Luna creciente (Reflexiones filosóficas quijotescas) (25-2-2015)
Reflexiones filosóficas quijotescas
Don Quijote y su fiel amigo y escudero Sancho Panza, tan borrachos como dos cubas, desaliñados en sus vestimentas y rodeados de varias venteras hermosas como diosas con sus carnes generosas al descubierto y sonrosadas, con sus narices castellanas llenas de ciertos polvos blancos que no se deben nunca probar, están filosofando con reflexiones sobre algunas políticas españolas de andar por las ventas de dudosa reputación, pero con comidas largas de degustar y bebidas prodigiosas muy ricas de escanciar. Platos muy largos y gruesos riquísimos. Y vinos sin aguar que salen prolíficos por la boca de Baco con profusión.
-Amigo Sancho, al dragón ecónomo Barcenón, un zampa bollos de otros, no le salían las cuentas para pagar la fianza por sus supuestas y presuntas travesuras en lo de meter las manos en lo que no es suyo. Aunque los alguaciles ahora no lo persiguen cuando esquía, y porque la justicia de dos varas de medir le ha concedido catorce días de asueto, y para que se reponga de haber estado remando en galeras. Está el ínclito en las cumbres esquiables del norte de España- aduce don Quijote abrazado a una ventera con los pechos grandes a la altura de sus labios de caballero errante que es deshacedor de entuertos variados.
-Sí mi señor don Quijote, el malandrín está esquiando en lo norteño, y mientras otros galeotes mueren remando como hormiguitas laboriosas por haber metido las zarpas en el cajón del pan de nuestro Señor el Rey, y a quien Dios guarde muchos años. Y parece que se han perdido papeles sobre su autoría sisadora y bellaca. La justicia de nuestro Señor el Rey, desgraciadamente, no es igual para todos- responde Sancho Panza con el sable envainado en el sexo de otra ventera de carnes gorrinas y de pechos como molinos de viento.
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