Relatos cortos sin recortar (Ciudadanos públicos singulares XV) (2-3-2015)
Ciudadanos públicos singulares (XV)
Amanecía lloviendo. La lluvia se venía produciendo durante toda la semana. Llovía a mares y océanos. Era una lluvia tan espesa que parecía sopa de pollo con fideos finos. Aunque a Xenón Lobo Bocanegra, diputado nacional por una provincia incierta y muy remolona de la formación política “No Ganamos Nunca” (NGN), no le importaba que la lluvia fuese ya agobiante por pertinaz e insistente. A él le gusta que llueva. Le motiva el sonido de la lluvia cayendo a cascadas. Y se suele poner, sin paraguas, debajo de las goteras que caen de los tejados sin piedad. Le llaman en el hemiciclo: Xenón, el Rana.
Maripepa García Chalupa, dama conservadora que adora a Dios con vehemencia de creyente que lucha en el Congreso de los Diputados porque no se promueva una nueva cruzada contra el infiel, es una mujer aguerrida que milita en un partido progresista que propugna lo de “Haz el amor vestido de soldado y no la guerra empelotas”. Esta dama pacifista, es la amante de un pacífico ciudadano árabe que, a su vez, profesa la religión mahometana sin estridencias y con bondad religiosa. A Maripepa García Chalupa, sus compañeros de partido la llaman: Pepa la beata que folla sin descanso con Mohamed.
Antonio Tentempié Morales, secretario de Música de la Conferencia Episcopal, es un arzobispo que sabe silbar en latín toda la obra sinfónica de Mozart. Y que se pasa por su sexo con castidad sacerdotal, lo de que todos los tontos saben silbar. Él aduce humilde que su silbar es una maravilla de silbador erudito, una bondad que Dios le ha concedido, un don por ser el humilde servidor de la música en la Conferencia Episcopal. Antonio Tentempié Morales, de niño le silbaba a la piara de ovejas de su padre todas las obras de Mozart, y con tonalidades musicales perfectas. Los obispos lo llaman: Monseñor Silbo.
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