viernes 26 abril
La Cínica Interviú  |   | Francisco Barajas

“La corrupción con muchos nombres es el alma mater en el desenvolvimiento de muchos sistemas”

Rafael Vázquez García, profesor de la UGR: “Wert es el ejemplo de lo que no se debe de ser, no ya como ministro, sino como persona democrática”

es doctor profesor de Ciencia Política y de la Administración en la UGR. Foto: Antonio Ropero

es doctor profesor de Ciencia Política y de la Administración en la UGR. Foto: Antonio Ropero

Rafael Vázquez García, es doctor profesor de Ciencia Política y de la Administración en la UGR. Premio Nacional en esta disciplina académica en 2002. Profesor visitante en distintas universidades europeas. Autor de variados libros académicos sobre Ciencia Política y de la Administración. Investigador sobre teoría política, estudio de la sociedad civil, teoría y práctica de élites y sobre el proceso de integración europea. Y no vamos a referir más, porque con todo este fantástico y excelente bagaje ya se puede hacer un excepcional currículo personal. Solo vamos a referirles a ustedes, amados y bien ponderados lectores, que este magnífico profesor es una referencia viva y joven en nuestra universidad granadina. Y que por ahora no ha tenido que irse de la misma, algo que no le deseamos que ocurra, y porque ministros como el tal señor Wert están vivos y campando cromañones por este país (España). Y con patente de corso. Esta entrevista debe de leerse despacio, saboreándola, y para aprender. El español, no por regla general y total, es un individuo que cree que todo lo sabe y todo conoce. Craso error. Y por esto cada español de esos sabios pelotas lleva dentro de sí un entrenador nacional de fútbol, un galeno, un farmacéutico, un profesor universitario, un presidente de gobierno, un premio Nobel, un periodista, un Casillas, un Gasol, un Alonso, un escritor, un poeta, un músico, un investigador, un arquitecto, un artista pintor, un torero y un redomado idiota.

Pregunta.- A tenor de los resultados de las elecciones autonómicas últimas… ¿Los andaluces son votantes toreros políticos o masoquistas políticos toreros?

Respuesta.- Los andaluces somos el animal que es toreado y no los que torean. Los individuos que votamos obedecemos al hacerlo (quizás en muchos casos también al no hacerlo) a una lógica predispuesta y prediseñada del funcionamiento del sistema. Hay que recordar aquella imagen metafórica de José Saramago en “Ensayo sobre la lucidez” de más del 80% de votos en blanco y las pesquisas iniciadas por el gobierno para encontrar los culpables de tamaño “atentado” a la democracia. Quiero decir que las elecciones, con independencia de la opción ideológica que podamos sostener en última instancia, son parte del proceso de legitimación del “caudillismo democrático” del que hablaba Schumpeter…o lo que podría resultar aún más clarificador e inquietante…instrumento involuntario de la “servidumbre voluntaria” que nos expuso Etienne de la Boetie hace ya muchísimos años.

P.- La cultura al pueblo, incluida la política, es algo que en España se ha cultivado mal… ¿Somos los españoles unos incultos políticamente hablando?

R.- Se ha cultivado de otra manera que nos pudiera parecer negativa (a mí me lo parece), pero se ha cultivado…claro que se ha cultivado, desde la entrega de las llaves de la ciudad por Boabdil hasta las últimas inclusiones normativas en política educativa. Si algo se ha hecho es cultivar, socializar, crear una cultura política concreta. Y, evidentemente, la versión por la que se ha optado no ha sido precisamente la del fomento de una cultura política cívica, participativa, co-responsable de la marcha de la res publica o atenta a la exigencia y supervisión cotidiana de la labor de los poderes públicos. Y ello por dos circunstancias históricas principales (hay muchas más). En primer lugar, el proceso de privatización progresiva de la vida de los súbditos/ciudadanos/ consumidores propio de los ordenamientos liberales modernos (parlamentarios se entiende) donde cedemos mediante el “contrato electoral” la marcha de los asuntos públicos a unos pretendidos gestores de los mismos. Esto es, “la libertad de los modernos” de la que hablaba Benjamin Constant. Y, de otro lado, y para el caso español (también sería extrapolable a otras circunstancias geográficas), el predominio de valores de familiarismo amoral (muy propios también del Mediterráneo), donde la búsqueda de los intereses propios implica desertar de la esfera colectiva, del ámbito del intercambio voluntario de bienes entre los individuos al margen del Estado, del mercado y de los recovecos más íntimos de los individuos como la familia o los amigos. Y claro, por supuesto, están los permanentes valores católicos (jerárquicos, complacientes con la autoridad y con el inmovilismo políticos, renuentes a la transformación, condescendientes con la palabra mediada y muy acordes con el estatalismo), frente a los valores protestantes indicativos de otras formas de concebir la democracia más abiertas, osadas e irreverentes, y con un mayor potencial cívico en las sociedades.

P.- Que España sea diferente, no quiere decir que la democracia española también lo sea… ¿Por qué no existe en nuestro país (España), la cohabitación política que redunda en beneficio de la ciudadanía?

R.- No existe la cultura del pacto…estamos anclados en la lógica schmittiana del amigo-enemigo, o estás conmigo o estás contra mí. Seguimos pensando en que el poder concentrado, unívoco, homogéneo, sin pluralismos ni disensos internos, sin necesidad de plantear el diálogo es lo más efectivo y adecuado. Una suerte de “despotismo ilustrado democrático”. “Somos lo que somos”, productos de una cultura política altamente problemática, que adolece de la incapacidad de apreciar lo otro, al otro, la otredad, lo distinto, diferente y, a veces, hasta opuesto y contrario. Es una cultura política cainita, destinada antes a eliminar al rival político que a escucharlo.

P.- La Universidad quizá peque de ser elitista y endogámica… ¿Por qué no se enseña a pensar políticamente a los alumnos en las facultades universitarias españolas?

R.- Porque la universidad es instrumental al sistema y sirve al mismo. Es una institución de control y vigilancia más, para generar “verdades naturalizadas” como decía Foucault en “El orden del discurso”. Tampoco nunca fue mucho más, aunque en sus inicios se tendiera a percibir como lugar del saber independiente frente a los otros saberes establecidos. No estoy tan seguro de que alguna vez fuera así. Es por ello que, desde Erasmo de Rotterdam, seguimos hablando de manera permanente acerca de la necesaria reforma de la Universidad y que nunca llega. En la actualidad, la mercantilización de todas las esferas no exime a la Universidad de continuar en tal lógica de servilismo al poder establecido. Poder político y religioso (también económico de forma desorbitada en los campus estadounidenses y aquellos que encabezan –para delirio e idolatría de académicos y ajenos- los distintos rankings) siempre han estado presentes y continúan estando en la Universidad. Y luego nos encontramos con el “peligro” de “crear desobedientes”…quién está dispuesto a hacerlo…la Universidad, no. Las facultades de Derecho (¡por supuesto la de Granada!) están llenas de docentes (con muy honrosas excepciones) que se afanan y vanaglorian en servir de lleno y sin tapujos a la más estricta, indolente y acrítica aceptación de la norma como teología. Bueno, creo que Ciencias Políticas es algo diferente en ese sentido, si bien el púlpito también es frecuentemente utilizado como sede del dogma. Como ha denunciado recientemente Erri de Luca, nos es permitida la palabra pero no “la palabra contraria”.

P.- Los ejemplos suelen ser los mejores remedios antes las adversidades… ¿El ejemplo de lo que nunca debe de ser un ministro de Educación es el señor Wert?

R.- Wert es ejemplo de lo que no se debe ser, no ya como ministro, sino como persona democrática dedicada a la res publica: insolente, soberbio, sin el más mínimo aliento de autocrítica. El ciudadano democrático (por supuesto, la clase política democrática) debe ser muy poco autocomplaciente, permanecer alerta ante sus propias contradicciones y falibilidad, con una consustancial empatía para con los otros cives, con una rutina cotidiana de autocrítica y con un enfoque prospectivo de mejora y no meramente reactivo. Wert es un buen ejemplo, más allá de la crítica que podamos hacer al contenido de sus decisiones, de lo que no es un ciudadano democrático.

P.- Los desembarcos políticos siempre son guerreros y tienen un coste… ¿El desembarco de Ciudadanos en Andalucía se puede enmarcar como una colonización política?

R.- Es la lógica, si bien tardía, emergencia de un proyecto que lleva años mascullándose anónimamente en los márgenes del sistema de partidos. Quiero decir que Ciudadanos es el centro derecha que llevan buscando muchos españoles desde hace años y que, al no existir otra opción que la del PP, han venido aceptado tragándose el sapo de los ultras, del señoritismo, de la sotana, la moralina y el abierto pijerío junto, también es verdad, con otras muchas voces mucho más sensatas y moderadas que también componen el PP.
Auguro un largo recorrido para C’s…más aún en el resto de España que en Andalucía. El viento sopla a su favor…

P.- Alí Babá y los más de 40 millones de españoles… ¿La corrupción política, esa que empezó con el PSOE de Felipe González, es algo endémico porque la idiosincrasia del español es carpetovetónica?

R.- Exacto…somos lo que somos…y no otra cosa. La corrupción con muchos nombres es el alma mater en el desenvolvimiento de muchos sistemas…que además…funcionan. Es algo consustancial a las sociedades humanas (no existen las libres de pecado), si bien con rasgos acrecentados en algunas en particular. En el caso español es parte de nuestro ensamblaje histórico y, desde un punto de vista pragmático, paradójico y cínico al tiempo, el cemento de nuestras comunidades

P.- La culpa nunca puede ser del Cha, cha, chá… ¿Por qué la democracia española, parece que orgánica, ha acabado con la división de los tres poderes?

R.- El problema es que nunca ha existido esta división. Es una falacia que hemos incorporado a nuestro imaginario y que nos complace en aceptar como mecanismo de equilibrio emocional, algo así como una ficción del sueño (onírica masturbación tal vez) de proyecto moderno. Desde las primeras argumentaciones teóricas, la división de poderes no ha sido sino un negocio entre las élites estamentales pre-liberales y las emergentes económico-burguesas para conciliar los requerimientos de una mayor transparencia y participación en la cosa pública con el sostenimiento del poder en las mismas manos. Ya se sabe aquello que decía Pareto al respecto de la historia como “cementerio de aristócratas”. Wright Mills se encargó hace ya unas décadas de precisar que esto era perfectamente compatible con el rótulo democrático de nuestros sistemas. Muy recientemente (acaba de salir) lo expone de manera inteligente, crítica, descarada y atrevida el joven Owen Jones en su libro ”El Estabishment: la casta al desnudo”

P.- Flor de unos días o quizá perfume de cientos de años… ¿Podemos es la solución a los males políticos de esta España de charanga y pandereta política?

R.- Por supuesto que no…ni es Podemos…ni se le puede ver… El programa de Podemos es innovador en muchos aspectos que resultan a mi modo de entender necesarios incorporar como el empoderamiento ciudadano, el establecimiento de cortocircuitos entre el poder político y económico, el avance hacia una igualdad más real entre mujeres y hombres o el cuestionamiento de la insostenibilidad del modo de producción capitalista si sigue operando con los parámetros actuales. Asimismo, y bajo la estrategia deliberadamente ambigua respecto a sus perfiles ideológicos, se recuperan ciertas señas propias de la socialdemocracia europea, lo que tal vez en sí mismo resulte revolucionario. Sin embargo, Podemos es producto del sistema y las profundas raíces del mismo se hacen valer, como ya he comentado, en su cultura política actual, conformada en gran medida por el legado recibido. Por tanto, y como decía Leonard Cohen “no hay que ser pesimista ni tener esperanza”.

P.- Vencer o morir, o quizá perpetuarse por los siglos de los siglos sin amén… ¿Al bipartidismo PP-PSOE o PSOE-PP no lo vence nadie y menos nadie lo erradica del mapa político español?

R.- En primer lugar, creo que la labor llevada a cabo por ambos partidos en muchos aspectos no es nada desdeñable, si bien enormemente criticable y con tantos patinazos históricos que los logros conseguidos parecen caer fácilmente en el olvido. La cuestión de la continuidad o permanencia de los dos partidos del “turnismo” va a depender, como acabamos de ver tras las elecciones andaluzas, de la fortaleza y eficiencia (si podemos utilizar estos términos) de las redes de poder establecidas, en muchos casos de inusitada longevidad. Quiero decir que la relación de dones y contradones propia de cualquier comunidad humana tiende a perpetuarse siempre que resulte beneficiosa para ambas partes…así también es el matrimonio si se me permite y muchos otros tipos de contratos privados. Por otra parte, la más que aparente quiebra del bipartidismo, que en puridad no siempre se ha dado como tal, puesto que a nivel local, autonómico y hasta estatal ha habido no pocos casos de acuerdos de gobernabilidad cuando no incluso gobiernos de coalición, demuestra que la realidad ha cambiado. Quiero decir con ésto, que si bien tras la dictadura franquista el centro izquierda y el centro derecha ofrecieron durante décadas cobijo para la autoubicación ideológica de la mayoría de españoles, la realidad de las preferencias electorales se ha vuelto más exquisita y personalizada. La octava fuerza política en Andalucía, por la que admito haber votado, es PACMA, con casi 32000 votos, lo que demuestra un mayor filtro y especialización de las preferencias. La irrupción con fuerza de Podemos y Ciudadanos demuestra por otra parte que hay más formas de entender ser de izquierdas o derechas.

P.- Estas últimas elecciones autonómicas andaluces pueden haber dado pistas políticas al bipartidismo… ¿El PP y PSOE han sacado algunas lecciones de lo que ha ocurrido en Andalucía para aplicarlo a las elecciones generales próximas?

R.- A mi modo de ver, el PSOE debe saber que la vida al norte de Despeñaperros puede resultar bien diferente y que “Sevilla tiene un color especial…”, que no es el color (o al menos, la misma tonalidad) del de Cataluña, Valencia o Madrid. Sumirse en la autocomplacencia de la victoria andaluza ante la previsión de un automático renacer de la ilusión socialista a nivel estatal o de otras regiones es erróneo. El caso del PP es diferente. La capacidad de autocrítica de este partido es mucho más limitada, más si cabe con el perfil de algunos de las mandamases actuales en Madrid. La esperanza del mismo pasa por un buen resultado en muchos de sus feudos municipales. En cualquier caso, tal vez debieran ser conscientes de que las supuestas mejoras en las cifras macroeconómicas si no redundan en la economía real de poco sirven sino para beneficio de una clase empresarial. Además, el PP es un partido especialista (sin duda el mejor de todos) a la hora de granjearse enemigos con una estrategia de comunicación modélica de cómo hacer las cosas rematadamente mal. La imposibilidad de encontrar coyunturales aliados para pactos postelectorales tanto entre la izquierda centrista como con el centrismo de Ciudadanos subordina cualquier posibilidad de gobernar a la consecución de mayorías absolutas, que se prevén por otra parte altamente improbables en las próximas citas electorales.

P.- Granada es una isla repleta de granadinos y de exógenos que juegan al rol de ser más granadinos que los propios autóctonos… ¿Y qué opina usted, políticamente, de Granada y sus granadinos todos?

R.- Granada representa un doble emblema. Por un lado, es un paradigma único del armario cerrado, cubierto de moho y con un insoportable olor a naftalina colocada entre vetustos camisones. Es una ciudad miedosa, recelosa de foráneos, cuya presencia sólo es ponderada desde un punto utilitarista (dígase mercantil), pero sin intercambio real con los que venimos de fuera. De otro lado, es la ciudad de la que nos enamoramos todos los que en algún momento de nuestras vidas aterrizamos por aquí. Las energías exógenas (también endógenas y hasta endémicas) han cambiado durante décadas esta ciudad y el aposento de las mismas ha venido igualmente transformando el escenario político de la polis y la correlación de fuerzas en la misma en un sentido más progresista. Mi ciudad es Granada porque, entre otras cosas, ha presenciado más de la mitad de los años de mi vida. En cualquier caso, y en lo referente a la cuestión de las identidades adquiridas, mi postura es muy escéptica y enormemente descreída. La vida es un juego de azares en el que pocas veces decidimos voluntariamente algo. No tiene mucho sentido, por tanto, empeñarnos en ser “más de algo” que nos viene sobrevenido, ya dado. Así pues, el cosmopolitismo es la única opción lógica y racional y no anclada en la profesión de fe, además de ser la única esperanza frente a la barbarie. Todo lo demás es tribu…mucha tribu o menos tribu…pero tribu.

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