martes 7 mayo
Opinión  |   |

¡NO!

No puede haber equidistancia. Ni se puede contemporizar, como si la cosa no fuera con nosotros, ni mirar para otro lado, ni ponernos de perfil. Me refiero, por supuesto, a los demócratas, a la gran mayoría. No podemos callar, ni sentir miedo en dar nuestra opinión, siempre con el debido respeto a la persona que no piensa lo mismo, que es de lo que adolecen los propulsores del discurso del odio y la deshumanización del contrario en la política y en la vida.

En la defensa de la democracia no hay medias tintas y quien blanquea y justifica a la extrema derecha, coopera con ella y eso es un lujo que ningún partido democrático, ni persona demócrata se puede permitir. En nuestra historia reciente está la cruel desgracia que para España supuso el fascismo y el retroceso que supuso, que nos sacó del raíl del progreso, lo que constituyó una traición, una más, al pueblo español, como tampoco podemos olvidar la lucha que sostuvimos hasta recuperar la democracia y la libertad, esas que hoy se ven violentadas por los fascistas de VOX cuando cuestionan la representación democrática de una parte de la izquierda y de los partidos nacionalistas, o la soberanía popular del Parlamento cuando democráticamente ha elegido a un gobierno de coalición, por el contrario, para VOX, sí es legítima esa soberanía cuando la moción de censura la tramita la formación fascista para conformar otro gobierno, o cuando niegan la violencia de género, o cuando pide la expulsión de España de una persona por ser negra, o criminalizan a niños extranjeros sin padres, copiando la propaganda nazi cuando comparan al diferente como rata. Soflamas que han encontrado eco en algunos medios de comunicación, que se tragan sus mentiras, estando incluso el Partido Popular dispuesto a gobernar metiendo de nuevo al monstruo dentro, cuando, supuestamente, ya se habían librado de él. ¡Cuidado!

Es inadmisible en democracia que se envíen balas y navajas ensangrentadas anunciando la muerte de personas y de sus familias, y no pase nada. La democracia debe y tiene que reaccionar, eso sí, con la Constitución en la mano.

Que la extrema derecha, los fascistas, se nieguen a condenar esas amenazas de muerte es una ofensa muy grave a la democracia y a todas las personas demócratas, por cierto, reitero, somos la gran mayoría. Esas amenazas no pueden quedar impunes, sus autores y cooperadores tampoco. El odio al diferente y la intolerancia no es compatible con la democracia y la libertad, y pone en peligro la convivencia pacífica. Lo que es del todo inaceptable.

La extrema derecha (fascismo) no es opción. Lo que pasa en Madrid, esa fuerte crispación política, solo se produce allí, si bien, luego se extiende a través de determinados media que alimentan el discurso falso de esos fascistas que luego trasladan a las redes sociales, donde se produce un desencuentro agrio, pero que no es el reflejo real que hay en la sociedad española, que para nada cuestiona las políticas sociales, ni de solidaridad, ni la Sanidad y Educación pública, aunque, es innegable la condescendencia que desde hace dos años que se ha tenido con esos extremistas a los que se les ha considerado un partido normal, motivo por el que parte de su discurso ha calado, si bien, se está a tiempo de poner el muro y el filtro de la democracia para que no pasen y, dicho sea de paso, mientras en varios países europeos están celebrando orgullosos haber combatido al fascismo, en España, VOX, a los que combatieron al fascismo se les llama criminales y hasta ahora no ha habido reacción democrática.

Hay que desmontar el discurso del odio con argumentos, no con comparaciones, por ejemplo, siguiendo a destacados sociólogos (Monge), en el caso de los menores no acompañados, señalando que lo que hace realmente la extrema derecha –que se niega a decir de dónde ha sacado ese dato– es retorcer las cifras comparando un pago directo con el coste de un servicio de atención que presupuesta el Ejecutivo madrileño para los menores, es decir, del mismo gobierno que apoyan y quieren formar parte. O recordando que en el caso de Madrid estos muchachos representan una cantidad ínfima en comparación con el total de población: 269 sobre siete millones de personas. Pero también para conocer la mentira en que se basa esa afirmación de criminalizar al diferente.

Dicho todo lo anterior, no considero que la solución sea ilegalizar a VOX, sino que deben ser las urnas y la democracia quienes paren al fascismo. Diciéndole, ¡NO!

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Columnista
Salvador Soler

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