martes 7 mayo
Opinión  |   |

No tengo nada que decir

Esta columna es una contradicción en sí misma. Porque no tengo nada que decir, pero muchas ganas de decirlo. Llevo unos días pensando sobre qué escribir en este espacio y pasaban las horas frente a la página en blanco sin poner absolutamente nada. Miles de ideas cruzaban mi mente, cientos de noticias, chascarrillos o reflexiones frente a frente, pero ninguna me inspiraba lo suficiente para reflexionar, o me incitaba a daros la turra con ella. Hasta que me he dado cuenta de que no tenía nada que decir, y que eso estaba bien.

Vivimos en un mundo en el que cada vez la gente se está acostumbrando a compartirlo todo, en la mayoría de ocasiones de forma pública e incluso viral. Ya no nos es extraño ver cómo alguien se graba llorando mientras pasa por un mal momento, mientras comparte algún momento íntimo, o incluso registra cómo realiza alguna fechoría.

Y además de documentar todo eso, deciden publicarlo en las redes sociales. Quizá sea inconsciencia, o quizá que Andy Warhol tenía razón cuando decía aquello de que todo el mundo tiene derecho a sus 15 minutos de fama y la buscan desesperadamente.

Soy una persona que tiene muy clara la diferencia entre intimidad, privacidad y secreto, pero veo que mucha gente no lo tiene tan claro. O no lo quieren tener. Considero que estas definiciones pueden ser muy “personales” y cada individuo decide poner las líneas rojas en una determinada profundidad, pero en realidad no podemos olvidar que forman parte de la propia necesidad del ser humano para su reafirmación y salud mental. Hay cosas que nos pasan que son solo para nosotros y debemos valorarlas y comprenderlas.

Lo mismo ocurre con las ideas y la opinión. No hay que tener una opinión de todo. En las últimas semanas he visto a la misma persona opinando firmemente sobre “estructuras de un puente americano de los años 70”, también sobre la “meteorología aplicada a la Semana Santa y su coincidencia histórica de lluvia” y además sobre “teorías conspiranoicas sobre el cáncer de Kate Middleton”. Esa persona ni era ingeniera, ni americana, ni meteoróloga, ni cofrade, ni oncóloga, ni futura Reina de Inglaterra.

Hay que poner en barbecho todas las informaciones que recibimos porque la mayoría de ellas no serán relevantes para nosotros y solo pueden enturbiar nuestro día a día. También hay que ser conscientes de que no debemos valorar la opinión de todo el mundo por igual. Sinceramente, las opiniones son como el culo, cada uno tiene el suyo. Nos interesan unos u otros, más o menos acertadamente, mientras que los demás los obviamos.

Y todo este rollo lo digo sin tener nada que decir… Porque otra cosa no, pero el opinar es como comer palomitas, una vez que empiezas no puedes parar. Opinemos, paremos, comamos palomitas o pasemos de todo, pero tengamos el control de lo que decimos y también de lo que escuchamos, que creo que es igual de importante.

Publicidad
©Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta noticia sin autorización expresa de la dirección de ahoraGranada
Columnista
Gafas Amarillas

Periodista y Creador de Contenido

Publicidad
DÍA A DÍA
Desarrollado por Neobrand
https://ahgr.es/?p=252764