domingo 5 mayo
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Relatos cortos sin recortar (El discurso equivocado del mitín electoral) (23-5-2014)

El discurso equivocado del mitin electoral

 

Aquel político, un tipo buena gente, inteligente, lúcido y que no sabía mentir todavía porque llevaba poco tiempo intentando ser electo, comenzó a leer el poema de un amigo suyo muy querido que era rojo, comunista por más señas, y que dejó en blanco a sus compañeros de formación política y con un cabreo de muerte en los que lo estaban escuchando porque eran tan conservadores como él mismo. Aquel político comenzó a leer: “Hombre acorralado y sitiado y reducido. Ser humano herido y esclavizado y lisiado. Persona pisoteada y desempleada y desoída. Trabajador timado y explotado y humillado. Criatura fértil de innumerables logros en órdenes científicos, artísticos y culturales que está absolutamente vejada e indefensa. Animal político actual que está desposeído de bastantes derechos democráticos ganados en rudos combates con el patrón y la política. Esclavo de nuevas dictaduras parlamentarias. Levántate del inicuo y falaz suelo venenoso que te envilece y muere altivamente, si es así de sacrificado por necesario, y porque no se puede vivir arrodillado en un suelo estéril que es cárcel de las libertades. Puños de acero sin ira y sin violencia. Palabras ciertas de bondades libertarias. Ojos que miran más allá del honor personal. Solidaridad para con los desposeídos. Amor sin el egoísmo que se ama a sí mismo. Paz en vez de terribles guerras cainitas. Trabajo repartido que niega el vil capitalismo. Sonrisa luchadora para con los excluidos. Enseñanza sin omisiones ni excepciones. Corazón que ama a todos los seres humanos. Libertades totalmente ciertas e inalienables. Inteligencia que perdona sin ser llamado gilipollas”.Aquel político, un tipo demócrata, observó desde la altura de su discurso que los que lo oían empezaban a irse. Y que sus correligionarios también se bajaban de la plataforma mitinera. Y que ya estaba más solo que la una. Y entonces dijo con la voz más potente que le salía de su garganta: “¿Os jode que lea poemas? ¿Os jode que el poema sea de mi amigo rojo, comunista por más señas?  Pues joderos hasta el infinito.

 

Era una tarde de color azul en la que las palomas revoloteaban por encima de la plaza de los mercaderes. Era la hora en la que las palabras suenan, cuando son verdaderas, a ese sabor dulce que ennoblece a los que luchan por todas las libertades. Era el día último en el que se podía pedir el voto a los ciudadanos antes de la jornada de reflexión. Y fue la hora exacta en la que aquel buen político, que conocía bien el valor de la amistad, se suicidó políticamente por leer un poema de su amigo rojo, comunista por más señas. Hoy aquel político vive de su honrado trabajo como vendedor de esperanzas que no son fallidas y de ilusiones que se cumplen porque no son mentiras como las promesas electorales de los partidos políticos. Aquel político, hoy tiene la conciencia tranquila y la bondad a flor de sonrisa. Es otro hombre distinto. Es ahora el hombre idealista que todos llevamos dentro de nosotros. Es el hombre inmortal que evolucionó genial sin la ayuda de ningún dios falso o verdadero. Es ahora el hombre que solo aspira a ser una persona decente, trabajadora y honrada. Es el hombre que un día morirá, pero que será recordado como la persona humana que volvió a nacer después de leer el poema de un amigo en un mitin político. La poesía, a veces, sirve para algo más alto, interesante y sutil que lo que es crematístico para que puedan merendar, a veces cenar y almorzar, los poetas.

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