Gracias docentes
El profesorado de Granada ha estado sobresaliente. Ha superado, con creces, las muchas dificultades provocadas por la pandemia y es de justicia poner en valor su entrega y dedicación en este curso tan complicado que ahora termina. Hay que destacar, además, que han ido más allá de impartir conocimiento, también han sido soporte emocional de su alumnado y de sus familias, han puesto a su disposición todo su tiempo, los recursos y cuanto ha estado en su mano para garantizar una normalidad dentro de una situación tan anómala. Por todo esto, y por muchas más, hemos de estar orgullosos de nuestro profesorado.
Hay que añadir, además, que a las complicaciones provocadas por la pandemia, se fueron sumando los innumerables palos que la Junta de Andalucía y los ayuntamientos del mismo signo político, han ido metiendo entre las ruedas. Hay multitud de ejemplos que así lo demuestran, y como muestra un botón: Granada capital. En nuestra ciudad hemos sufrido el veto en cuanto al uso de espacios públicos municipales que hubiera contribuido a reducir la ratio en las aulas. Se fueron eliminando efectivos para la limpieza y desinfección de los centros educativos. Han provocado el cierre de unidades en colegios como el Sierra Elvira, Parque de las Infantas, Arrayanes, Tierno Galván, Vicente Aleixandre y Genil. Han dado la espalda a las escuelas infantiles municipales confundiendo inversión con gasto. Apenas hubo esfuerzo por abordar la brecha digital. Provocaron la agonía por la que pasaron cientos de familias cuando les cerraron los comedores escolares y el aula matinal, incluyendo en esa agonía a las y los monitores escolares. Permitieron que varios colegios no tuvieran la figura del orientador escolar tan determinante para atender al alumnado más vulnerable. No ha habido un seguimiento serio del impacto de la COVID en los centros educativos granadinos desde que se decretó el estado de alarma. No sabemos a dónde han ido a parar los casi 400 millones de euros que Andalucía recibió del Gobierno de España para los centros educativos andaluces y granadinos. No sabemos que pasará con el profesorado COVID de cara al curso próximo…
El listado de despropósitos, desgraciadamente, es interminable. Las consecuencias, no solo han afectado al presente sino también al futuro de la educación pública en nuestra ciudad (y en Andalucía). El cierre de unidades, por ejemplo, supone no apostar por reducir la ratio por aula que tantos beneficios tendría en los éxitos escolares del alumnado. Cerrar unidades, además, significa una afrenta contra el profesorado, poniendo en riesgo su estabilidad laboral y la continuidad de los proyectos educativos de los colegios. En paralelo, además, se contribuye a ir desmantelando los barrios (y localidades) de una oferta educativa que no solo repercute en lo estrictamente educativo, sino también en mantener otra red de servicios, directos e indirectos, en torno a los colegios e institutos.
Por todo esto, y por mucho más, aprovecho la oportunidad que me brinda esta columna para dar las gracias al profesorado, a mis compañeras y compañeros que lo han dado todo para que ningún alumno ni alumna se quedara atrás. Gracias a los equipos directivos que le han puesto corazón y vida para que todo fuera como la seda. Gracias a quien ha asumido la coordinación COVID asumiendo una responsabilidad desconocida que ha sido clave en los centros. Gracias a las familias, AMPAS y al resto de la comunidad educativa por su complicidad con el profesorado, estando codo con codo con sus equipos directivos y con su profesorado con el fin último de minimizar el impacto de la COVID, y efectos colaterales, en sus colegios e institutos.
No habéis tenido aplausos en balcones ni monumentos conmemorativos en rotonda alguna, pero sí las agallas suficientes y el ingenio, la creatividad, el saber hacer y la paciencia necesaria para salvar con éxito este curso escolar.
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