miércoles 8 mayo
Opinión  |   |

Baltasar, la soledad compartida del líder

Baltasar Garzón no es un rey mago, es un histórico militante antifranquista y comunista, pero también es un activista político enjundioso. No se conforma con la retórica recurrente preestablecida, tiene criterio propio, que lo transmite razonado. No practica la improvisación. Esto lo obliga a estar documentado, no deja las cosas al azar y siempre busca el acuerdo e intenta proponer la mejor solución, una que sea representativa de la mayoría.

Por muchas personas se sabe que fue concejal en el Ayuntamiento de Granada, donde formó parte del llamado gobierno tripartito municipal de la izquierda. También ha sido diputado en el Congreso por Granada, siempre en representación de Izquierda Unida, donde ha desarrollado toda su actividad política. Siendo siempre un defensor de que la izquierda se entendiera en unidad de acción como mejor forma de avanzar en progreso y en beneficio de la ciudad y de la ciudadanía granadina.

Recientemente, se ha hecho público que ha abandonado Izquierda Unida por su desencuentro por las formas en que se ha elaborado la candidatura de tal organización en la ciudad de Granada. A buen seguro se trata de una decisión importante, que trasciende a la estrategia política tacticista, cortoplacista y partidaria. Va más allá de todo eso.

Es un acto de coherencia con el trabajo que viene realizando en favor de construir un espacio de convivencia política de la izquierda, como es el de Granada Se Encuentra, integrada ahora por Podemos, Alianza Verde y personas independientes de prestigio en lo político y en lo profesional. Hasta julio del año pasado también participaba activamente en esa confluencia Izquierda Unida, que sorpresivamente y sin previo aviso abandonó por decisión propia ese espacio construido en el año 2019 y que tan buenos resultados, como públicamente se ha reconocido, está dando a Gramada a través del grupo municipal Unidas Podemos Independientes. Se salió para formar una coalición electoral que se conoce como Granada Unida.

Esta, sin duda, no ha sido la única gota que ha colmado el vaso y la paciencia de Baltasar, que no se colma de la noche a la mañana, como él mismo ha expuesto, sino que, además, es el resultado de la decisión de Izquierda Unida de designar a Paco Puentedura como candidato a las elecciones municipales, a sabiendas de que superaba el límite de permanencia en un cargo público (12 años), vulnerando así las propias normas de su organización y que lo llevaría a permanecer en el cargo sine die o alcanzar, como mínimo, dieciocho años en el mismo. A estos efectos, siguiendo la norma estatutaria de Izquierda Unida, Baltasar impugnó dicha candidatura, si bien, según se ha explicado, esa impugnación no fue atendida y se ha optado por aplicar criterios opuestos a esas normas internas, sin dejar paso a otras alternativas y sin celebrar primarias.

Tras esto, es cuando Baltasar, como él mismo ha manifestado, ha reflexionado, no sin intentar un último esfuerzo para buscar una solución representativa y conforme a las normas estatutarias. No ha sido posible y ha decidido permanecer en la confluencia granadina de la izquierda granadina y participar en la candidatura municipal presentada por Podemos -Alianza Verde – Independientes, y como tal ocupa un lugar de honor en la misma, junto a otras personas que fueron importantes dirigentes de Izquierda Unida en Granada, como son Carmen Capilla y Alfonso Castro. Ninguna de estas personas ha podido mirar para otro lado y han preferido ser coherentes con lo que siempre han predicado.

La coherencia es sin duda una de las virtudes más importantes en la vida y en la política, tiene doble vertiente de responsabilidad, no solo hay que practicarla cuando el viento viene a favor, sino también cuando es contrario y es ahí donde se ve la valía, la credibilidad y la honestidad de las personas, que incluye no dar la espalda a los principios rectores que siempre se han defendido, siendo leal con las personas que han acompañado en el camino, porque el camino, el de la coherencia, solo es uno y a veces es contraria al interés personal. Cuando la política se hace profesión, es cualquier cosa menos política y la democracia se resiente y el aire fresco ya no ventila.

Baltasar, es un líder, y ha tenido la fuerza de superar la soledad de quien toma una decisión de tal calado. Así, ha compartido, ha confiado, se ha apoyado en sus compañeros y ha establecido un hito poco practicado en política, ser coherente. La soledad del líder así practicado no es un mito, es una realidad compartida.

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Columnista
Salvador Soler

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