Luna creciente (Un voto cualquiera) (21-5-2015)
Un voto cualquiera
Lo tengo decidido. Seguro. Tan cierto como que el tiempo está locuelo. Voy a votar al partido político que no promete nada. Votaré a esa formación política que, además, no ha realizado campaña electoral, no ha dado ni un solo mitin y no ha descalificado a los contrarios. Ya está cerrado mi voto a favor del partido político que no ha dicho ni pío. Voy a votar a la formación política que no tiene carteles en las paredes ni en las farolas ni en dónde le ha parecido oportuno fijar un cartel con el careto de un ínclito o de una bella ínclita. Introduciré mi voto en la urna despacio y votaré al partido político que no ha mandado ningún eslogan a la ciudadanía. A ese que no me ha mandado su programa electoral que jamás cumple. Mi voto es para ese partido político que no ha participado en caras a caras o en ningún debate a dos, tres o mil bandas. O sea, que voy a votar a los que a mí me de la gana. Cuando aquí existía una feroz y asesina dictadura, la de marras, el personal se chiflaba porque tuviésemos una hermosa democracia, no orgánica, en la que se pudiese votar a aquel partido político que prometía el oro, el moro, lo razonable y lo demostrable por después realizado… Ahora a los treinta y tantos pocos años de tener un Estado Social de Derecho y una Constitución, yo voy a votar a aquel partido político, no ya honrado, que no promete nada en absoluto. Nada. Políticos volando, como brujas, sobre escobas confeccionadas con billetes de 500 euros. Políticos que se han cambiado de chaqueta ideológica una, dos y tres veces. Políticos corruptos que no van a galeras y porque ellos hacen la Justicia. Políticos saltimbanquis que se ponen zancadillas los unos a los otros. Políticos fosilizados que no dimiten ni aunque les pongan dinamita bajo el sillón. Podría contar millones de historietas más, pero tengo que escribir todos los días.
Publicidad
