Una ciudad 'puntera' en acogimiento familiar
Granada se ha convertido, en los últimos años, en referente autonómico y nacional de la acogida permanente profesionalizada
Marta (nombre ficticio para preservar la identidad de la menor) llegó a sus vidas con seis años. Por aquel entonces –en 2005-, Almudena y Antonio –ella psicóloga de profesión y él trabajador con niños discapacitados- querían prestar su ayuda a algún menor con problemas. Pasaron a ser familia colaboradora, acogiendo a Marta durante las vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano. El ‘flechazo’ entre los tres fue mutuo, hasta el punto de que en 2010, la pareja decidió convertirse en familia de acogida permanente profesionalizada. Ahora, con una adolescente en casa de 15 años y una bebé de diez meses, Almudena tiene muy claro que volvería a repetir la experiencia “una y mil veces”.
“Para mí las dos son iguales. Estamos encantados de haberle dado a Marta una hermana y de que nuestra pequeña aprenda de ella. Sabemos que somos sus padres antes que los profesionales que pueden ayudarla en ciertos aspectos, porque donde no se llega como profesional, siempre se llega con el cariño de madre”. Más allá de huir de las complicaciones, este matrimonio aconseja, a todo aquel que disponga de tiempo y ganas de ayudar, que opte por la acogida. “Recibes mucho más de lo que das. Aprendes día a día y comprendes que la familia es fundamental para crecer como personas”.
Como Marta, hay otros 400 niños en Granada. El acogimiento familiar ha aumentado en la capital y el Área Metropolitana en los últimos años, tanto que la provincia es “puntera” en número de acogimientos profesionalizados. Según la responsable de la Asociación Andaluza de Apoyo a la Infancia, Aldaima, Karima El Harchi, “en 2011, junto a Guipúzcoa, éramos el lugar donde más acogimientos de este tipo se producían a nivel nacional. Estamos dando una adecuada respuesta. Hemos tenido suerte, ya que fuimos una de las primeras entidades en trabajar en Andalucía y ha habido una razonable buena respuesta por parte de la ciudadanía. Eso sí, a nivel internacional, España comienza a coger carrerilla ahora, es mucha la ventaja que nos llevan los países anglosajones, que comenzaron en este ámbito en los años 70, y donde el modelo ha sido más profesional -relación laborar con el acogedor- que aquí, donde es estrictamente solidario”.
De este modo, tal y como reflejan los datos de la organización, la capital y el cinturón soportan el mayor número de acogimientos de todo el territorio. “El acogimiento en familia ajena, ya sea de urgencia o permanente, es más alto en estas zonas. En el de familia de urgencia, tiene cierto sentido, ya que el Servicio de Protección de Menores está en la ciudad y son casos en los que los niños van a tener un trato frecuente con los padres. Por lo que respecta al acogimiento permanente, se repite el mismo patrón, aunque nuestro propósito es llegar a toda la provincia y hacer captación de familias en todas partes”.
Asímismo, el perfil del acogedor en familia ajena permanente es una persona o una pareja de nivel económico medio, medio-alto y urbana que se concentra en este área. En el supuesto de una acogida de urgencia, el requisito imprescindible es que la persona o personas que la demandan tengan plena disponibilidad, lo que significa que si se trata de una pareja, al menos uno de los miembros “no trabajará fuera de casa”. “Además, debe aceptar recoger, al menos, a dos menores, ya que muy frecuentemente son dos o más hermanos. De otro lado, para el profesionalizado, lo que se exige es una formación profesional que pueda ayudar al niño en unas necesidades concretas -niños con discapacidad, que hayan sufrido cualquier tipo de situación traumática o trastornos de conducta-. Razón por la que se buscan trabajadores sociales, personal sanitario (niños con una enfermedad crónica), maestros y pedagogos”, puntualiza.
Modalidades de acogimiento familiar
El acogimiento familiar puede ser simple, con carácter transitorio; en familia de urgencia, cuando los acogedores están disponibles para proporcionar a un menor un ambiente familiar de forma inmediata; permanente, una familia se ofrece solidariamente para cuidar y educar a un niño que lo necesita; y profesionalizado, los acogedores tienen una formación adecuada para asumir el acogimiento de menores con necesidades especiales.
Tanto el simple como el permanente tienen la posibilidad de constituirse en familia extensa -algún miembro de la propia familia del menor- o ajena.
Durante 2013, Aldaima ha trabajado con 322 menores en la región y pertenecientes a las diferentes modalidades de acogida. Pero todavía hay 293 que esperan en los centros de internamiento que tutela la Junta en Granada mientras esperan a que un hogar “les abra las puertas”. De ellos, 13 tienen menos de seis años, y 61 entre siete y 12. “Los granadinos, poco a poco, están más concienciados con esta actividad tan necesaria, prueba de ello es que en el primer semestre de 2102, la cifra de acogimientos era de 278 y, en el mismo período de 2013, ya ascendía a 315”.
La mayoría de los menores que requieren acogida -en la actualidad 17- son españoles y con edades comprendidas entre los siete y los 13 años. “Los menores inmigrantes no acompañados que llegan aquí son ya chavales de 15 ó 16 años. A esa edad, se le tiene que pedir consentimiento al propio niño. A partir de los 12 años tienen que dar su aprobación para la medida que se le proponga”, explica Karima al tiempo que reconoce que la primera acción a ejecutar para que esos niños tengan un hogar es la de captar familias, “después valorar si esa familia está en condiciones de tener a ese niño, y una labor de seguimiento y acompañamiento para asegurarse de que el pequeño está bien y ayudar a las familias en el asesoramiento, tratamiento terapéutico o recursos específicos”.
El equipo que trabaja codo con codo con familias y menores es multidisciplinar y está formado por educadores familiares, trabajadores sociales, psicólogos y un asesor jurídico. El objetivo de todos ellos, salvaguardar a los más indefensos en situaciones de desamparo. “La atención que ofrece una familia a nivel afectivo, de normalización, de ocio y de relaciones sociales, demuestra que un niño siempre va a estar mejor con una familia que un centro de menores. Aprende a ser querido en el seno de una familia y, eso, hace que sus probabilidades de adaptación aumenten”, manifiesta Karima mientras recuerda satisfecha esos casos en los que los niños cumplieron la mayoría de edad y decidieron quedarse con su familia de acogida.
En la actualidad, Aldaima pone su empeño en una campaña de captación de familias de acogida permanente, y dentro de la permanente la profesionalizada. En esta línea, la asociación pide la colaboración de todo el tejido social porque, dice, “el acogimiento va a continuar desarrollándose a diario”.
Teléfono de información gratuita 900 101 438