jueves 2 mayo
Opinión  |   |

Incertidumbre

A través de mi trayectoria pública en las áreas de Juventud e Igualdad he tenido la oportunidad de colaborar con distintos organismos dependientes de la Junta de Andalucía. Entre ellos la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), quizá desconocida para muchos/as fuera del ámbito sanitario, pero de la que creo que deberíamos sentir orgullo como andaluces y andaluzas. La EASP es una empresa pública (de esas que el PP mal llama chiringuito) adscrita a la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, con sede en Granada (y no en Sevilla) precisamente como consecuencia del propósito del Gobierno Andaluz Socialista de que existieran distintas estructuras por toda la geografía andaluza.

Como primera idea que mejor puede describir a la EASP es la de ser un centro de conocimiento que se creó por acuerdo de Consejo de Gobierno hace más de 30 años y que contribuyó profundamente a organizar y desarrollar de manera permanente el Sistema Sanitario Andaluz una vez que las competencias se transfirieron a las Comunidades Autónoma en los primeros años 80. Trabajó en alcanzar el difícil reto de transformar una raquítica estructura sanitaria heredada de la época pre-democrática, caracterizada por la inequidad e inaccesibilidad, en un sistema situado sin duda entre los mejores del mundo, con los problemas propios de una sanidad en constante cambio. Como un centro de generación de conocimiento convertido hoy en todo un referente internacional en su materia, la EASP no solo ha trabajado con el propósito de mejorar la sanidad andaluza, sino que también ha sido reclamada para participar y colaborar en las reformas sanitarias de otros países.

Entre otras muchas funciones, la EASP es fundamental en la formación de miles de profesionales en cuestiones de género, particularmente en detección de la violencia de género y en salud sexual y reproductiva, en gestión sanitaria, bioética, salud pública, economía para la salud, etc. Realiza tareas de consultoría, como la aportación de un punto de vista técnico en leyes tan relevantes como la Ley 2/2010 de Derechos y Garantías de la Dignidad de las Personas en el Proceso de la Muerte (Ley de Muerte Digna), la Ley de Salud Pública de Andalucía o la Ley de Declaración Vital Anticipada. Es referente en proyectos de investigación e innovación en Andalucía, así como en el empoderamiento de pacientes y familiares a través de la reconocida Escuela de Pacientes. Es clave en el desarrollo del mapa sanitario de Andalucía y de las políticas de gestión ambiental y eficiencia energética en el Sistema Sanitario Público de Andalucía. Además, es sede de organismos como el CADIME y el registro de cáncer, pionero en Andalucía, y colabora con otras entidades tanto a nivel nacional como internacional, entre ellas, la OMS.

En la EASP también se gestó la Estrategia para la renovación de la Atención Primaria, que era y sigue siendo absolutamente necesaria por entre otros motivos, como reconoce el propio documento que la desarrolla, “porque esta demostrada la asociación existente entre la fortaleza de la Atención Primaria y los resultados del sistema sanitario en salud, equidad y eficiencia”. Una Estrategia para la mejora de la Atención Primaria que el anterior Gobierno Socialista empezó a aplicar y que parece no ser una prioridad para los nuevos gestores de la Sanidad Andaluza: el Gobierno del Partido Popular y Ciudadanos.

Con el cambio de gobierno en la Junta de Andalucía, la Escuela Andaluza de Salud Pública y su nueva dirección afrontan un reto: el de mantener su nivel de excelencia más allá de las connotaciones ideológicas. Ojalá así sea.

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Columnista
Olga Manzano

Secretaria de Política Municipal del PSOE de Granada

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