mí. Y muchas gracias por las respuestas.

Pregunta.- Hay en mí una gran duda, usted escribe que cuando se ducha también duda por saber quién es usted… ¿Usted es un filósofo del Derecho, un profesor universitario, un investigador universitario, un escritor de novelas, un poeta, una criatura humana, un votante que paga impuestos…?

Respuesta.- En la ducha me repito mi nombre porque tengo el sueño muy profundo y porque tal vez sea lo único claro. A partir de ahí empiezan las contradicciones. La primera es que soy profesor universitario y escritor. Y ambas cosas tienen bifurcaciones: soy docente e investigador. Soy de Filosofía del Derecho, lo cual me convierte en filósofo entre juristas y abogado entre filósofos. Por el otro lado, publiqué novelas policíacas (divertidas y ligeras) y dos novelas históricas (más sesudas y ásperas). Para poner orden en todo esto lo único que se me ha ocurrido es darle nombre a mis estados de ánimos: no estoy creativo, sino que soy Luis; no estoy serio y reflexivo, sino que soy José... Juegos propios de quiénes tenemos el sueño profundo y tardamos en despertar...

P.- ¿Como filósofo del Derecho usted entiende al mundo jurídico español?

R.- Creo que sí. Pero me apresuro a distinguir: no es lo mismo conocer las causas que apoyar los fundamentos. Un forense diría que Sócrates murió por la cicuta, pero cabe decir que Sócrates murió por la diferencia entre el bien y el mal en un contexto sofista. La cicuta es la causa, la diferencia entre el bien y el mal, el fundamento. Entonces,
volviendo a tu pregunta, conozco más o menos las causas de la crisis del derecho contemporáneo, pero no comparto los fundamentos...

P.- ¿Como profesor universitario usted comprende a la sociedad civil española?

R.- No la comprendo, porque no tengo una teoría comprensiva de la sociedad. Me dedico al análisis de la sociedad, pero analizar es lo contrario de comprender. Analizar es buscar lo diverso en lo común y comprender es buscar lo común en lo diverso. Hay más: desconfío de los que dicen comprenderlo todo. La sociedad no es un todo compuesto de partes, no es una máquina que un relojero pueda reparar. Quien crea ser ese relojero es porque piensa –como Hegel– que el todo es lo verdadero. Yo creo que “el todo es lo no verdadero” –como decía Adorno. Hay un nombre para los que sostienen la mentira del todo: totalitarios.

P.- ¿Cómo investigador universitario usted puede clasificar la corrupción política existen en España?

R.- La corrupción no es sólo española, ni sólo política. Es también corrupción económica, familiar, personal… El diagnóstico terrible es que el ecocidio, el patriarcado, la corrupción… todos los problemas de nuestra sociedad, están atravesados por una misma raíz. Son síntomas aislados de una única enfermedad: el capital. El capitalismo, como el cáncer, es un proceso de crecimiento sin límite, cuya victoria es la destrucción del organismo que lo contiene, la biosfera. La corrupción política española es sólo el síntoma pequeño de algo muy grave…

P.- ¿Y como escritor puede usted hacer una metáfora que defina al mundo político español, al mundo de los partidos políticos?

R.- Hay que matizar. Conozco gente honrada que se deja el tiempo, el dinero y la vida luchando por causas políticas -en el sentido de públicas-. La crítica a los políticos –los nazis la practicaron, antes de llegar al poder— es peligrosa, si no se hace esta distinción. Y es peligrosa porque con el agua sucia nos podemos llevar al niño: la democracia.

P.- Hablemos de sus libros, de sus novelas: “Al amparo de la ginebra” (2000); “Febrero todavía” (2001); “Zawi” (2006); “Brooklyn Babilonia” (2009) y “La Alhambra de Salomón” (2013)… ¿Conozco, usted lo ha escrito, que “Brooklyn Babilonia es su favorita?

R.- Los lectores de mis novelas policíacas me dijeron que cómo era capaz de perpetrar algo tan duro como Zawi. Los lectores de mis dos novelas históricas -siempre tan serios- sonríen displicentes cuando visitan por casualidad las páginas de Al amparo de la ginebra. “Pecados de juventud” –piensan. Estas novelas pueden haber pasado de los diez mil lectores cada una, pero la que a mí me gusta se llama Brooklyn Babilonia y llevará 200 lectores. Por eso tal vez es mi favorita.

P.- Pregunta para tener regusto a granadino que no es periférico ni cateto… ¿Usted cree que Granada es tan cultural como la pintan y que tiene tantos artistas de todos los géneros como la retratan?

R.- Su pregunta es muy granadina. Un sevillano jamás desconfiaría del número de artistas de su ciudad. En Granada nos quejamos hasta de tener cuatro poetas por metro cuadrado. Granada produce artistas por miles, pero Granada es la ciudad más crítica con sus artistas. La contradicción viene de lejos: Granada es la ciudad capaz de alumbrar un poeta tan universal como Federico, pero también es la ciudad capaz de matarlo.

P.- Hablemos de la UGR… ¿La UGR es una unidad de destino en lo universal o es una autopista para formar desempleados excelentemente bien formados?

R.- La UGR es una magnífica universidad europea que combina muy bien innovación con tradición. El empleo de sus titulados es algo que no depende de la UGR, sino del mercado laboral.

P.- Divaguemos absolutamente poco para no meter nada corporal en el maíz… ¿Por ventura usted conoce las fazañas y entuertos de un tal ministro Wert?

R.- Claro que lo conozco. Wert –o mejor dicho, la política educativa del PP– tiene tres ingredientes: frente a educación pública, privatización; frente a educación laica, clericalismo; frente a escuela andaluza, centralización. La centralidad de Madrid, la Iglesia envuelta en la ciencia y el mercado dominando en lo público son los tres ingredientes de la peor España imaginable.

P.- Siempre hay que estar a favor de la peor democracia frente a la mejor dictadura… ¿Cree usted que la abstención electoral puede llevar de nuevo al fascismo?

R.- La abstención no es de recibo. Y menos para la izquierda. Una dictadura es una forma de hacer obligatoria la abstención. En una democracia las preguntas son: ¿Quién lee la abstención? ¿Cómo sabemos qué porcentaje de abstencionistas son simplemente fascistas? El voto en blanco, en cambio, merece todos los respetos. Es una forma de no votarle a nadie, al tiempo que se deja claro que se quiere seguir votando.

P.- Una curiosidad a contestar por usted que nos puede llevar a los granadinos al Templo de Salomón o a saber que no poseemos malafollá… ¿Y por qué Granada es levítica como usted asegura?

R.- Las ciudades andaluzas reflejan las ciudades santas. Sevilla es Roma; Córdoba, La Meca y Granada, Jerusalén. Esto no es nuevo. En el siglo XI, Samuel Nagrela quiso convertir a Granada en la capital de una república salomónica: Israel en Sefarad. En el siglo XVI, cuando Granada iba a ser la capital de las Españas, se barajó para ella el nombre de Nueva Jerusalén... Le podría dar a usted muchos más datos, pero desbordaríamos el espacio de esta entrevista. Creo que “La Alhambra de Salomón” responde en buena medida a su pregunta. Así que –con su permiso– allí podemos remitir al lector interesado.

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