jueves 2 mayo
Opinión  |   |

El crimen fue en Granada, en su Granada

¿Está Granada a la altura del peso intelectual y artístico de Federico García Lorca? ¿Por qué, cuando se sale de España, el nombre de Federico provoca un escalofrío que en su tierra, en su casa, es apenas perceptible? ¿Es posible imaginar en otro territorio tanta dispersión en torno a cualquiera de sus grandes nombres referenciales? Todas estas preguntas me asaltan después de la polémica (con final feliz) que ha protagonizado el mundo de la cultura en Granada en las últimas semanas. La absurda decisión del Presidente de la Diputación de poner al frente del Patronato García Lorca, en Fuente Vaqueros, a una persona que, con un perfil de trol en redes sociales, se ha dedicado a despreciar la memoria histórica democrática, a la que definió en algún momento como “memez histérica”, ha reabierto un debate verbalizado por los familiares del poeta, un debate que merece ser atendido con frialdad y capacidad crítica. Aunque para empezar deberíamos pedir al autor de tan lamentable frase que, mirando a los ojos de un nieto que busca a su abuelo en alguna cuneta o fosa común, le diga que su empeño es una “memez histérica”.

Hay una parte de la sociedad granadina que no termina de ver cuán larga es la sombra de Federico en el mundo, cómo de importante es su obra para culturas en apariencia tan diferentes a la nuestra. Esa parte de la sociedad, que tan bien encarna el PP de Granada, reconoce al poeta y sus méritos, casi a regañadientes, pero es incapaz de comprender la dimensión de su obra. Es como si no le terminaran de perdonar cierta traición de clase o la libertad absoluta que llegó a regir su vida, lo que le convirtió en un ser tremendamente crítico con la burguesía a la que por cuna pertenecía. Quizás por eso, a pesar del insulto que el Presidente de la Diputación ha proferido a su figura, ni Carazo, ni Moreno Bonilla han abierto la boca para, desde los importantes cargos que ostentan, dar un poco de cordura a un desastroso devenir de acontecimientos que han insultado la sensibilidad de tantas personas.

Desde que llegara el legado de Lorca a Granada, allá por 2018, tras dos años de extasiantes negociaciones, lideradas por el gobierno socialista del Ayuntamiento de Granada y su alcalde, Paco Cuenca, quien no contó con el respaldo de ninguno de los grupos políticos que formaban el salón de Plenos de aquella corporación, el PP, ya desde entonces, ha hecho cuanto ha podido para aligerar el peso de lo que supone contar en nuestra ciudad con un conjunto de piezas y obras por las que matarían las principales instituciones culturales del mundo. Cinco años después de que Moreno Bonilla fuese elegido Presidente de la Junta de Andalucía, aún no se ha creado la fundación pública que debe regir la gestión de ese legado. Ocho meses después de la llegada de Carazo a la Alcaldía, recorta más de 85.000 euros en la partida (ya exigua) presupuestaria de programación del Centro Lorca (casi un 50%). ¿De verdad que el problema de la Cultura en Granada es que no hay museos?

En 2018 se logró que todas las administraciones confiaran en Granada para ser la sede del legado. Aquello fue consecuencia de un impulso liderado por un Ayuntamiento , gobernado por el PSOE, con visión de ciudad y que, a pesar de carecer de recursos económicos, embarcó a todo el mundo en un proyecto llamado a ser relevante y transformador. La Diputación de Granada en aquel momento (también gobernada por el PSOE) supo estar a la altura y entendió lo que estaba en juego, sobre todo cuando en esta tierra se iba a configurar en los años siguientes el diseño de una candidatura para ser capital cultural europea en el año 2031. A estas alturas ¿alguien duda de que Federico podría y debería ser uno de los banderines de enganche más importantes para tal fin?

Seis años después de aquel 2018, en el Ayuntamiento de la capital no hay voz que lidere absolutamente nada. Granada se ha convertido en una sucursal del Gobierno Bonilla y ya calla y otorga atracos tan significativos como el desprecio al Parque de las Ciencias de Granada, al que le han sacado un clon en Málaga. Seis años después, la Diputación hace un ridículo espantoso insultando el nombre de Federico y provocando que su sobrina tenga que abandonar la dirección de un Patronato al que pretendía entregar a una persona no apta y que solo la presión ciudadana y política ha frenado. Seis años después, Carazo y Bonilla solo cumplen de puntillas y de manera forzada con un legado cuya presencia en Granada vuelve a estar cuestionada a pesar de todo lo que se hizo (y todo lo que se logró) para tenerlo entre nosotros. Seis años después de aquel 2018, el tesoro que alberga la cámara acorazada del inmueble de la Romanilla se estremece preocupado por la insensible ignorancia de quienes jamás supieron estar a la altura.

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Columnista
Juanjo Ibáñez

Concejal del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Granada

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