lunes 6 mayo
Opinión  |   |

La realidad y el relato

“Que la realidad no te estropee un buen titular”, viene a decir un viejo y cínico dicho periodístico que ya ha quedado obsoleto puesto que se ha impuesto de forma asfixiante la pelea por construir la propia realidad. Poco importa lo que sucede lo importante es cómo se da a entender. Ya sabíamos de los excesos de la publicidad para inducir a comprar y también de las exageraciones de los titulares de la otrora denominada prensa sensacionalista. El problema es que ahora la vida y la historia transcurre por un lado y lo que se nos cuenta de ellas va por otro.

Se ha llegado al extremo de que haya sectores de la población que ya ni siquiera quieren conocer la verdad. Se trata de personas o grupos consumidoras acríticas de bulos, a quienes resulta imposible convencer de algo por mucho que se aporten pruebas evidentes de la realidad. Sencillamente prefieren creerse las mentiras. Complicada y peligrosa situación. Sobre todo si a esto se añade el fomento del odio.

Solo así puede entenderse el ascenso de la extrema derecha, incluso en sociedades de democracias avanzadas. En las noticias nos cuentan cosas grotescas de Trump o Bolsonaro, por poner ejemplos de personajes que han llegado al poder con el apoyo de millones de votantes. Sólo la expansión sistemática y organizada de un falso relato sobre la realidad puede explicar este tipo de fenómenos. La cuestión es que casi todos percibimos con claridad las exageraciones y mentiras, a veces ridículas, que salen de la boca de ciertos personajes ajenos a nuestra propia sociedad pero tenemos más dificultad para detectar los falsos relatos que se nos inoculan a diario en nuestro propio país.

Se adjudica a Abraham Lincoln esta frase, “Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Bueno, esto quizás fuese complicado en el siglo XIX pero no es tan imposible en la actualidad. La concentración de los medios de comunicación en pocas manos y que éstas sean fundamentalmente empresas y entidades económicas muy poderosas, con intereses particulares muy concretos, facilita que se difundan e impongan determinados relatos, una cierta forma de ver y entender la realidad que tiene más que ver con aquellos intereses más que con la verdad.

Aquí, un relato que se trata de imponer es que las ministras de Podemos son insolventes y caprichosas. Con ese mensaje nos martillean a cada momento en los medios de comunicación. En las noticias y las tertulias se arremete contra ellas por cualquier motivo. O sin él. Sin embargo ¿cuántas veces se les da voz en esos medios para que expliquen lo que hacen?. Nada es neutro. Nada es inocente.

Muchas de las mejores medidas aprobadas por este gobierno fueron primero propuestas de Unidas Podemos que su socio de gobierno, el PSOE, rechazó en primera instancia y fueron criticadas por los poderosos medios de la derecha. Finalmente han sido aplicadas y sus resultados están siendo positivos. El tope al gas, el impuesto a las grandes fortunas, a los beneficios “caídos del cielo” de energéticas y bancos, el Ingreso Mínimo Vital... Medidas de las que el presidente Sánchez presume como propias. ¿Quién recuerda ahora la autoría de las propuestas? ¿Quién reconoce ahora los méritos de aquellos que tan duramente fueron criticados y vilipendiados?

Pocas noticias negativas recibimos sobre bancos, grandes corporaciones energéticas, de telecomunicaciones... Lo contrario que los falsos mensajes de que bajando los impuestos se recauda más o que esas mismas empresas deben tener elevados beneficios porque así habrá más inversiones y empleo. ¿Cuánto empleo crean los bancos que cierran oficina tras oficina, prejubilan o despiden a trabajadores, cobran comisiones hasta por respirar...?. La realidad de los estratosféricos beneficios de esas empresas, que roza o supera la obscenidad, en plena guerra, de la que se están beneficiando claramente y sin pudor, mientras la mayoría social sufrimos una inflación galopante y la subsiguiente pérdida de poder de compra. Y todavía se reprocha a una ministra que hable de la existencia de ciertos “capitalistas despiadados”.

En política se nos imponen determinados relatos. La ley del “solo sí es sí” está produciendo la rebaja de penas y la excarcelación de violadores. Se repite una y otra vez y muchísima gente compra este mensaje. La realidad es que la mayoría de los jueces están rechazando las rebajas de pena, dos tercios frente a una tercera parte que sí las está admitiendo. La paradoja es que una ley que no ha rebajado las penas está siendo interpretada en ese sentido por una parte de los jueces, que no todos. Paradójicamente, al mismo tiempo, el Tribunal Supremo se niega a rebajar las penas a los independentistas del 1-O, después de aprobada una ley que, esta sí, ha rebajado las penas para esos delitos.

Nos cuentan que el presidente de la COE ha regularizado su situación laboral, dejando de ser autónomo para ser personal de alta dirección de la organización patronal. ¿Y no sucede nada?. A la vez se sube su salario por encima de lo que se acepta negociar en los convenios colectivos y llega a cobrar casi 400.000 euros anuales mientras rechaza la subida del Salario Mínimo Interprofesional a 1.080 euros mensuales.

Según el relato que se nos quiso imponer la subida del SMI produciría una hecatombe económica y de paro. La realidad ha sido lo contrario. Familias que mejoran sus ingresos, y por tanto su calidad de vida, y mejora de la economía y creación de empleo. Igual sucedió con la reforma laboral.

En Andalucía Moreno Bonilla arrasó en las elecciones con una creada y difundida imagen de moderación. La realidad es que al mes siguiente de ganar las elecciones comenzó a elaborar una Orden para favorecer la privatización de la sanidad andaluza y la transferencia de fondos públicos hacia la sanidad privada, en vez de invertir directamente en abandonada sanidad pública. La misma política que Ayuso en Madrid, aunque con menor estridencia.

Para curarnos en salud de tanta mentira nada como dos versos. “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” (Serrat). “La verdad es lo que es y sigue siendo verdad aunque se piense al revés” (A. Machado).
Pues eso, a descubrir la verdad y a no dejarse engañar por nada ni por nadie.

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Columnista
Miguel Martín Velázquez

Portavoz de Podemos Granada

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