martes 19 marzo
Opinión  |   |

No sé restar

Varios motivos me han venido a la cabeza para escribir sobre aquellas opiniones que no cesan en desprestigiar el esfuerzo del Gobierno para vencer a la pandemia vírica. Sin embargo, eso alimentaría el enfrentamiento entre las personas dentro de una estrategia de descrédito aprovechando el momento para obtener ventaja política desarrollando una forma de oposición incompatible con un tiempo de crisis de la magnitud que vivimos.

Es más, cuando se ha motivado en el interés general la suspensión cautelar de la actividad productiva de la nación que no sea esencial haciendo alusión al artículo 128 de la Constitución española, algunos, se han puesto las manos en la cabeza, cuando se supone que esas mismas personas que forman parte del poder legislativo son conocedoras de que ese precepto es paradigma de lo que se conoce como Constitución económica que nos indica unos principios básicos que han aplicarse con carácter unitario sobre la base de que toda la riqueza española está subordinada al interés general y que, si es el caso, mediante ley podrá acordarse la intervención de empresas cuando lo exija el interés general, como ya ha resuelto el Tribunal Constitucional. Pero, suspender la actividad productiva no esencial para aislar a las personas del contagio no es sinónimo de intervención, es una medida muy acertada, como se está reconociendo internacionalmente, que quiere impedir que el contagio aumente, evitar el colapso sanitario y vencer al Covid-19.

Paralelamente, se han adoptado medidas de apoyo a los trabajadores, a las empresas, a los autónomos, a los arrendatarios y arrendadores, se han suspendido los desahucios, se ha prohibido el despido por causa de la alerta sanitaria y se han aprobado moratorias hipotecarias. Todo esto, no es más que subordinar la economía del país al interés general. En esta crisis, a diferencia de la que provocó abuso y la especulación financiera la gente no se está tirando por los balcones o ahorcándose en su casa. En este trance estamos luchando juntos para matar al coronavirus, apoyando a nuestros sanitarios, aplaudiendo todos los días desde los miradores y las ventanas. Esta es, sin duda, la posición correcta. Unidad y solidaridad.

La lucha sin cuartel, sin tregua, aprovechando cualquier intersticio, que se ha emprendido por algunos representantes políticos, al introducir en su discurso el insulto a las personas, la descalificación absoluta de las ideas, de las medidas, la ridiculización de la acción del Gobierno, no es una crítica leal, menos aún atizar en las redes con desgarros como “Dadles caña a estos sinvergüenzas”, “Sánchez es un sepulturero, pásalo”, como ha dicho el expresidente de la Comunidad de Murcia (PP), Sr. Calero Rodríguez, eso se da porque hay gente que considera que, si los suyos no están en el poder, para derribar al Gobierno de turno, todo está permitido. Incluyendo banalidades, memeces, mentiras y crispación social. En esto, no estamos ahora y esa estrategia de oposición se volverá en contra de quien la desarrolla. El horno no está para bollos.

Nada será igual después de esta experiencia. Estamos teniendo tiempo para pensar, reflexionar y las cosas van a cambiar sustancialmente. Una Sanidad Pública fuerte y bien equipada es signo de futuro y de vida. La economía de los países deberá sustentarse en una mejor distribución de la riqueza, si algo hoy es inoperante son las tesis del neoliberalismo económico, ausente en esta crisis, incapaz de nada que no sea pedir dinero a los Estados y que estos se hagan cargo de la situación. En esto, también tendrán que pensar los media, muchos de ellos alineados con el atizador. No es este el papel que debe jugar un medio de comunicación, que no es el de la propaganda. Su futuro dependerá mucho de la actitud de hoy. Lo mismo respecto de la Unión Europea, pues sería devastador para la Institución que apareciera la pregunta. ¿Y, esto para qué sirve?

La pandemia Covid-19 tiene mucho que ver con la invasión de espacios naturales, con la destrucción del planeta. Vemos a osos, ciervos y cabras que al no ver humanos bajar a lugares que seguramente antes ocupaban. Hoy, cuando salimos a por alimento o a la farmacia respiramos mejor, han vuelto olores que creíamos perdidos.

En conclusión, por todos los que están sufriendo, “yo sé llorar una vez por cada vez que vivo. No sé restar “(Fito). Hazlo tú también.

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Columnista
Salvador Soler

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