domingo 19 mayo
Opinión  |   |

Relatos cortos sin recortar (11 de Abril de 2014)

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Cuando llegué a ser un político de postín, el mundo terrenal había sido invadido por los ángeles caídos que combatían, bajo el mando del maligno Satanás, a los ángeles buenos que comandaba Dios Padre, su Hijo y el Espíritu Santo. Una guerra sin cuartel, y yo con mi manía de robar todo lo que podía porque era el tesorero, también diputado electo en el Congreso de los Diputados, de mi partido político. Iban ganando los putos diablos de Belcebú, aunque los contraataques de los ángeles con las espadas de fuego, los buenos, cada día iban siendo más mortales y mortíferos. El Espíritu Santo, estaba demostrando que era un gran estratega. Y el Hijo, que era un valiente comandante de los ángeles de su Padre. Y en ese mismo estadio temporal, ¡coño que mala suerte!, fue cuando un juez me enganchó por la faltriquera y por la taleguilla. Ni aforamiento ni cojones, estoy en la puta cárcel. Y como imputado sin derecho a salir a la calle con fianza. ¡Qué putada!

 

Me fui a tomar café a la cafetería más cercana a la redacción del periódico en el que trabajo, a media mañana es importante tomarse una leche manchada, y allí en el establecimiento público, en la cafetería, fue cuando tuve la respuesta que llevaba esperando del Cielo toda mi vida profesional como periodista. La bolsita de azúcar, antes de abrirla para poner dulce el café con leche, me dio la respuesta que tenía pendiente para comprender, en su totalidad oceánica y terrenal, a los Gobiernos de mi país. La bolsa de azúcar rezaba en su parte posterior: “Sé tan fuerte que nadie pueda herirte, tan noble que nadie pueda ofenderte, tan humilde que todos quieran admirarte y tan original que nadie pueda imitarte”. Y empecé en ese mismo instante a comprender a todos los ministros, también al propio presidente del Gobierno, y a sus hazañas como gobernantes y administradores de las cosas públicas. El café me costó un euro con veinte céntimos, pero yo hubiese pagado mil euros si me los hubiesen pedido. En la cafetería me habían dado la solución para entender y comprender los seis millones de desempleados y las reformas emprendidas por los ministros, incluidas las de los ministros de Educación y Justicia. ¡No hay nada como tomarse un café con leche!

 

Estaba dormido como una piedra en el fondo del mar. Pero noté que alguien me estaba tocando dulcemente en ese lugar tan íntimo y particular que se llama mis partes nobles. Y que mis partes nobles, ¡oh que gustazo!, reaccionaban con una erección de toma pan y moja. Y me desperté. Y la vi. Y le pregunté que quién era ella. Y ella me dijo, ¡oh increíble situación cósmica sexual!, que era mi fantasma particular con muchas ganas de copular conmigo. Sí. Y yo me dejé amar como un gato panza arriba. Aunque cuando llevaba varias horas follando del verbo copular, me percaté que era mi santa ex esposa ya divorciada años atrás. Y yo no comprendía, bajo ningún concepto, como podía tener una llave de mi apartamento de papá soltero y haber entrado a media noche para follar conmigo como dos fantasmas que se reencuentran después de muchos años follando cada uno por su sitio. En esta mañana, me he dando cuenta que jamás me he divorciado.

 

 

 

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