lunes 29 abril
Opinión  |   |

Juanma y la corrupción

El viceconsejero de Salud del gobierno de Moreno Bonilla ha adjudicado contratos a dedo por importe de 44 millones a una empresa que ahora va a contratarle, sin que una cosa tenga nada que ver con la otra. Dice Juanma que le parece bien siempre que sea en julio, antes no. Es el mismo señor que hace unos meses dimitió de su cargo “por motivos personales” cuando supimos que hay más de un millón de andaluces y andaluzas en las caóticas listas de espera sanitarias. Durante su mandato la Junta firmó conciertos por más de 734 millones de euros con empresas sanitarias privadas, las mismas empresas en las que ya han contratado un seguro médico dos millones de andaluces. Las mismas empresas en las que luego terminan los viceconsejeros de salud. La misma empresa que patrocinó tres actos electorales del PP en las elecciones generales del año pasado.

La Guardia Civil está investigando cómo llegaron 3’6 millones de la Junta de Andalucía a las cuentas de Luis Rubiales y sus socios a través de convenios y contratos de patrocinio. Sabíamos que Luis Rubiales era un personaje oscuro que hacía negocios en Arabia Saudí o en la República Dominicana, lo que no sabíamos era que en España los hacía con Moreno Bonilla. Queda por explicar por qué el Gobierno andaluz destinó 5 millones de euros, de las ayudas a la escolarización de menores de hasta tres años, a financiar las obras del estadio de La Cartuja de las que se benefició Rubiales y que ahora se están investigando.

También nos hemos quedado sin saber por qué la entonces consejera de Fomento, hoy alcaldesa de Granada, Marifrán Carazo, aprovechó unos contratos destinados a las emergencias Covid para arreglar carreteras y adjudicó los contratos a empresas sin experiencia previa, ni oficina, ni facturación, ni trabajadores en nómina. Empresas que, a falta de experiencia ni trabajadores, terminaron cobrando y subcontratando a otras que realmente hicieron los trabajos.

Un gobernante se la juega la primera vez que le sale un garbanzo negro. Suponiendo que sea inevitable que algunos indeseables lleguen a la política, ese es un momento clave. La reacción de un líder ante la corrupción lo define y lo marca para siempre. No hablamos naturalmente de la corrupción de los demás, para la que todos somos despiadados, sino de la propia. Nuestros propios corruptos son también nuestra vara de medir. El que no es capaz de aplicarse a sí mismo la misma firmeza que a los demás, también es sospechoso. Sabíamos que Juanma era implacable con los otros, pero seguimos sin saber qué hará con sus propios corruptos porque la reacción sigue sin llegar. Y ya está tardando. La corrupción puede afectar a todos, pero no todos responden de la misma forma.

Juanma haría bien en recocer su estirpe, en prever que ser del PP ya es un factor de riesgo, en recodar que con la letanía de casos de corrupción que le preceden, Gürtel, Bárcenas, Kitchen, Bankia, Lezo, Púnica, Erial, Palma Arena, Brugal, Noos, Taula, Tandem, se podrían dar dos vueltas al mundo. Debería saber que sus puertas giratorias, sus negocios grasientos y su falta de explicaciones acabarán con el mito de aquel Juanma Moreno bonachón y campechano y lo situarán correctamente en el contexto que le corresponde.

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Columnista
Pablo Hervás

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