Luna creciente (Rayas de cebra sin reloj) (9-9-2014)
Rayas de cebra sin reloj
Yo soy un ciudadano de Granada como cualquier otro ciudadano de esta ciudad. Me llamo Francisco, pero mis amigos me llaman Paco a secas. Y soy un votante español de España, granadino por nacimiento, y un trabajador que colecciona miradas oblicuas de las damas, pantallas apagadas de televisores, fotografías de personajes inadecuados, las páginas oscuras y opacas de los periódicos de carbón y lumbre, anatemas de las sotanas de los obispos, toda clase de libros que enseñan a ser persona, esquelas mortuorias de mis enemigos, telegramas de mis fantasmas preferidos y las bellas sonrisas de los niños y ancianos que son felices. Y escribo estas letras confusas, aunque llenas de sobresalto y miedo, porque el otro día me quedé atrapado entre las rayas de cebra de un paso de peatones. Y en el centro de la misma ciudad. El tiempo de paso para peatones de un semáforo me atrapó y no me dejaba pasar ni para adelante ni para atrás. Me quedé sin habla y con las piernas que me flaqueaban Y tampoco me dejaba ir para un lado u otro de lo que ya es calzada para los vehículos. El miedo me estaba devorando como si un gran escualo blanco me tuviese en su enorme boca con varias filas de dientes que eran espectaculares por devastadoras y mortales. Y las gentes me miraban, y se reían. Y algunas gentes me decían que doña Telesfora Ruiz me había castigado porque ella es la diosa de la Movilidad del Olimpo que preside Zeus. Estaba como en una jaula. Y cuando iba a morir de calor, falta de agua, afonía por mis gritos de pavor, comida y pánico, el semáforo se volvió generoso y amplió su tiempo de paso para los peatones. Di gracias a las LAC y a la diosa Telesfora Ruiz, y continúe caminando en pos de llegar a la cafetería amiga en la que todos los días me tomo una manchada de café con leche.
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