martes 19 marzo
Opinión  |   |

De bueyes y carros

Existe en la política española un déficit de cultura del pacto. Es cierto que hemos visto muy diversas experiencias de acuerdos políticos, pero éstos siempre han sido más fáciles a nivel local, más complicados en las Comunidades Autónomas e inéditos hasta ahora a nivel del gobierno central. Contados han sido los acuerdos entre gobiernos y oposición. Incluso en un momento tan excepcional como el que vivimos comprobamos atónitos la dificultad para que puedan llevarse a cabo pactos, aunque sea de mínimos, que la mayoría entendemos como imprescindibles.

Es cierto que para un partido en la oposición siempre es complicado llegar a acuerdos, porque la experiencia muestra que si todo va bien es el gobierno de turno el que suele salir reforzado. Precisamente por eso tiene más valor que la propuesta de Pacto por Granada surgiera del grupo municipal de Podemos-IU y que haya sido este grupo el que más esfuerzo haya realizado para que fuese aprobada en el Pleno su puesta en marcha con el solo voto en contra de Vox.
Ya se han celebrado dos reuniones de la Comisión para el Pacto. Se ha fijado la periodicidad de las reuniones y los ejes en torno a los cuales se quiere forjar el acuerdo: Movilidad, Políticas Sociales, Economía, Servicios Municipales… Así como la necesidad de contar con la sociedad civil granadina.

No resultará fácil culminar un acuerdo. Muchas son las dificultades. Las desconfianzas o los intentos de protagonismo podrían constituir un riesgo. También que se pretendiese confundir el Acuerdo con un acto de propaganda más. O convertirlo en un mero apoyo acrítico a todo lo que haga el gobierno municipal. Zarandeado por las idas y venidas de Vox, que tras apoyar la investidura anda más preocupado por hacer ruido que por presentar propuestas. Y por las desavenencias entre los socios (PP y Ciudadanos) o internas en cada uno de ellos.

Es evidente que el grupo de gobierno tiene que seguir gobernando. Igual que la oposición debe continuar ejerciendo su labor de control y propuesta. Que se intente formular un Pacto de ciudad no elimina la existencia de pluralidad política. Ser capaces de mantener un equilibrio entre esta tensión de buscar un pacto sin por ello laminar el juego democrático de gobierno/oposición, es un reto a superar.

Recientemente se han anunciado dos medidas importantes. Por un lado un proyecto de movilidad, con ampliación de carriles bus y adaptación del uso de la bicicleta o VMP, o nuevas peatonalizaciones. En la presentación se hablaba de medidas provisionales y extraordinarias, que han contado con el consenso de todos los grupos municipales, aunque algunos piensen que deberían convertirse en definitivas y también ir más allá en su extensión y mejor regulación.
La propuesta la hizo pública el concejal de Movilidad, César Díaz. Pero el modelo viene a contradecir todo lo que este partido prometió en campaña electoral hace un año. El PP hablaba de construir un túnel subterráneo gigantesco que cruzara la ciudad con accesos de vehículos por toda ella, más carreteras y el cierre del anillo por zonas muy sensibles. Bienvenido este cambio de rumbo.

Por otra parte, se anunciaba también desde el gobierno municipal la firma de un convenio para la ejecución del Anillo Verde que sólo Podemos-IU llevaba en su programa electoral. De nuevo un giro radical en la política del gobierno de PP-Cs. Parece que estos “radicales”, en la terminología utilizada normalmente por la derecha, tienen los pies en el suelo y plantean propuestas y programas llenos de tanta sensatez que merecen ser copiados.

Pero ha habido esta semana algo que resulta preocupante. Varios miembros del gobierno municipal se han lanzado a los medios a pedir a la oposición que les apruebe su proyecto de presupuesto. Sus argumentos a priori parecen sólidos: Granada necesita un presupuesto, tras cinco años prorrogando el de 2015. Pero las cosas son más complejas. El proyecto que presentan fue elaborado en febrero, y no le han cambiado ni una coma. Desde entonces el país y la ciudad han sufrido el trauma del Covid19. Los daños a la economía de la ciudad, a tantos granadinos y granadinas están siendo enormes. En solo dos meses el escenario es completamente distinto. El ayuntamiento sufrirá una merma enorme de ingresos y sin embargo se verá obligado a gastar más en protección social y en apoyo al tejido productivo de la ciudad, autónomos, pequeño comercio, hostelería…

El propio equipo de Gobierno reconoce que las cuentas de ese proyecto de presupuesto no se adecuan a la realidad y a las nuevas necesidades. Desde luego es una foto política de interés para ellos, pero no demasiado práctica en este momento, porque sustituir unas cuentas obsoletas, por antiguas, por otras igualmente fuera de la realidad no resuelve ningún problema a la ciudad.

Cualquiera puede entender que, si se está negociando un pacto de unidad por la Ciudad, del que surgirán propuestas y decisiones concretas que determinarán cambios tanto en los gastos como en los ingresos del Ayuntamiento, lo lógico sería que el presupuesto fuese el colofón del pacto, la plasmación en números de las políticas que previamente se hayan consensuado. Pero difícilmente se pueden aprobar un presupuesto, que no deja de ser un proyecto político, antes de firmar el Pacto por Granada. Porque sería como colocar el carro delante de los bueyes.

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Columnista
Miguel Martín Velázquez

Portavoz de Podemos Granada

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