martes 19 marzo
Opinión  |   |

Bandazos

Hace tiempo que pienso que el nivel de nuestros dirigentes políticos no deja de bajar y que cada nueva promoción hace buena a la anterior. Con honrosas excepciones, por supuesto. Aunque quedan difuminadas entre tanta mediocridad y crispación. La política siempre ha tenido un alto componente de marketing donde la imagen es casi más importante que el fondo, el significante más esencial que el significado y los gestos más relevantes que el programa. Basta seguir las noticias sobre la actividad política para descubrir que predominan los discursos vacíos, en los que apenas se dice nada concreto, como mucho se sugieren generalidades que poco concretan y menos comprometen. Tanto es así que se ha popularizado el término “postureo” para describir esa forma de hacer política.

Más pendientes de las encuestas que de las personas a las que pretenden gobernar y sus problemas no dudan en cambiar el discurso, no ya de una campaña electoral a otra (llevamos cuatro años de no parar) sino incluso de un día para otro. De auténticos bandazos podríamos tildar los cambios producidos en los discursos de los principales candidatos a lo largo de los últimos meses.

Sánchez ha pasado de considerar a Iglesias como “socio preferente” a decir que no duerme solo de pensar que estuviera sentado con él en el Consejo de Ministros. De prometer el cambio y la recuperación de derechos sociales a un discurso conservador donde se propone como garante de la seguridad y la estabilidad. De tomarse con calma las negociaciones para la investidura a proponer ahora la máxima celeridad y hasta quedarse sin vacaciones de Navidad cuando se tomó un largo verano de asueto…

Casado ha batido todos los récords de velocidad en virar su discurso, desde la derecha a la extrema derecha y de allí al centro, sin despeinarse, ni ponerse colorado, ni sentir el más mínimo vértigo. Hemos perdido la cuenta ya de las veces que el PP pretende regresar al centro.

Rivera y Ciudadanos no han hecho otra cosa en su corta vida como partido que dar saltos de un lado a otro. Nacieron como socialdemócratas, se acostaron liberales y despertaron dejando a la derecha al PP. Ahora vuelven a reclamar un espacio más centrado y a apuntar un posible pacto con el PSOE y con Sánchez, al que ayer vetaban de forma desaforada.
En lo más cercano, en el ayuntamiento de Granada hemos tenido un verano para no aburrirnos. La mañana del 15J nadie parecía saber quién sería el alcalde de la ciudad. Con cierta sorpresa salió elegido Luis Salvador, de Ciudadanos, con sus cuatro votos más los siete del PP y los tres de VOX. Pero apenas habían pasado unas horas y el portavoz de este último partido estaba despotricando de su propio voto y anunciando una moción de censura. Y así todo el verano, amago tras amago de algo que todo el mundo sabe que nunca será, no solo porque ni PSOE ni Podemos-IU aceptarían sino porque ni en sueños (o en pesadillas) cabe imaginarse a los concejales de VOX votando a Francisco Cuenca como alcalde.

Al mismo tiempo, el candidato del PP, Sebastián Pérez, se apea diciendo que él será alcalde dentro de dos años, reivindicando una fórmula matemática de andar por casa, 2+2. A lo que el alcalde responde con otra aún más simple, 4+0. Nada de empate, goleada. Un penoso debate que lo único que hace es poner en evidencia que la alcaldía de Granada se decidió en Madrid, dejando en ridículo todos los grandilocuentes discursos presuntamente granadinistas con que nos amenizaron la pasada campaña electoral. Nada de Granada para los granadinos. Todo lo más un cromo para repartirse en la capital del reino.

Por otro lado, el ex-alcalde Cuenca está a punto de ser llamado a juicio oral, a pesar de que sigue jurando y perjurando que solo se le acusa de un “delito administrativo”, algo que yo no sé lo que es, porque siempre he entendido que un delito o es penal o no es delito.

Y mientras andan entretenidos en estos juegos la casa sin barrer. Aquí parece que no gobierna nadie. Se promete pero no se hace. El dato del Periodo Medio de Pago a Proveedores (PMP) del mes de agosto alcanza una altura de vértigo. El PP dejó el Ayuntamiento en la ruina. Cuenca llevó el PMP de 99 a 214 días y Luis Salvador y su bi-equipo lo han elevado hasta los 243 días, más de ocho meses. Un nuevo récord.

Déjense ya de postureos y comiencen a gobernar de una vez. Y si no, váyanse. Los granadinos no nos merecemos esto.

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Columnista
Miguel Martín Velázquez

Portavoz de Podemos Granada

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