martes 19 marzo
Opinión  |   |

Granada, ninguneada otra vez

El pasado día 15 de junio fuimos testigos del hecho que el Alcalde de Granada se ha elegido, a caballo, entre Sevilla y Madrid. Un cambio de cromos y puro teatro, por supuesto del peor conocido, en el que se escenifica con algo parecido a lo que se conoce como falacia de la falsa dicotomía, que se utiliza mucho en la política por aquellos que la deshonran. A saber, la argumentan quienes presentan dos estados alternativos como si fueran las únicas posibilidades a escoger, cuando en realidad existen otras. Esta forma de exponer las cosas es particularmente tramposa, aún cuando la apariencia resulta lógica, pero que no resiste siquiera un mínimo análisis cercano a la realidad para notar que hay otras opciones que, a sabiendas, no han sido presentadas, como por ejemplo un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, si bien, para que esta lógica posible no se produzca se alegan determinadas líneas rojas para ocultar la real, el acuerdo con la extrema derecha, alineando a la opinión pública con una situación que en el escenario no existe.

Siendo lo anterior muy grave para los intereses de la ciudad, no lo es menos, que la ciudad vaya a ser gobernada, de hecho, por el mismo partido (PP) que la llevó a la quiebra, pero además, hay que añadir que el nuevo alcalde, Luis Salvador, no va a tener la más mínima autonomía política y ejecutiva, no solo porque no tiene los votos, también porque se debe a sus jefes políticos, como ha quedado evidenciado. Es un hecho que en Granada, el gobierno de la ciudad no reside en la misma. Discutir hechos es absurdo.

Lo peor de todo, siendo escandaloso lo ya comentado, es que nos toman a las personas granadinas como idiotas. No es de recibo que un partido que solo ha obtenido cuatro concejalías sea el que tenga la Alcaldía. No va a tener autoridad alguna, ni mayoría en el grupo de gobierno, la tendrá el PP y se complementará con el partido de extrema derecha VOX. En Granada, no hubiera habido motivo alguno de sorpresa si, a la vista del resultado electoral, hubiera habido un acuerdo de gobierno entre PSOE y Ciudadanos, hubiera sido la continuidad, eso es lo que ha venido pasando en los últimos años, habría sido hasta lo coherente. Si en esa tesitura se hubiera encontrado la confluencia granadina que representa Antonio Cambril no habría dudado, aún las grandes diferencias que nos separan, en haber facilitado el gobierno de la ciudad al PSOE y habríamos acordado un programa de gobierno de cambio real.

La ciudad no necesita de estas convulsiones y menos que su destino se decida en una mesa camilla, sea en Sevilla, sea en Madrid. Esto es una ofensa a la inteligencia media. Es un despropósito a la soberanía popular de Granada. Un engaño. Los políticos deben escucharse, acordar, consensuar, negociar por el bien común de las personas que representan y los intereses generales de la ciudad. Ese tipo o perfil de políticos que nos toca padecer no han aprendido la lección de los resultados electorales: ¡Escuchen a la ciudadanía y luego hablen!. Eso no implica que se haga renuncia a principios u objetivos principales.

La política debe cambiar de esquemas. No se entiende que Ciudadanos prefiera pactar antes con VOX que con el PSOE, queda claro, no obstante, el motivo que ha facilitado ese pacto contra natura: intereses de poder que no residen en Granada. Es otro hecho. Es una vergüenza. Si hubieran primado los intereses de la ciudadanía y de la ciudad ese pacto no se habría reproducido, pues ya lo vivimos en las primeras elecciones municipales democráticas cuando el Partido Socialista de Andalucía y luego Partido Andalucista cambió la Alcaldía de Granada por la de Sevilla, fue el principio de su fin, al menos aquí.

Con todo ello y, aceptando que los acuerdos post electorales para formar gobiernos son legítimos, estos deben estar presididos por la transparencia. La autonomía del gobierno local en la toma de decisiones es una condición democrática sine qua non que la extrema derecha no resiste, sencillamente porque no es creyente de las libertades democráticas. Es otro hecho.

El buen gobierno exige que se fundamente en principios éticos y saludables. La ciudad es inaceptable que esté dirigida por Sevilla o Madrid y ese ninguneo que se infringe a Granada nos hará sufrir consecuencias que no van a pagar, en el momento inmediato, los autores del desprecio. Granada, sí.

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Columnista
Salvador Soler

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