viernes 26 abril
AGRICULTURA  |   | Belén Ortiz (EFE)

El techo de cristal se resiste en el campo

Su aportación sigue siendo vista como una extensión de las tareas domésticas y no siempre gozan de la retribución que les corresponde

El camino hacia la igualdad en el campo parece abrirse paso con una presencia, aún reducida pero cada vez mayor, de mujeres que deciden emprender en la agricultura, sin embargo en algunas zonas rurales su aportación sigue siendo vista como una extensión de las tareas domésticas y no siempre gozan de la retribución que les corresponde.

Para combatir estas situaciones surgieron hace unos años leyes como la de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias, una norma dirigida a fomentar la igualdad del trabajo en el campo y a mejorar con ello la situación del sector agrícola que algunas instituciones pretenden ahora relanzar como una herramienta también contra la despoblación, convencidos de que "cuando la mujer se ancla al territorio, la familia se queda".

La ley, surgida en el 2011, permite incluir en el registro a las mujeres que aparecían en la categoría de "ayuda familiar" junto a sus cónyuges. Por aquel entonces, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación cifró entre 30.000 y 60.000 las explotaciones agrarias potencialmente beneficiarias en España.

Sin embargo, a fecha de diciembre del 2022, el total de explotaciones inscritas en el país eran 1.059, de las que 38 se ubican en Andalucía, pese a que es el territorio del país con mayor volumen de producción agraria -casi el 30 % del total nacional- y solo tres en provincias con una amplia tradición rural como Granada.

Por ello, instituciones como la Diputación de Granada van a poner en marcha una campaña informativa y formativa para reactivarla, ha explicado a EFE la diputada de Igualdad, Mercedes Garzón, que cree que el desconocimiento y la complejidad de los trámites están detrás de la escasa incidencia de la ley.

Extensión de las tareas domésticas

El objetivo final es visibilizar a las mujeres como trabajadoras agrarias, profesionalizar su actividad y dar apoyo a la agricultura familiar mejorando la participación femenina para, en definitiva, fomentar la igualdad y la calidad de vida del medio rural.

"Hay mujeres -explica Garzón- que han trabajado muchísimo en el campo y se encuentran sin la retribución económica que les corresponde" porque no han asumido las tareas agrícolas como una profesión, sino como una obligación: "la de ayudar a sus maridos".

La explotación agraria de titularidad compartida es una unidad económica sin personalidad jurídica pero con efectos fiscales que se constituye por un matrimonio o pareja de hecho para la gestión conjunta de la misma.

Ambos pueden ejercer en igualdad de condiciones la representación, gestión y administración de la explotación, cuyos rendimientos se reparten al 50 % y tanto el uno como el otro son beneficiarios directos las ayudas, además de contar con el acceso a bonificaciones y deducciones en las cuotas a la seguridad social.

Eso es lo que ha llevado a parejas como a Alfonso Pérez y Francisca López a optar por la titularidad compartida de una explotación de olivos en Moclín, una forma de que ella, que "lleva las cuentas pero también trabaja moviendo los fardos, como cualquier otro", vea retribuido y reconocido su trabajo a todos los efectos, ha relatado a EFE este matrimonio, que se queja no obstante de la complejidad administrativa que conlleva la inscripción.

Irrupción de las mujeres en la gestión agraria

Para el secretario general de Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Granada, Nicolás Chica, aunque el campo sigue siendo "liderado" por los hombres, la situación de la mujer está cambiando algo y hoy son muchas las que se sienten capacitadas para "involucrarse directamente y en solitario en la gestión de explotaciones agrarias o ganaderas".

Son ellas mayoritariamente las que arriesgan y lideran los procesos de transformación en el campo, según Chica, que admite no obstante que el 95 % de los socios de las cooperativas siguen siendo hombres frente a un 5 % de mujeres.

Susana Rojo es titular de una explotación de 4.500 cerdos en Freila. En su caso es ella la que se plantea la posibilidad de compartir la titularidad con su marido, que dispone de otra ganadería con un millar de cerdos, para que le ayude en la gestión: "A veces me veo saturada", explica a EFE este ganadera que ve a muchas mujeres "con ganas" de incorporarse al campo, pero lamenta las trabas administrativas para sacar adelante cualquier proyecto.

"Las mujeres siempre hemos trabajado en la sombra. En una casa donde hay cualquier tipo de explotación ganadera o agraria, la mujer trabaja a la par que el marido o más y no está reconocido porque al final la titularidad es de él", señala.

El secretario general de Asaja en Granada, Manuel del Pino, también coincide en la irrupción cada vez mayor de las mujeres en el campo, algo que no atribuye a las normas y leyes surgidas en los últimos tiempos como la de la titularidad compartida, que a su juicio está falta de medidas y ayudas que la hagan más atractiva.

Aunque la titularidad sigue siendo mayoritariamente de los hombres, sostiene a EFE, la tendencia se está invirtiendo poco a poco, y "entre las nuevas generaciones, ya es la hija la que hereda la explotación del padre, al menos en Andalucía".

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