miércoles 1 mayo
Opinión  |   |

Granada avanza en impuestos y ladrillos

Ya sabemos lo que nuestra alcaldesa nos tiene preparado para 2024: impuestos y ladrillos. Es lo único que destaca al echar un vistazo al borrador de presupuesto y al avance del PGOM (palabro urbanístico que alberga un ‘plan general de ordenación municipal’).

Marifrán nos presenta el presupuesto de 2024 cuando ya llevamos dos meses gastándolo. Desde que se subió al trono de la mayoría absoluta, en junio pasado, ha debido de estar muy liada y no ha tenido tiempo de aprobar el presupuesto cuando toca, antes de que empiece el año.

Se ve que tampoco ha tenido tiempo de leerse el ‘plan de ajuste’ que ahoga las cuentas municipales desde que Torres Hurtado convirtió a Granada en la capital del despilfarro y del pelotazo urbanístico. Sorprende que Marifrán no se acuerde porque ya era concejal de aquella corporación que nos dejó arruinados hasta 2035. Ha tenido que ser el Ministerio de Hacienda quien le recuerde que aumente el superávit, que recorte algunos gastos y que no se invente ingresos que después no vendrán.

Aunque sea mal y tarde, hay que reconocer que al menos el presupuesto sí contiene algunas ideas claras. La primera, el sablazo del IBI. Un incremento de más de cuatro millones sobre el año anterior, que van a terminar pagando los autónomos y pequeños empresarios que son titulares de los 1.600 locales afectados. Verás la que lía Gerardo Cuerva en cuanto se entere.

Y, lo segundo que tienen claro, es que nos sobran políticas sociales. En concreto, da para una bajadita de dos millones de euros. Solo en ‘ayuda a domicilio’ nos sobra un millón. Se ve que este año hay muchas menos personas mayores que necesitan el servicio, o que Paco Cuenca las había contado mal.

Lo que no sabemos es qué piensa hacer con el dinero, ya que este presupuesto podría servir para Granada o para cualquier otra ciudad que no tenga ni idea de hacia dónde va. Una mera agregación de cifras en la que resulta imposible distinguir ningún objetivo de futuro, ni nada parecido a eso que los alcaldes serios llaman ‘modelo de ciudad’. Nadie sabe qué fue de la mejora de la calidad del aire, de la ampliación del transporte metropolitano o del impulso a la industria tecnológica y del conocimiento. Son 320 millones de euros dedicados a la improvisación, a una forma de hacer política en la que es mucho más importarte ocupar el poder que ejercerlo.

A falta de otras ideas, Marifrán reserva 200.000 euros para soterrar la entrada del AVE, un proyecto todavía por definir y en el que la aportación municipal podría ascender a 150 millones, cifra inalcanzable para un ayuntamiento en ruinas como el nuestro. Pero este dinero no tiene nada que ver con trenes, sino con la intención del ayuntamiento de seguir polemizando con el Gobierno de España buscando cualquier excusa. Es simplemente el precio de la confrontación, lo que tendremos que pagar los granadinos y granadinas quitándoselo a nuestros ya mermados servicios públicos.

El panorama de estos días se completa con la propuesta de Carazo para el urbanismo de las próximas décadas, el célebre PGOM, que ya tiene a los constructores enfriando el champán. A la desprotección del suelo de la vega se une la intención de construir 14.000 nuevas viviendas completamente innecesarias y que pocos podrán pagar. Dice el INE que en Granada hay 12.000 viviendas vacías y el propio ayuntamiento reconoce otras 10.000 todavía en construcción, muchas más de las que ellos mismos dicen que necesitamos. Aun así, en los próximos meses veremos avanzar las pocas ideas que tienen claras: negocio para los constructores, viviendas para ricos y subidas de tasas e impuestos para todos.

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Columnista
Pablo Hervás

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