martes 19 marzo
Opinión  |   |

Alí babá

No hay duda. El mundo en el que vivimos, este que incluye la pandemia y la tormenta Filomena, nos presenta su verdadera cara, la mercantilista que se multiplica por unas cuantas potencias, esta vez, en forma de kilovatios, para que unos pocos, muy pocos, pero poderosos, se llenen los bolsillos a costa de las necesidades de la gente. Es, por tanto, un mundo mal construido, lleno de carencias y que acaban pagando los más desfavorecidos. Así, una vez más comprobamos como se dispara la factura de la luz al mismo tiempo que se corta el suministro dada la pésima calidad de las instalaciones eléctricas de las distintas compañías, en nuestro caso ENDESA, una ensambladura que mantiene, así mismo, barrigas serviles a precio de oro. Mientras, el Distrito Norte de Granada sufre las consecuencias, pues un día sí y otro no, soporta el calvario de abonar el recibo de la luz sin que reciba el servicio por el que paga y que ahora sin que se sepa de qué forma ha sucedido o, según parece, de manera mágica provocada por Filomena, es lo que se conoce como arte del birlibirloque, venimos a acoquinar un precio del suministro eléctrico equivalente a los 95 €/megavatio hora en el mercado mayorista, lo que viene a suponer unos 16,81 céntimos por kilovatio hora con la tarifa regulada (PVPC), es decir, Ali Baba y sus ladrones a toda pastilla, desmelenados al viento y a rienda suelta obteniendo el máximo beneficio por el mínimo esfuerzo y si no que se lo pregunten al Sr. Borja Prado, presidente que fue hasta el año pasado de Endesa que recibió una retribución total de la compañía de 14,78 millones de euros, según el informe anual de retribuciones de consejeros presentado por la citada cueva de cleptómanos a la CNMV. Y, el nuevo presidente, Sr. Sánchez Calero, de la compañía percibirá un salario fijo garantizado de 50.000 euros brutos al mes, al que se sumarán 1.500 euros por cada reunión del consejo de administración a la que asista. El resto de los consejeros no bajan de los 125.000 euros al mes, más 22.000 euros por dietas. Y, solo hablamos de ENDESA, si añadimos IBERDROLA Y GAS NATURAL y las puertas giratorias, el vértigo nos llevaría a la náusea automática. Estos son los resultados de haber privatizado al galope de la liberalización el sector eléctrico, que se nutre de unos recursos que pertenecen a lo que podríamos llamar la sociedad, o si se quiere a la ciudadanía que es, en particular quien soporte esos costes y a cambio recibir el peor de los servicios. En definitiva, corrupción en esencia viva.

A todo lo anterior, hay que sumar en Granada, la desconexión entre las instituciones del Estado, la autonómica y la local, que es muy responsable de la situación, pues de forma interesada y falsa, junto a Ali Babá, viene achacando al cultivo de marihuana los cortes de luz en el Distrito Norte de Granada, cuando lo que hay es la peor gestión que nos podamos imaginar de unos recursos por los que se obtienen unos ingresos y beneficios abusivos sin que estos redunden en inversión para unas instalaciones adecuadas, que garanticen el servicio por el que cobran. Y, si, como dicen, lo que se está cometiendo es un delito por los cultivos psicotrópicos es el Estado quien debe garantizar la seguridad de las personas, que para eso tiene la fuerza coactiva. Y, quien debe procurar que las instalaciones de suministro de luz cumplan con los estándares mínimos es la Junta de Andalucía y que la población no vea suspendido el abastecimiento es competencia y responsabilidad del Ayuntamiento que debe de una vez por todas formalizar los oportunos convenios de colaboración con las eléctricas y así cumplir con esa obligación básica que está relacionada, además, con la calidad de vida de la ciudadanía granadina y su salud. Para ello, en vez de echar la culpa solo a la tormenta de nieve y frio y a la marihuana, deberían coordinarse las tres administraciones en los distintos niveles y exigir, cada una en sus competencias, a la cueva disfrazada de eléctrica que cumpla con el contrato, utilizando los medios legales de los que disponen. Es por todo ello, muy oportuna la movilización ciudadana granadina que con tanta legitimidad y razón está mostrando su más enérgico rechazo e indignación a Ali Babá, reclamando el servicio que pagan sin corte de suministro.

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Columnista
Salvador Soler

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