martes 19 marzo
Opinión  |   |

2+2= Nada

Se habrán dado cuenta de que ese 2+2 ha vuelto a la escena. Desde hace algunas semanas, ese runrún se ha vuelto a convertir en discusión acalorada. La protagonizan PP y VOX, reprochándose ambas formaciones la culpabilidad de que nos gobierne un alcalde tan nefasto. ¿Y por qué pasa eso ahora? Porque estamos a tres meses de que se cumpla el paso del ecuador del actual mandato, momento en el que Salvador debería traspasar los trastos de gobierno (impolutos por falta de uso) a un sustituto del partido de Pablo Casado. Llevamos dos años con mentidos y desmentidos, con acusaciones y exabruptos sobre este tema. Nada que no sea normal cuando se sientan en la misma mesa tahúres (según la tercera acepción del Diccionario de la Real Academia, jugadores fulleros) que hacen de la trampa un medio de vida.

¿Qué puede pasar en el mes de junio? Para que pase algo, lo primero que debe suceder es que el señor Salvador se vaya, es decir, dimita. Las posibilidades de que esto pase solo dependen del puesto que se le ofrezca para irse. Que Salvador quiere irse lo sabe todo el mundo; que en el PP y en Cs tienen más ganas de que se vaya, también es algo indisimulable. Cumplida la primera premisa, veremos si las derechas de nuevo son capaces de ponerse de acuerdo para un sustituto que sea de la misma cuerda ideológica. Si lo hicieron una vez, lo harán otra. Ya lo dijo Egea: “lo que sea con tal de que no gobierne Cuenca”. Si no hay ideas para rescatar a los pequeños negocios, no pasa nada; si las colas del hambre son cada vez mayores, no pasa nada; si el Ayuntamiento sigue paralizado, no pasa nada. Aquí lo único importante es que el PSOE no gobierne y que Cuenca no sea alcalde.

Mientras tanto, a estas alturas nadie en Granada es ajeno a la realidad que ha marcado la pandemia que nos visitó hace un año ni de sus efectos económicos y sociales. No hay más que pasear por nuestros barrios para ver locales cerrados; carteles que avisan de un traspaso, de un negocio que se acaba, de un nuevo alquiler. Tampoco nos es ajena a través de familiares, conocidos o amigos que viven atrapados en un ERTE o que sencillamente han perdido su empleo durante este tiempo. Esta es la radiografía de nuestra ciudad, de la nuestra y de la del resto de ciudades golpeadas por la COVID.

Aunque quizá sí haya alguna diferencia entre lo que sucede en otras ciudades respecto a la nuestra. Basta con echar un vistazo a la prensa local para poder comprobar que los ayuntamientos toman medidas, cada una en el ámbito de sus posibilidades, pero son proactivas, han reaccionado haciendo de su gestión una herramienta útil, un instrumento que sirve para aliarse con quienes peor lo están pasando ofreciendo solidaridad, apoyo y soluciones reales. Eso no está pasando en Granada.

Las familias granadinas, los pequeños negocios de nuestra ciudad tienen que convivir con ese constante agravio comparativo y una serie de añadidos más que singularizan la situación en Granada agravándola aún más si cabe. Porque sí hay algo que PP y Cs hacen y muy bien desde la Plaza del Carmen. Cuentan con una especie de don natural que les convierte en maestros en lo suyo. ¿Y qué es lo suyo? Centrarse en lo que a nadie importa.

Por desgracia, el equipo de gobierno de la ciudad de Granada compuesto por PP y Cs, fruto de un extraño pacto firmado por estas formaciones en Madrid hace casi dos años por el que vendieron Granada (como denunció Sebastián Pérez) para repartirse Málaga y Murcia, tiene el triste privilegio de ser el único de España en no hacer absolutamente nada durante todo este terrible periodo.

Estas son las consecuencias del llamado “Pacto de los Trapos Sucios”, el acuerdo extraño que nos impusieron PP y Cs desde Madrid, con la inestimable colaboración de VOX. Al no descansar en ningún programa de gobierno, a estar conformado por formaciones políticas que no tenían nada en común salvo impedir el gobierno del PSOE de Paco Cuenca (algo que recientemente ha manifestado orgulloso el número 2 del PP en Madrid, Teodoro García Egea) este pacto solo está preocupado por su continuidad. Su firma no fue un medio sino un fin en sí mismo. Por eso llevamos dos años oyendo hablar tanto del famoso 2+2.

Y así es como PP y Cs, con el inestimable apoyo de la ultraderecha (“chupito”, que diría Miralles), acreditan sin disimulo alguno lo que desde hace dos años el PSOE denuncia y la ciudadanía corrobora: lo único que a Salvador, Díaz, Olivares, Huertas les importa es tener un techo bajo el que guarecerse en un proyecto estrictamente personal, mientras fuera de ese techo miles de familias pasan frío en la peor crisis que ha sufrido (y sufre) Granada desde hace un siglo. Estaremos expectantes a lo que pase en los dos próximos meses.

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Columnista
Jacobo Calvo

Secretario de Organización del PSOE de Granada capital y docente

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