domingo 19 mayo
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Relatos cortos sin recortar (Asesinar a sangre caliente (II) (1-8-2014)

Asesinar a sangre caliente (II)

En el mes de Mayo, florido y con algo de calor oloroso, asesino a un par de palomas zuritas públicas para hacer un reconfortante caldo blanco que despida los pasados fríos que tuve durante todo el otoño y el duro invierno. Se despluman las palomas y se limpian para echarlas en perola de barro con agua, sal, aceite virgen, pimienta negra, laurel, piñones y un hermosísimo codillo de jamón. Y se dejan hervir a fuego lento hasta que huela, un par de horas largas hirviendo, a ese olor apetitoso que se puede encontrar en la casa parroquial pueblerina de un cura de misa y olla. Y una vez sacadas las palomas de la perola y deshuesadas, se le añade al caldo un vasito de coñac, unos huevos duros picados y unos trocitos cuadrados de pan frito.

Ya en el mes de Junio, con calor más bien asfixiante, suelo asesinar a cuatro tomates grandes que estén maduros, a una cebolleta lozana, a dos pepinos aunque este muy feo señalar su largura y a dos pimientos que se parezcan a la nariz alargada de los políticos que son unos trápalas y unos mentirosos de cojón de ánade silvestre. Bato en la batidora todo esto con aceite virgen, sal, vinagre y unos trozos de pan para hacer ese gazpacho tan andaluz que suele revivir a los que están a las puertas de la muerte por una ola de calor canicular. El gazpacho es universal. Y es un invento de un pastor que lo hizo por primera vez cuando los primeros iberos vivían felices sin romanos y sin cartagineses.

Llega Julio con un calor de muerte, y suelo asesinar a más tomates, pepinos, cebolletas y pimientos verdes para aderezar una riquísima “pipirrana” ligera con sal, aceite virgen y vinagre de vino, y para no morir de una muerte súbita porque has engullido un cocido de garbanzos con toda su “pringá” incluida. Con los calores andaluces de malaleche y de sol con una mala hostia enorme, hay que tener mucho cuidado. Y ya que el estómago es capaz de embotarse como la panza de un asno que se ha bebido toda una acequia de agua cantarina y feliz. La “pipirrana” es un plato veraniego que es agradecido, y que se puede tomar con pan o sin pan. E incluso, sienta bien degustado debajo de una higuera.

Y finalmente llega el mes de Agosto con sus rayos de sol como espadas sarracenas, esas cimitarras que soñó el Rey visigodo don Rodrigo, y hay que asesinar a todos las frutas que tengamos a mano. Y porque las hemos comprado en nuestra frutería de confianza. Pero siempre sopesando que al rico melón, solo hay que degustarlo en las mañanas y en los mediodía, y porque en la mañana es oro, al mediodía es plata y por la noche mata. También hay que asesinar a las ricas lechugas, esas que nos podemos comer con aceite virgen, sal y vinagre. Y también acompañadas de quesos frescos y de ajos fritos. Es Agosto un mes traicionero y canalla y, por ello, mucho cuidado con los higos chumbos que nunca hay que mezclarlos al comerlos con higos negros secos, almendras tostadas o uva moscatel con sus semillas. (Continuará)

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