martes 19 marzo
Opinión  |   |

Penélope en la ciudad

Nos cuenta Homero en su Odisea cómo la inteligente Penélope destejía por la noche el sudario que había tejido por el día. No era más que una estratagema para ganar tiempo y entretener a sus abusivos pretendientes que reclamaban eligiera a uno de ellos, dando por hecho que su marido Ulises había fallecido en la guerra de Troya.

La fábula es tan potente que cuenta con un largo historial de versiones, alusiones o adaptaciones. No solo ha inspirado numerosas leyendas sino que también tiene abundante presencia en la literatura posterior. A ella se hace referencia en el Lazarillo de Tormes y el dramaturgo Antonio Buero Vallejo la recrea en su obra “La tejedora de sueños”. La lista sería interminable.

Pero el mito de Penélope no se ha quedado solo en la literatura sino que ha saltado también a la politología. La expresión “tela de Penélope” se utiliza de forma irónica para aludir a las promesas incumplidas, los plazos interminables o la parálisis en la toma de decisiones o en su ejecución, tan habitual en el mundo de la política. Es evidente que en este campo nada tiene que ver con la buena literatura.

En la política granadina asistimos a varios ejemplos que nos recuerdan a la peor versión de esa historia. El equipo de gobierno municipal no para de tejer y destejer en la ciudad. Varios son los ejemplos recientes que nos han ofrecido y que resultan perfectamente reconocibles.

Resulta llamativo el discurso sobre la puesta en marcha del Anillo Verde, un supuesto proyecto de reforestación masiva a largo plazo, cuando lo que vemos son talas de árboles a lo largo de todos los barrios de Granada. Las excusas siempre son las mismas, remodelar un espacio, los árboles están inadaptados, están a punto de finalizar su ciclo vital..., o simplemente el silencio. Algunas entidades conservacionistas y ciudadanas lo denominan como auténtico “arboricidio”. Así lo ha titulado también el profesor de Ecología de la Universidad de Granada, Manuel Villar Argaiz, en una tribuna publicada recientemente en El Independiente de Granada.

A modo de una Penélope distópica, nuestro alcalde se gasta por la mañana un dineral en hacer propaganda de un Anillo Verde y por la tarde no duda en talar o permitir que se talen centenares de árboles consolidados y de gran porte.
En una actitud similar, nuestro alcalde, Luis Salvador, hace unas semanas no dudó en mostrar públicamente su apoyo al lobby que pretende potenciar el denominado Ramal Central debilitando el proyecto original del Corredor Mediterráneo, cuyo trazado pasaría por Granada de acuerdo con el diseño ferroviario aprobado por la Unión Europea. Posteriormente, consciente de su error aunque sin reconocerlo expresamente, se ha lanzado a intentar ponerse el primero en la reivindicación del trazado oficial.

Pero no sólo teje y desteje el alcalde, a veces esta doble tarea la reparte con otros miembros de su gobierno. Es lo que está sucediendo con los Carriles Reservados Transitorios. Hace unos meses se pusieron en marcha los CRT para transporte público (autobuses y taxis) y bicicletas y vehículos de movilidad personal (patinetes). Se anunciaron por parte del concejal de movilidad, César Díaz, con grandes alabanzas y amplio despliegue publicitario. La medida contribuiría a mejorar la movilidad y a descontaminar la ciudad. Posteriormente se expusieron toda una serie de datos sobre los enormes beneficios que la medida estaba significando para Granada: mayor velocidad comercial y regularidad del transporte urbano, abaratamiento del coste de los viajes en taxi, aumento en la venta y uso de bicicletas y VMP, menor contaminación…. Todo eran parabienes. Sin embargo, un día el alcalde advierte que todo eso se va a corregir y poco después anuncia la eliminación de los CRT. Para tratar de suavizar la digestión de semejante trágala, se anuncia que a partir de ahora lo que antes era obligatorio ahora sólo será una mera recomendación. O sea, un brindis al sol.
Pero por si no era suficiente este coser y descoser, ahora se nos anuncia un recosido. Se va a estudiar (es solo una hipótesis) la posibilidad de que algunos CRT, muy pocos, pasen a convertirse en carriles bus. A la Penélope distópica se le añade ahora la Penélope reincidente de doble personalidad.

No es difícil intuir que tanto cambio de opinión se debe a indisimulables diferencias en el interior del grupo de gobierno municipal. En este caso entre el alcalde, Luis Salvador (Ciudadanos) y el presunto alcaldable, César Díaz (PP). Pero la cuestión es cuánto nos cuesta a las gentes de Granada tanto despilfarro en publicidad inútil y tanto repintado en las calles. Por dar una pista, en diciembre se aprobó un aumento de 120.000 euros en el contrato de señalización vial. Vayan sumando. No es ninguna broma. Como siempre, su coser, descoser y recoser lo pagamos la gente de a pie. ¡Ay, si volviera Ulises!.

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Columnista
Miguel Martín Velázquez

Portavoz de Podemos Granada

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