domingo 19 mayo
Opinión  |   |

No nos toquen los caracoles

Artículo Jesús de Manuel Opinión

Las escuelas infantiles municipales se crearon a comienzos de los años 80 por impulso de la pedagogía más avanzada de la época que se dio cita en un congreso celebrado en 1979 con especialistas llegados de Bolonia o Barcelona. Ese impulso sirvió para dar un salto cualitativo del modelo de guardería al de escuela infantil, en el que Granada fue pionera, un modelo que después se fue extendiendo a todo el sistema público. La presencia de estas escuelas en la ciudad es modesta, si atendemos al número de centros, ya que eran, y son, solo cuatro: Arlequín, Belén, Duende y Luna. Sin embargo, su impacto educativo y social va mucho más allá. En estas tres décadas y media de historia se han convertido en referente de educación infantil de calidad, innovación pedagógica, fomento de la creatividad y la autonomía del alumnado e implicación de las familias. Eso ha sido posible gracias a un cuerpo docente experimentado, altamente cualificado y, por encima de todo, entregado en cuerpo y alma a la educación de nuestras niñas y niños.

Pero las escuelas infantiles municipales han hecho algo más que innovar pedagógicamente: han contribuido a un cambio de valores en las familias, que de su contacto con los centros salen mucho más convencidas de que es posible una educación pública de calidad, integradora y amable. Han elevado las expectativas de unas familias que, en su mayoría, eligen centros públicos para las siguientes etapas educativas y lo hacen desde un elevado grado de compromiso en la gestión compartida de los centros, desde AMPAS activas y exigentes que han ayudado a mejorar la calidad de la educación de los centros de primaria de su entorno. Estas escuelas, también de padres y madres, crean tejido social, favorecen relaciones personales y vínculos de solidaridad que luego se trasladan al compromiso con el movimiento vecinal y otros colectivos sociales.

Quizá sea eso lo que molesta al gobierno municipal del Partido Popular. Sus gestores quieren una ciudadanía pasiva, adormecida, escéptica, individualista e insolidaria. Sólo así pueden prolongar su dominio en una ciudad que empezó a darles la espalda con un severo correctivo en las últimas elecciones. Las escuelas infantiles representan un ejemplo peligroso que impugna el viejo “no hay alternativa” que heredaron de su mentora ideológica, la señora Thatcher, el mantra de que lo privado es siempre superior a lo público, el mantra de que subcontratar es más eficaz que ofrecer un servicio a la ciudadanía de forma directa, con recursos y personal público.

Pero eso mismo que molesta al gobierno del PP es lo que están dispuestos a defender con uñas y dientes, porque saben lo que vale, lo que ha costado y lo que no quieren perder, quienes lo han disfrutado: las maestras y maestros, las familias que tienen hoy a sus hijos o los tuvieron en alguna de esas cuatro escuelas, quienes vivieron parte de su mejor infancia en ellas y no olvidan lo mucho que han aportado a miles de granadinas y granadinos. Por eso se movilizaron, y van a seguir haciéndolo, en cuanto supieron que el gobierno municipal pretendía suprimir el tramo de 3 a 6 años de las escuelas. En las escuelas de Granada Educa las clases no se denominan por números, ni cardinales ni ordinales, sino por nombres como los caracoles, las jirafas, los soles, los árboles, los globos o las palomas. Por eso hoy toda su comunidad escolar le está diciendo al señor Egea y al alcalde que no nos toque los caracoles y que deje en paz nuestras escuelas.

Nuestros sueños, y los de nuestras hijas e hijos, se defienden.

Jesús de Manuel Jerez
Parlamentario andaluz por Podemos Granada

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