miércoles 8 mayo
Opinión  |   |

La alcaldesa que ni está ni se le espera

Un poco más de cinco meses después de que la nueva Corporación cogiese las riendas de la Plaza del Carmen no puede hablarse de un balance más pobre ni de un uso más torticero de la institución. Así es, Carazo y compañía han convertido al Ayuntamiento de la capital en una extensión de la sede del PP en la calle Andrés Segovia sin pudor, sin reparos. La mayoría absoluta obtenida el pasado mayo ha sido interpretada como un cheque en blanco para hacer cuanto les dé la gana mandando el interés general de Granada a freír espárragos.

El viernes de la pasada semana vivimos el último incidente que ejemplifica como ningún otro esto que escribo.

Como Carazo anda corta de proyecto de ciudad y ella entendía que Granada sería una circunvalación para su camino desde Sevilla hasta Madrid, y como lo de Madrid se le ha frustrado con una bofetada de democracia, no le queda más remedio que patalear y acatar para no perder el favor de sus jefes, a pesar de que con ello pisotee la autonomía del Ayuntamiento y se ría de los problemas de sus vecinas y vecinos, a quienes se debe por encima de cualquier otra circunstancia. Esa razón y no otra es la que impulsó la pantomima de pleno extraordinario convocada para que su número dos y portavoz, Jorge Saavedra, se embolsara 300 euros más que, al parecer, anda corto de ingresos con su sueldo de parlamentario andaluz.

Carazo usó el salón de plenos de la casa de todas y de todos como la sala de conferencias del PP y convocó a una militancia exultante que, dócil y solicita acudió, acompañada de unos cuantos cargos públicos conservadores bastante ociosos dados el día y la hora de la convocatoria. Así es como ella y todos ellos se cubrieron de una presunta gloria mientras enfangaban los pasillos del Consistorio con la bilis de su mal perder.

Es curioso lo rápido que el PP es capaz de ensuciar cuanto toca y lo veloz que es a la hora de acudir a sus señas de identidad más notorias con tal de no defraudar a su público. No le importó ensuciar el nombre de Granada en 2016; tampoco se incomodó al venderla en 2019; ahora cumple con creces el expediente, contenta al derrotado Feijóo aunque eso suponga usar (en el peor sentido de la expresión) el Ayuntamiento y retorcer la voluntad de los granadinos y las granadinas.

¿Por qué no usa el mecanismo del pleno extraordinario para abordar soluciones o liderar propuestas que acaben con los cortes de luz en Norte o Haza Grande? ¿Por qué no usa el mecanismo del pleno extraordinario para situar a Granada en la vanguardia de la lucha contra la violencia machista? ¿O para que Granada se referencie como una ciudad que pone coto a cualquier tipo de discriminación? ¿O para señalar la pobreza como el principal enemigo de algunos de nuestros barrios? Porque muy posiblemente, Carazo no tenga ni idea de cuáles son los problemas que atenazan a diario a miles de familias granadinas. Para ella era mucho más importante hacerse una foto delante de un ordenador y señalar en su cuenta de X la España carpetovetónica en la que vive un PP aislado políticamente sin más socios que aquellos que lo arrastran al lodo de la radicalidad. Y así, como el bolero, pasan los días de los granadinos que se preguntan si alguna vez, su alcaldesa, hará algo por ellos, sin tener más respuesta que un quizás, quizás, quizás que sale tras los cristales tintados de un coche oficial.

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Columnista
Juanjo Ibáñez

Concejal del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Granada

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