martes 19 marzo
Opinión  |   |

¡Gen santa!

Hoy escribo cambiando el tercio. No me voy a valorar la gestión de nuestro Alcalde Salvador, el hombre muy ocupado ahora indagando donde asienta sus posaderas.

Sí, personas lectoras, no podemos caer en la tentación para referirnos a nuestra democracia partir del refrán “para este viaje no hacían falta alforjas”, porque nos llevaría a la falsa conclusión que toda la lucha por la libertad y la sangre que se ha llevado para procurarla ha sido inútil, que es precisamente el objetivo de aquellos que en nombre de la democracia la quieren destruir. Nuestra democracia, ha costado recuperarla, pero más nos cuesta mantenerla y mejorarla, lo que es natural, pues a diferencia de antaño, ahora hay que debatir, hablar en libertad, lo que lleva su tiempo y respeto al contrario, que no enemigo político. No cabe el ordeno y mando. Es cierto que el espectáculo para conservar el gobierno de Murcia no ayuda, menos si lo protagonizan quienes hacen defensa radical del modelo de transición política, el mismo, que tuvo como objetivo principal el tránsito pacífico de la dictadura a la democracia.

En los cuarenta y seis años mal contados transcurridos desde que se iniciara el proceso democrático, vemos que según quien lo cuenta le da su propia impronta. Se podría decir que hay más de una versión, depende del color del que se haga la interpretación. Pero, si nos vamos al espacio de las opiniones sean literarias, cinematográficas, televisivas, históricas, analíticas, ensayísticas, la cosa cobra otra dimensión, se puede de decir que hay opiniones para todos los gustos, que incluso nos proporcionan sorpresas, maravillas, asombros, desconciertos, negaciones, pasmos, estupores y extrañezas inesperadas, como la de “Franco lo dejó bien atado”. Pues yo creo que no, pues lo cierto, es que España, comparada con aquellos tiempos oscuros de la dictadura franquista, esa que aniquiló y asesinó a toda persona que pudo por el simple hecho de pensar distinto, lo que era equivalente a ser comunista, ha evolucionado políticamente de tal manera que es irreconocible, tal es así, que hoy, por poner un ejemplo breve pero de gran alcance democrático, somos miembros principales de la Unión Europea y de las principales instituciones judiciales internacionales y se nos reconoce como una democracia consolidada y fuerte que, según el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, una organización intergubernamental con sede en Estocolmo, cuya misión es apoyar y fortalecer las instituciones y procesos democráticos en todo el mundo, España, como democracia, tiene una valoración por encima de Reino Unido, Portugal Canadá, Italia y Francia. Por tanto, no olvidemos esto en nuestra valoración.

Sin embargo, hay quien se empeña en empañar nuestra democracia, desarrollando las peores prácticas de la vieja política, esa que se mira en el espejo retrovisor y vemos como, sin vergüenza alguna, como estructura de discurso, se recupera aquella otra forma no democrática de ver al contrario político como comunista, a modo de insulto, como si en España no fuera posible ser demócrata al margen de la órbita que representa la derecha española, lo demás, para esta visión, es solo comunismo. ¡Gen santa!, diría el gran Forges.

Es cierto que no ayuda eso de poner en la balanza “Comunismo o Libertad”, tampoco lo de comprar voluntades para mantener un Gobierno lo que conlleva, así mismo, una traición profunda a la propia organización. Quien pone en el mismo nivel dignidad y transfuguismo simplemente tiene un problema en lóbulo frontal, que es el responsable de los procesos cognitivos complejos y es donde tiene su sede la inteligencia ejecutiva.

Es por eso, que siguiendo a Iñaqui Gabilondo, no vayamos a estar “mirando cuidado que nos viene el lobo, mientras tanto, nos come el tigre". Traer a España el discurso trumpista no es la mejor forma de avanzar mejorando en democracia y en convivencia, menos después de lo que hemos visto en Estados Unidos, la democracia, según una opinión extendida, más fuerte del planeta, la misma que fue invadida en su seno y que ha estado a punto de estallar por los aires.

Democracia y Libertad son formas de convivencia sinónimas, no es posible la una sin la otra. Poner ismos para que la gente elija, en mi opinión, es ir hacia atrás. Poner a optar a las personas electoras entre “Comunismo o Libertad” en un sistema democrático y constitucional como el español, es una falacia política que no cabe en un Estado de Derecho y, literalmente, un insulto a la inteligencia.

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Columnista
Salvador Soler

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