sábado 18 mayo
Opinión  |   |

Proyecto de ciudad vs ocurrencias

Se ha impuesto la realidad de que quien lidera una candidatura electoral debe convertirse en un auténtico relaciones públicas en el que prime sobre todo su capacidad para generar simpatías de cara a obtener el máximo de votos posible. Puede gustar o no pero así funcionan los procesos electorales en esta sociedad mediática.

Todavía quedamos algunos nostálgicos que pensamos que realmente lo que debería primar no es tanto la imagen como el programa electoral, con sus propuestas concretas, y la solvencia de los candidatos para poder llevarlo a cabo en caso de llegar al gobierno. Puede ser que erróneamente sigamos anclados en el viejo refrán de que “el buen paño en el arca se vende”.

Siempre cabe pensar que ambas perspectivas no tendrían porqué ser opuestas. Alguien puede presentar un magnífico programa electoral, ser muy solvente y experto de cara a su gestión posterior y a la vez ser un excelente vendedor de sus propios méritos.

Esto sería sin duda lo ideal. Pero la realidad suele ser bastante más prosaica. Desgraciadamente asistimos a campañas electorales permanentes donde prima la imagen y el relato y éstos se construyen a base de gabinetes de imagen y buenas relaciones con los canales de comunicación. Todo va muy rápido y los mensajes se dirigen no tanto a explicar el programa como a generar emociones y simpatías. Este modelo se aprovecha de la escasa memoria que solemos tener los receptores y futuros votantes que bastante tenemos con afrontar el reto de nuestras propias vidas y quehaceres como para tener que estar pensando, analizando y comparando el mareante diluvio de propaganda que nos cae encima en lo que ya es una perpetua campaña electoral.

No es extraño que nos hagan promesas imposibles, que se caen por su propio peso, o que nos vendan como proyectos deslumbrantes lo que son meras ocurrencias sin sentido.

Uno se harta de que le prometan lo mismo año tras año o de que se pretenda convertir en un éxito político el hecho más anecdótico y normal, como por ejemplo que se ha limpiado una calle, se han podado unos árboles, se ha reasfaltado una calle deteriorada, se van a limpiar los contenedores de basura o que funciona el alumbrado público… La noticia debería ser lo contrario, que todo eso no se hiciera, faltando a las obligaciones de cualquier ayuntamiento.
En las últimas semanas se han puesto de manifiesto en la ciudad algunas de estas contradicciones absurdas que deberían avergonzar a quien las genera. Valgan algunos ejemplos.

El alcalde promete crear una nueva comisión contra los cortes de luz. No sé cuantas comisiones técnicas o interadministrativas existen o han existido, pero no creo que poner en marcha una más vaya a ser la solución, más allá de aparentar que se hace algo. No es admisible que una ciudad que aspiraba a ser la sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA) y que cuenta con una Universidad que es puntera en esta materia pueda mantener durante 15 años a una parte de su población sufriendo una media de tres cortes de suministro eléctrico a la hora, con una duración media de dos horas. Estamos hablando de personas que pagan sus recibos pero que la empresa suministradora no cumple con el servicio que tiene contratado. ¿Dónde están las administraciones competentes y de qué han servido hasta ahora tantas comisiones y tantas reuniones?. Se trata de una situación tercermundista completamente inaceptable. Estamos hablando de escolares que tienen que estudiar con velas, personas mayores que no pueden utilizar el ascensor o calentar sus viviendas...

Recientemente hemos visto a nuestro alcalde enmendarse a sí mismo y apostar por mantener la estación de ferrocarril en el mismo lugar donde está ahora mismo, después de haber anunciado a bombo y platillo su propuesta de llevarla a la Vega, contradiciendo el sentido común y los análisis urbanísticos que se están realizando para la elaboración del avance del nuevo PGOU.

Hace unos días se nos vuelve a informar que se está finalizando la elaboración de los pliegos para el nuevo contrato de recogida de basura y limpieza viaria. Todo estupendo, si no fuera porque ese mismo anuncio se ha hecho ya varias veces, que el contrato lleva vencido más de dos años y que tras 50 años de vigencia se ha llegado más que tarde a su renovación.

En diciembre el Ayuntamiento, con los votos de PSOE y PP, aprobó aplicar una subida del recibo del agua a todos los granadinos durante 15 años. Sin embargo nada se sabe de la moción aprobada hace más de un año por el Pleno para bajar las tarifas en un 13%.

Se nos vendió como naturalización del río Genil lo que no era más que un proyecto de recementación a precio de oro. También se nos promete por anticipado que el año que viene las cuentas municipales saldrán del plan de ajuste, pero la realidad es que sigue sin cumplirse año tras año y que la ruina sigue tan grande que sólo se puede invertir a base de las subvenciones de los fondos Next Generation o Edusi porque el Ayuntamiento sigue sin capacidad de hacerlo con fondos propios.

Por favor, dejémonos de ocurrencias o de propaganda vacía. Dígannos la verdad, que somos personas adultas y sabremos soportarla.

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Columnista
Miguel Martín Velázquez

Portavoz de Podemos Granada

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