martes 19 marzo
Opinión  |   |

No queremos a falsos salvadores

Decía un filósofo que para salvar al mundo lo único que hay que hacer es pensar. Es evidente que ese pensamiento viene determinado por un análisis de la situación que dé como consecuencia soluciones posibles a cada problema planteado. Exige formación, compromiso con las personas, serenidad, paciencia, habilidad, rectificación, cintura, inteligencia, imaginación, intuición y capacidad para trabajar en equipo. Si pensar, y todo lo que conlleva, fuese el principal criterio para seleccionar a un “salvador” o “salvadora” de una situación extrema, quizá nos cueste encontrar a un número amplio de personas. Si la selección fuese por descarte habría que librarse de ocurrentes, ególatras, capitanes a posteriori, personas no empáticas, individualistas, demagogas, tramposas, farsantes, oportunistas y desleales. En política, algunos y algunas creen ser salvadores de la patria, aún a sabiendas de que, aplicando los criterios anteriores, se quedarían fuera de cualquier selección. Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta. Y si, para colmo, no pasas por Salamanca, la cosa se complica más si cabe.

Tampoco llamarse o apellidarse Salvador es garante de poder ejercer como tal. Tenemos el ejemplo en Granada. Sí, el alcalde. El pasado viernes nos sonrojó a miles de granadinas y de granadinos en televisión. La presentadora, que no daba crédito a lo que oía, sufrió el bochorno que produce la vergüenza ajena. Me consta de buena fuente que la estrategia del solitario Salvador, de nombre Luis, fue esa de “que hablen de uno, aunque sea mal”. Ya lo hizo cuando habló de su cráneo perfecto. Su soledad y la angustia que le genera ser un personaje irrelevante en Granada, aún siendo alcalde, le llevó a hacerse un “Ayuso” en pleno directo. La audiencia del programa, de una forma u otra, seguro que se preguntó: “¿qué ha hecho Granada para merecer esto?”. Ya saben la respuesta: con solo cuatro concejales de veintisiete, engañó a propios y extraños para hacerse con la alcaldía. La mentira es su “modus operandi” creyendo que no le pasará factura. Y sí, le pasará.

Ojalá su referente fuese otro Salvador, Illa de apellido, Ministro de Sanidad. Desmonta la ocurrencia con rigor, datos y argumentos que preservan la seguridad de millones de personas y, en el caso que nos ocupa, a cientos de miles de granadinas y de granadinos. Toma decisiones pensando y actuando de manera serena, paciente, rectificando y con inteligencia. Es un buen espejo en el que mirarse. Lástima que el de Granada haya optado por reflejarse en Ayuso. Desgraciadamente ya ha cubierto la primera etapa de decir disparates sin temor ni escrúpulos, de manera déspota y vergonzante. Y, lo que es peor, buscando su minuto de gloria a costa de poner en riesgo a la ciudadanía de Granada. ¿Qué vendrá después? ¿Nos encontraremos su imagen en la portada de algún periódico o en sus redes sociales, con el rímel corrido o las manos entrecruzadas con gesto de dolor?

No lo descarten. Ni asesores, ni compañeros del partido le alertan del ridículo estrepitoso al que se está sometiendo. Tampoco lo han hecho con Ayuso, su modelo a seguir. ¿Será porque le tienen miedo? ¿Será porque prefieren mirar para otro lado y así quede en evidencia su incompetencia? No descarto esa segunda después de que Manuel Olivares, su número dos, haya sido el más votado de Granada en el nuevo Consejo General de su partido.

Señor alcalde, esta crisis es mucha más seria de lo que usted está demostrando y de lo que el otro día mostró en televisión. No todo vale. Ni Granada es un cromo, ni tampoco un laboratorio para sus “experimientos”. Lleve su apellido a gala y actúe como lo hace el señor Salvador Illa. Por si no conoce la definición de salvar, se la indico: “librar de un riesgo o peligro, poner en seguro, evitar un inconveniente, impedimento, dificultad o riesgo”. Gracias ministro por su compromiso, responsabilidad, saber hacer, rigor, dedicación y esfuerzo demostrado para salir del COVID-19 de la mejor manera posible. No tema, a pesar de la provocación del alcalde. Granada siempre le recibirá con los brazos bien abiertos.

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Columnista
Jacobo Calvo

Secretario de Organización del PSOE de Granada capital y docente

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