sábado 4 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (Fabuladores) (26-9-2014)

Fabuladores

Él siempre fue un cuenta cuentos político. Un narrador de quimeras políticas. Un fabulador político espectacular que jugaba con los bulos, chismes y rumores como nadie en aquel equipo de gobierno municipal. Mintió mejor que todos sus compañeros políticos en el gobierno municipal. Embrolló con la frialdad de un encantador de serpientes políticas. Y ahora, cuando le comunicaron que no volvía a ir en la lista electoral de su partido, se echó a llorar como una pelandusca que es relegada porque ya no posee crédito político ni tan siquiera en su formación política. Memo Peces, tan seguro de sí mismo políticamente y un integrista conservador, ahora se dedica a vender libros por empresas y viviendas privadas. Toca al timbre. Aunque no es nada oneroso trabajar como vendedor de libros. Pero acostumbrado a los estipendios mensuales de un edil del equipo de gobierno de un ayuntamiento, la diferencia raya en la opulencia supina a la mediocridad económica manifiesta. Memo Peces fue en busca de pescar truchas con un mazo, pero salió sin romperle la cabeza a ni una sola pieza. Ahora ya sobran los que son mediocres en los partidos políticos, y tendrán que volver a ser curas de misa y olla como antes se llevaba. Los partidos políticos se han regenerado y solo admiten a criaturas con un currículo extenso y una probada honestidad a la que se le añade su capacidad de trabajo bien realizado. Son tiempos nuevos en el mundo de la política, y porque cuando colgó la sociedad civil, públicamente de las farolas, a más de un millón de políticos corruptos, los fabuladores se han refugiado en ser párrocos, arzobispos y obispos.

María Redonda, dama a la que le gusta copular mucho más que a las conejas, se dedica a buscar novios y amantes para intentar llevar el tren de vida económica alto que ella desea. Y porque es completamente una indecente que siempre aspira al dinero de los novios y amantes como medio para salir de la altísima mediocridad intelectual y social en la que navega. María Redonda, es culo erguido y redondo como una mesa camilla y, desde luego, nunca podrá llegar a poseer ese culo cartaginés que a los hombres los disloca. Su culo es tan orondo como el de una vaca plañidera o el de una morsa antártica harta de migas. Y sus pechos, escuálidos como los de una cabra recién ordeñada, se le caen hacia abajo por su flacura y no por la atracción de la gravedad terrestre. En el fondo de las críticas de sus convecinos, ellas y ellos, María Redonda es digna de la compasión humana. Y ya que solo es una caricatura grotesca de una persona que se llama a sí misma inteligente. María Redonda, es una criatura a la que hay que tenerle lástima y piedad, y porque sus neuronas no dan para más. Dicen que un día, iba subida en un automóvil descapotable como si fuese la primera dama de los Estados Unidos, aunque su bello acompañante y conductor no era más que un desgraciado pelucas que esnifaba cocaína y bebía alcohol como un orate poseso. María Redonda ahora es feliz. Ha encontrado el amor verdadero con un mozo que guarda pavos y gallinas en la granja hermosa que posee su progenitor. No se le debe de ver el culo al diablo, es peliagudo.

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