martes 19 marzo
Opinión  |   |

Ni sanidad, ni ciencia ni conciencia

Sanidad pública y ciencia. Estos han sido los pilares básicos con los que hemos contado para afrontar y empezar a superar los efectos de una pandemia que han hecho temblar los fundamentos de nuestra existencia como individuos y como sociedad global. ¿Queda alguien que no haya tomado conciencia de la importancia y de la necesidad de un sistema sanitario robusto, eficaz y con un personal suficiente y cualificado? ¿Queda alguien que no haya tomado conciencia del papel que ha jugado la investigación y la ciencia en la lucha contra el Covid-19 y para dar una respuesta inmediata a muchos de los retos que dicha crisis ha planteado?

Pues por lo visto, parece que sí, que todavía hay quien no ha tomado conciencia de ello y algunos, incluso, están al mando de la Junta de Andalucía. Por lo que se ve, el señor Moreno Bonilla y su Gobierno no acaban de tener claro el papel que han jugado la sanidad y la ciencia en frenar los efectos del Covid-19 y, lo que es peor, no parecen tener claro el servicio que la sanidad pública y la investigación científica aun deberán prestar frente al Covid-19 y sus efectos.

Poca conciencia demuestra el gobierno de la Junta de Andalucía cuando viene regateando con la renovación de los contratos de 8.000 trabajadores y trabajadoras del sector sanitario en mitad de un posible rebrote de la pandemia, con una atención primaria saturada y con un innegable déficit estructural de personal sanitario.

Y poca conciencia está demostrando el gobierno de la Junta con la función social que la Ciencia y la Investigación desempeñan a la vista del trato que las universidades andaluzas reciben en el Proyecto de Presupuestos de la Comunidad Autónoma para el año 2022.

Diez rectoras y rectores andaluces han dado la voz de alarma y, con toda la elegancia que exige la cortesía universitaria pero también de forma contundente, han venido a decir que con los recursos financieros previstos en el Proyecto de Presupuesto para las Universidades de la Comunidad Autónoma a duras penas se cubrirían los gastos de personal y sus gastos corrientes y que escasamente se deja margen para atender a las necesidades de incremento del personal universitario o para dar cumplimiento a los acuerdos salariales alcanzados a nivel nacional en 2018 para los empleados públicos. En definitiva, el proyecto de presupuesto condena a las universidades públicas andaluzas a un déficit financiero y deja claro que la investigación científica que puedan desarrollar nuestras universidades no lo será gracias a la financiación autonómica.

Resulta tragicómico que esta falta de consideración hacia la sanidad y la ciencia se perpetra, además, en un Proyecto de Presupuesto autonómico que es un fraude político y un artificio electoralista pensado para que la oposición no los apruebe (Juan Marín dixit).

Ni en la mentira presupuestaria del gobierno de la Junta tienen cabida la sanidad pública y las universidades andaluzas, ni en la distribución de unos recursos financieros inflados e irreales les merece la pena al Sr. Bonilla y al Sr. Marín tomarse la molestia de mostrar una mínima sensibilidad con la investigación científica o con la atención sanitaria en Andalucía.

Y, desde luego, escasa conciencia política muestran los que van a provocar una prórroga presupuestaria que, evidentemente, agravará el sombrío panorama que ya anunciaba el simulacro de Presupuestos autonómicos. Eso sí, el Sr. Bonilla tendrá su excusa para un adelanto electoral. Pero eso ya será otra historia.

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Columnista
Baldomero Oliver

Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Granada

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