lunes 29 abril
Opinión  |   |

Unidad, ¿qué unidad?

Estamos en una doble recta final, la que nos llevará al término del presente mandato y también a las próximas elecciones municipales.

En Granada llevamos unos años viviendo situaciones extrañas. En 2016, la caída de un alcalde detenido y procesado por acusaciones de corrupción urbanística, que abrió el paso durante tres años a un gobierno en minoría del primer partido de la oposición. Luego llegó un alcalde de Ciudadanos, a pesar de ser el tercer partido en número de votos. La estruendosa ruptura del gobierno de la derecha y también, internamente, de los dos partidos que lo sostenían, llegando a haber hasta cinco concejales no adscritos. La consecuencia fue la vuelta al gobierno del PSOE, apoyado por dos tránsfugas de Ciudadanos.

Antes habíamos vivido la tumultuosa ruptura de Vamos Granada, cuyos tres concejales acabaron encabezando sendas candidaturas, a las que se sumó otra candidatura más abanderada por una persona de su staff de confianza. Un esperpento en toda regla. Un ejemplo amplificado del tradicional cainismo que tanto abunda en la izquierda y el progresismo, una especie de maldición histórica, que lleva a ese espacio, una y otra vez, a destruir la unidad que a veces, y excepcionalmente, es capaz de construir.

En las pasadas elecciones andaluzas el denominado espacio del cambio acudió con dos papeletas. La de Adelante Andalucía, fruto de una ruptura previa del grupo parlamentario anterior, conformada por varios partiditos pequeños, todos ellos resultado de desgajamientos de otras fuerzas políticas anteriores. Y la de Por Andalucía, constituida por seis partidos, buena parte de los cuales también provenientes de rupturas previas de organizaciones más grandes.
Por si las cosas no eran ya de por sí complicadas y absurdas, en este último caso la negociación de la propia coalición fue ejemplo de todos los errores habidos y por haber, dando una imagen patética ante la opinión pública.

Imposible hacerlo peor. Parte de los miembros de la coalición quedaron legalmente fuera de ella y el producto fue una sopa de letras con más partidos que diputados. Los resultados electorales estuvieron a la altura de tanto desatino. Un batacazo electoral en toda regla y la victoria por mayoría absoluta del PP.

En el Ayuntamiento de Granada asistimos a una ejemplar excepción, quizás poco conocida en sus mecanismos internos pero exitosa en su forma, en su fondo y en sus resultados. En 2019, Podemos e IU acordaron poner en marcha la confluencia denominada Granada se Encuentra, aunque su marca legal es Unidas Podemos por Granada. La clave de todo la conforma la idea de apelar al conjunto de la sociedad civil para poner en marcha una alternativa política para la ciudad, construida desde abajo, basada en el funcionamiento asambleario, donde cada persona tiene un voto con independencia de su adscripción o no a algún partido político, que pone el consenso como método prioritario de toma de decisiones, sin delegar éstas en reducidas mesas camilla ni acuerdos entre aparatos de los partidos. Donde la candidatura fue decidida en primarias conjuntas, en base a un censo en el que podía participar cualquier granadino que lo desease.

Una experiencia basada en el trabajo conjunto de Podemos, IU y personas independientes, en pie de igualdad. De hecho, en el grupo municipal, todo está repartido a partes iguales entre esos tres pilares, tanto los concejales, cuyo portavoz es una persona independiente, Antonio Cambril, como en el grupo de asesores.

Evidentemente será la ciudadanía granadina la que finalmente deberá evaluar si la experiencia está siendo o no positiva. Pero en estos tres años y medio el grupo municipal ha funcionado al unísono, con una portavocía coral, con visibilidad pública de todos sus miembros, con asambleas mensuales de información y decisión, sin dar un ruido salvo para trabajar y presentar propuestas razonadas y razonables. De hecho es el grupo municipal con mayor porcentaje de mociones aprobadas por unanimidad. Tres concejales que han mostrado que su prioridad es la ciudad y quienes vivimos en ella, capaces de llegar a acuerdos con cualquier otra fuerza política siempre que su contenido sea positivo para Granada. Que ha pactado con el Psoe un acuerdo de 55 puntos, un presupuesto y modificaciones en las ordenanzas fiscales que son pura sensatez y progresividad. Y que pone la democracia y la justicia social como guías de su trabajo diario.

Cuando encaramos los meses previos a las elecciones municipales de 2023 cabe pensar en mantener y consolidar este proyecto, abriéndolo de nuevo a más incorporaciones, tanto de partidos como de personas independientes, y de ajustar su funcionamiento a los nuevos miembros, o de volver atrás, al viejo modelo de las tradicionales coaliciones de partidos pequeños que discuten por el reparto de puestos y de financiación. La disyuntiva está entre seguir abriendo nuevos caminos de unidad en la pluralidad, dando protagonismo real a la ciudadanía comprometida políticamente o retornar a la mesa camilla donde pocas personas deciden por los demás, en el marco de una sopa de siglas y tiras y aflojas que nadie comprende y que aburren hasta a las ovejas. Los resultados de las distintas opciones están a la vista. Nos jugamos poder ser gobierno municipal o que gobierne la derecha.
No hay mucho tiempo que perder. Sigamos avanzando.

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Columnista
Miguel Martín Velázquez

Portavoz de Podemos Granada

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