Luna creciente (La perdida virginidad política española) (11-7-2014)
La perdida virginidad política española
Los españoles perdimos la virginidad política, somos unos putones políticos, allá por los tiempos otrora de María Castaña. O quizá en los estadios temporales ya pasados en los que don Pelayo cazaba y despellejaba musulmanes nacidos aquí en estos pagos con la ayuda inestimable de su oso. Pero en aquellos tiempos lejanos, otros muchos europeos sí guardaron su virginidad política como parte de unas ideologías políticas con ética social y cultural que se debían de conservar siempre intactas y sin contaminación corrupta. Y que cuando se perdía la virginidad política en los cargos públicos elegidos mediante democracia, los ladinos que las perdían iban y dimitían. Pero aquí en esta patria mira nuestra aflicción: no dimite ni Dios. La escandalera de la corrupción política es tan espectacular y soberbia, que ya no se tiene el menor atisbo de que se pueda remediar. Y nadie pretende enmendar la cosa, nadie, y porque parece que todos los que podían erradicar esta situación tan insostenible: están mirando para otro lado. Somos unos putones políticos. Y el que no lo es, convive con los putones políticos sin que le importe ni le dé asco político. En Andalucía es bochornosa la situación. Y en el resto del país (España), más o igual de lo mismo. Políticos imputados que no dimiten existen a miles. Y esto es políticamente como los cuernos matrimoniales, esos que son como los dientes, que cuando salen duelen, pero que cuando nos hemos acostumbrados a ellos se come sin acordarse del dolor. ¿Pero que hay que hacer para erradicar tanta putrefacción política? Solo intentan arreglar las cosas políticas cuando les interesa, caso de elegir alcaldes de forma directa. Hay que exilarse a territorios con decencia política. Qué pena.
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